«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Psicosomática… cuando la enfermedad está en la cabeza

Cansancio crónico, dolor en las articulaciones… dolencias comunes que pueden estar generadas por la mente. Son las enfermedades psicosomáticas, frecuentes pero silenciadas por muchos.

«Los médicos dejan el diagnóstico psicosomático para el final de la lista, mientras que la gente no es consciente de que se trata de enfermedades reales. Es un error terrible que no se hable de algo tan común», señala la especialista del National Hospital for Neurology de Londres.

Una de cada tres personas que acude al médico de cabecera, según estudios citados en el libro, sufre dolencias psicosomáticas, aquellas que generan síntomas físicos derivados de problemas psicológicos.

Las personas con tendencia a la depresión y a la ansiedad, en especial las mujeres, son más proclives a psicosomatizar. «Pero nos puede pasar a cualquiera. Todos tenemos un límite y si lo traspasamos nos puede llegar», manifiesta O’Sullivan, una de las mayores expertas en su tratamiento.

Pero de una simple dolencia, como un dolor estómago por estrés, se puede pasar a un trastorno cuando los síntomas exceden la normalidad e incapacitan poniendo en peligro la salud.

Este es el caso de Matthew, cuyas búsquedas en internet le hicieron creer que padecía esclerosis múltiple hasta el punto de que sus piernas llegaron a paralizarse. O el ejemplo de Yvonne, quien estaba convencida de haberse quedado ciega tras recibir un aerosol de limpieza en los ojos.

«Su sensación de ceguera era tan real que ella necesitaba hacerse pruebas una y otra vez para poder encontrar la causa. Es como una adicción», afirma la doctora.

Pero en ambos casos, experiencias vividas por O’Sullivan y detalladas en su libro, no había enfermedad alguna, todo lo estaba generando la mente que tiene un enorme poder sobre el cuerpo como demuestran las reacciones que no controlamos: lágrimas de tristeza, temblor de manos de nerviosismo o sonrojo de vergüenza.

Detrás de las dolencias y trastornos psicosomáticos hay motivos psicológicos y trastornos emocionales no resueltos. «Sólo se superan estas enfermedades si las detectas a tiempo, una vez establecidas es muy difícil deshacer el nudo», apunta.

El momento del diagnóstico, decir que el origen de la enfermedad es mental y no físico, suele ser «devastador» y los pacientes pasan de la atención del neurólogo, que ha descartado causas neurocerebrales, al psiquiatra y psicólogo.

Y eso si el médico ha conseguido detectarlo, ya que muchos prefieren diagnosticar una patología física antes que cometer un error. «No se dan cuenta del daño», apunta la doctora, quien resalta, además, el enorme gasto que esto genera el sistema sanitario.

En el centro de la controversia se sitúa la ausencia de pruebas que corroboren estas enfermedades psicosomáticas y se une la falta de formación en la carrera de Medicina.

«Pero algo está cambiando, hay un grupo de médicos, aunque se cuentan con los dedos de una mano, que están interesados«, señala la neuróloga, quien confía en que aumenten los recursos para poder investigar unas dolencias que se manifiestan de mil maneras diferentes, «por lo que no estoy muy convencida de que influya algún factor genético».

El trepidante estilo de vida de la sociedad desarrollada actual no es caldo de cultivo de unas enfermedades, según O’Sullivan, que han existido en todas las épocas. En el siglo XIX, por ejemplo, se asociaban con la histeria.

 

TEMAS |
.
Fondo newsletter