La alegría con la que Cospedal y Casado hablan de un 155 duro contrasta con su silencio ante la tibieza del Gobierno de su partido.
Banderas de España, visita a las víctimas de ETA y guiños al sector conservador de la sociedad española. Sí, lo han adivinado. La campaña ha comenzado en el Partido Popular y, a pesar de los aires de modernidad de algunos candidatos, la realidad es que la estrategia de todos ellos es la misma. El objetivo es lograr convencer no sólo a los militantes, sino también a los numerosos votantes que ha perdido la formación desde 2011.
Aunque todos los candidatos se han afanado en destacar la oportunidad de debate que se abre con estas primarias, la realidad es bien distinta. No existen diferencias sustanciales entre ellos y todos, sin distinción, han abrazado el marianismo como doctrina política. Los Sáenz de Santamaría, Casado, Cospedal o Margallo han hecho suyos todos los principios que apuntaló el anterior Gobierno: connivencia con el nacionalismo catalán, traición a las víctimas del terrorismo y abandono de las familias.
Cospedal inició su campaña cargando contra el separatismo y reconociendo la falta de firmeza del Gobierno de Rajoy al asegurar que le hubiera gustado haber activado antes la intervención de la Administración catalana a través del artículo 155. Y enunció dos fechas: tras la consulta ilegal del 9 de noviembre de 2014 de Artur Mas o después de las sesiones en el Parlamento regional el 6 y 7 de septiembre de 2017, dos días en los que se aprobó la Ley del Referéndum y la Ley de Transitoriedad con la intención de desligar la legislación catalana de la española.
Casado hizo lo propio. El popular aseguró que él hubiera aplicado el 155 mucho antes y que también hubiera intervenido TV3. Sorprende la alegría con la que los dos candidatos hablan de la situación en Cataluña, teniendo en cuenta su silencio cómplice cuando el que tomaba las decisiones era el Gobierno de su partido.
Los interrogantes son numerosos: ¿Por qué ninguno de ellos levantó la voz? ¿Primaron los intereses personales por encima de los de la nación? ¿O estamos ante la enésima operación de maquillaje político de un candidato del PP?
En palabras del expresidente norteamericano ‘Ike’ Eisenhower: «Una persona que valora sus privilegios sobre sus principios, pronto pierde los dos».
Tiempos de cambio en Cataluña
El separatismo catalán no gana para disgustos. La pitada al presidente de la Generalitat, Quim Torra, y los aplausos a Felipe VI en Cataluña no sentaron nada bien en las filas secesionistas y desde el propio Ejecutivo -para eso ha quedado- han acusado al alcalde de Tarragona de «seleccionar» al público asistente a la inauguración de los Juegos Mediterráneos.
Las encuestas también desmienten a los líderes independentistas y confirman la fractura en dos bloques de Cataluña. La catalana es una sociedad plural que cuenta con una mayoría social que no comparte el delirio separatista, tal y como demostraron los resultados electorales del 21 de diciembre.
Según el último sondeo de GAD 3 para La Vanguardia, el 57,3% se siente como mínimo tan español como catalán, el 81,2% se siente en su mismo país cuando viaja por España y sólo el 29% habla en su casa mayoritariamente en catalán -el 36% en catalán y castellano indistintamente y el 34% mayoritariamente en castellano-.