Una encuesta del RACE indica que el 20 % de los conductores que utilizaban el transporte público para ir a trabajar optará por el vehículo privado tras el estado de alarma. Es tiempo de «repensar», dicen los expertos, que rechazan hablar de una revolución en la movilidad. Los cambios estarán limitados por la crisis económica.
Y ¿qué solución hay para ese 70 por ciento de usuarios que no tiene otra solución de movilidad que no sea el transporte público? Son muchas las preguntas a las que los expertos intentan dar respuesta.
La crisis sanitaria ofrece una «oportunidad histórica» para meditar la movilidad tanto de las ciudades como de las zonas rurales, según la consultora de seguridad vial PONS, que apuesta por fomentar el uso de la bicicleta, el patinete y la moto ante las restricciones de viajeros en el transporte público.
En declaraciones a Efe, el asesor de PONS Ramón Ledesma cree que esa medida ayudaría a «pacificar» el tráfico, reducir los accidentes y reducir la contaminación.
Otra sugerencia de la consultora pasa por limitar la velocidad a 50 kilómetros por hora en las carreteras urbanas para dar cabida a todo tipo de vehículos. Acotar aún más la velocidad supondría -sostiene- una mayor seguridad para los usuarios de las dos ruedas frente al miedo a los atropellos.
Resalta Ledesma que a raíz de la adaptación del mundo laboral al confinamiento la opción de trabajar desde casa ha llegado para quedarse, una realidad, subraya, que devuelve el foco de interés a la «España vaciada», donde la vida es «más económica, más racional».
«La capacidad para repensar la movilidad son infinitas», valora Ledesma, que pide no olvidar en el camino a los colectivos vulnerables, como niños, personas con discapacidad y ancianos, para los que propone un trato «desigual» que permita a «los desiguales» no quedar al margen de los cambios.
El 20 por ciento de los conductores que preferían desplazarse en transporte público y el 25 por ciento de quienes lo hacían andando se cambiará al vehículo particular, según una encuesta del RACE, entidad especializada en la asistencia en carretera.
La «clara tendencia» hacia la movilidad privada, opina Jorge Castellanos, jefe de Seguridad Vial del RACE, debe compensarse con más espacio para los peatones.
EL COCHE, TRANSPORTE DE «CURRANTES»
Los expertos auguran cambios, pero mientras tanto surgen las dudas. El director de Seguridad Vial de la Fundación MAPFRE, Jesús Monclús, advierte de la mudanza a la movilidad privada: «Si todos pasamos al vehículo particular no vamos a caber ni en los carriles ni en los aparcamientos».
Monclús solo ve viable el uso mayoritario del coche las primeras semanas si se promueve la opción del vehículo compartido en los desplazamientos.
No obstante, la falta de recursos en las familias por la crisis económica obliga a reafirmar que, si bien el coche es la opción de transporte más costosa, es «una necesidad racional» para quienes no pueden acudir a una oficina y tienen que desplazarse a un polígono.
«El coche no es un transporte de ricos, sino de currantes», destaca.
Pero con el teletrabajo ha llegado la oportunidad de ofrecer un mayor espacio al transporte sostenible, al parecer de Monclús, que apuesta por estudiar la recomendación europea de adelantar los coches aparcados junto al bordillo en calles de varios carriles hacia el anterior para habilitar uno más a los viandantes.
«Es el momento para repensar», apunta Monclús, que acto seguido se pregunta, por un lado, por el abandono de la promoción de la movilidad eléctrica y, por otro, cómo gestionar los trayectos a pie, en bicicleta o en moto, que multiplica en accidentes el riesgo de perder la vida o sufrir una lesión grave.
Para los usuarios del transporte público sin alternativas, plantea, una posibilidad pasa por flexibilizar el horario de entrada al trabajo para evitar aglomeraciones en las horas punta.
LA SOSTENIBILIDAD DEL TRANSPORTE PÚBLICO, EN DUDA
La demanda de autobuses urbanos, metro, cercanías o tranvías, que ha caído un 90 por ciento desde el pasado 14 de marzo, irá en aumento, señala el secretario general de la Asociación de Empresas Gestoras de los Transportes Urbanos Colectivos (ATUC), Jesús Herrero.
El coronavirus ha desarmado los planes de viabilidad de la movilidad pública, abocada a cuadrar las cuentas con el descenso de los ingresos por la venta de billetes, que supone la mitad del presupuesto, compensado con las subvenciones de la administración.
Herrero, que critica el recelo a viajar en transporte público provocado estas semanas por «comentarios innecesarios», se muestra «sin duda a favor» del uso obligatorio de la mascarilla en espacios donde, precisa, la interacción entre personas es «muy baja» en comparación con el coche.
Una forma de paliar la reducción a la mitad del número de plazas para garantizar la distancia social como prevención contra los contagios es «dar toda la oferta posible y aumentar las frecuencias».
Para evitar el colapso y la contaminación, quiere dejar claro Herrero, «el transporte colectivo es absolutamente necesario, una ciudad no puede funcionar sin él».
«Un 70 por ciento de los usuarios son cautivos, no tienen otra solución de movilidad. ¿Está la gente mayor o una persona de 15 años condenada a no poder moverse?», cuestiona el dirigente de ATUC.
En esa línea se posiciona Rafael Barbadillo, presidente de la Confederación Española de Transporte en Autobús (Confebus), que pone la mirada en una población cada vez más envejecida que necesita del transporte público, «la columna vertebral de la movilidad».
Barbadillo confía en recuperar la normalidad en el transporte de viajeros por carretera no antes de final de año, ni a lo largo de 2021, sino en enero de 2022.
Ante el previsible curso en blanco del turismo de visitantes extranjeros que tenían en el autobús la forma más sencilla de recorrer el país, la llegada del verano, según prevé el responsable de Confebus, implicará un mayor movimiento del turismo interior.
VÍCTIMAS: UN CAMBIO PROGRESIVO
Para las víctimas de tráfico el confinamiento ha implicado un ejercicio de «bastante responsabilidad» por los «problemas añadidos» de las enfermedades ocasionadas en el accidente, comenta a Efe el presidente de la asociación DIA, Francisco Canes.
Inseparable de su silla de ruedas, Canes defiende las ventajas del coche particular -«nos salva la vida, dota de una gran libertad, permite socializar»- para una persona con discapacidad que pueda permitírselo.
Piensa que la movilidad, que «no va a cambiar tanto de repente», atraviesa un «breve paréntesis» que en absoluto supondrá un cambio radical, sino que será «progresivo, como estaba previsto».