Un mandatario que sirve a intereses inescrutables gime ante un parlamento vacío. Hace treinta años la UE era el horizonte jubiloso de nuestras aspiraciones nacionales como europeos. Hoy es una máquina donde una tecnocracia a la que nadie elige machaca identidades y soberanías al servicio de un proyecto que nadie entiende. La UE se ha convertido en el suntuoso sepulcro de Europa.