«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

¿El único objetivo?

La ‘ventana Overton’ es una técnica política basada en un proceso de cinco fases por el que un aspecto social que en un principio se presenta como imposible acaba siendo aceptado. Una teoría que bien se podría aplicar a la Cataluña actual, donde la trama separatista ha virado al punto en el que las fuerzas independentistas reconocen que no es viable la ‘república’ y en el horizonte asoma una reforma constitucional auspiciada por el PSOE.

La teoría de la 'ventana Overton' y la reforma constitucional como fin último

El procés cumple punto por punto las etapas fijadas en Overton: de los radicales de la CUP pasando a las posturas más moderadas y el derecho a decidir, la sensatez a la que ahora llaman los principales diarios españoles y su aplicación política a través de los tres grandes partidos, PP, PSOE y Ciudadanos.

Puigdemont no irá a declarar a la Audiencia Nacional, según su abogado

Los delitos cometidos por los golpistas, los cuarenta años de adoctrinamiento en las aulas y la violencia contra los agentes de las Fuerzas de Seguridad han caído en el olvido. La atención mediática se centra ahora sobre las condiciones para abrir un melón constitucional para el que España no parece estar en su mejor momento: golpe de Estado en Cataluña, Parlamento fragmentado y parte de la Cámara abogando por el ‘derecho a decidir’ para legislar la ruptura del país.

Tú en Bruselas, yo en Madrid

Carles Puigdemont continúa en Bruselas. El líder golpista no se presentará ante la Audiencia Nacional y, desde la capital de la Europa comunitaria, continuará con su intento de ‘internacionalizar’ el desafío separatista. «No tendrá un juicio justo en España», asegura su abogado Paul Bekaerts, el mismo letrado que durante años defendió a los etarras exiliados en el país.

Los miembros de la Mesa del Parlamento catalán sí se presentarán ante el Tribunal Supremo. “Creemos que lo que hemos hecho no es un delito, no es un acto criminal, es un acto democrático que en todo caso se puede discutir como todas las cosas”, ha añadido el diputado de Catalunya Sí que es Pot, Joan Josep Nuet (EUiA).

El circo independentista, tal y como lo ha calificado la prensa europea, presenta a España como un lugar donde no se respetan los Derechos Humanos, la Justicia está en manos del poder y la democracia es inexistente. Un argumentario falso y que se desmonta de un vistazo a los principales índices democráticos de Freedom House. Allí donde Puigdemont acude a pedir auxilio, el nivel de libertad es el mismo que en nuestro país.

Colombia: el reino de las FARC

Imaginen firmar un ‘acuerdo de Paz’ para asegurar la amnistía de un grupo de asesinos. Imaginen que entre las condiciones de los terroristas se incluye la posibilidad de presentarse a unos comicios. Imaginen que el pueblo rechaza el pacto en un referéndum con todas las garantías democráticas. Imaginen que el presidente del Gobierno ignora el mandato popular y termina validando el proceso. Imaginen que, lejos de censurar su actitud, los principales líderes mundiales aplauden su gesto. Imaginen que este recibe un premio Nobel por blanquear miles de crímenes de toda índole.

Dejen de imaginar, abran los ojos, miren a Bogotá y recuerden todo lo ocurrido en Colombia durante los últimos dos años. Recuerden cómo la prensa internacional apoyó la rendición ante la narcoguerrilla. Recuerden cómo las élites mundiales acudieron raudas a celebrar que las FARC pudieran presentarse a las elecciones y tener una suerte de Estado propio en la selva. Recuerden que los malos fueron aquellos que se posicionaron contra el fraude, hombres valientes como el expresidente Álvaro Uribe.

Recuérdenlo todos los días, pero sobretodo háganlo cuando Rodrigo Londoño, excomandante de las FARC, haga sus primeros discursos y anuncie las medidas iniciales de su candidatura a las presidenciales de este país. En una de sus columnas, Kiko Méndez-Monasterio contaba la anécdota de un reo al que decretaron dos penas de muerte. Como a él le bastaba con una, el delincuente pidió que la otra le fuera aplicada a su abogado. Algo muy similar a lo ocurrido en España y Colombia con las víctimas del terrorismo.

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