«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Trump bloquea el apoyo internacional al aborto en una reunión del G7

EL presidente de Estados Unidos, Donald Trump

No ha sido ésta la única ocasión en que Trump ha defendido el derecho a la vida del no nacido en foros internacionales


Desde que Trump tomase posesión de la Casa Blanca, Estados Unidos se ha tornado en una incondicional defensora del derecho a la vida del no nacido. La última manifestación de esta loable postura tuvo lugar la pasada semana en Milán, donde los ministros de Salud de las siete principales potencias mundiales negociaron un documento sobre las prioridades para los próximos años en materia de salud global y cambio climático.
De esta manera, el representante estadounidense en la cumbre, Tom Price, se afanó en impedir que el documento presentase epígrafes en apoyo del aborto (o que señalasen su normalización como un objetivo para los próximos años). Un esfuerzo que obtuvo su recompensa, pues, tal y como relata Life Site News, los países no alcanzaron un acuerdo respecto al lenguaje que debía utilizarse para la ‘salud reproductiva’ y, en consecuencia, el documento final del G7 no contiene la terminología generalmente empleada por la industria abortista.
Tal y como relata el portal izquierdista Buzzfeed con indisimulada indignación, ‘los representantes estadounidenses trataron la semana pasada de bloquear todos los intentos de alcanzar un acuerdo’. Ésta es la versión de los hechos que aportan negociadores anónimos con los que ha conversado la web; negociadores que no dudan en motejar de ‘extrema’ la postura antiabortista norteamericana.
¿Pero cuál fue realmente la postura mantenida por Estados Unidos? Lo cierto es que propuso que el lenguaje utilizado en el documento concordase con el lenguaje de la ONU, que en sus acuerdos niega explícitamente que el aborto sea un derecho (aunque por su comportamiento pueda mostrar exactamente lo contrario).
Como resultado de todo esto, el documento de prioridades no sólo no contiene menciones a la normalización de la eufemísticamente llamada ‘interrupción voluntaria del embarazo’, sino que manifiesta la adhesión de los países al supuesto esfuerzo de la ONU de fortalecer la maternidad y la salud y bienestar infantil.
El concepto de ‘derechos reproductivos y sexuales’ lleva a sus espaldas una dilatada controversia en la ONU. Así, este sintagma incluye el aborto – la eliminación de niños en el vientre de sus madres – tanto en los acuerdos de la ONU como en la literatura existente a nivel global sobre la salud. No obstante, más de sesenta delegaciones de países en la ONU, incluida la de la Santa Sede, expresaron sus reservas acerca del uso del término cuando la Asamblea General aprobó los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2015.

Combatiendo el aborto

No ha sido ésta la única ocasión en que Estados Unidos – desde el inicio de la legislatura de Trump – ha defendido el derecho a la vida del no nacido en foros internacionales. En abril, por ejemplo, ordenó retirar la financiación al Fondo de Población de la ONU como consecuencia de su apoyo a ‘abortos forzados y esterilizaciones involuntarias en China, y su percepción del aborto como un método anticonceptivo más.
Asimismo, en junio, la delegación norteamericana votó en contra de una resolución que, impulsada por Canadá, llamaba a que el aborto continúe en aquéllos países donde es legal. Un voto en contra que el primer secretario estadounidense en la sede de la ONU, Jason Mack, justificó arguyendo que EEUU ‘no reconoce el aborto como método de planificación familiar’.

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