En un contexto de desnaturalización social de la Navidad, Trump recordó el verdadero significado de esta celebración cristiana
Si algo ha demostrado el presidente Trump en este tiempo, es que no se somete a los dogmas políticamente correctos, que tratan de alterar la esencia de las cosas. Así, el mandatario estadounidense renuncia a los eufemismos y se afana en mostrar la realidad tal cual es: triste o feliz, descarnada o agradable.
En el discurso navideño que pronunció el pasado 30 de noviembre, el republicano volvió a exhibir este loable afán: trasladó a los estadounidenses un mensaje de evidente naturaleza cristiana, superando esos ominosos tiempos en que el término ‘Navidad’ había sido sustituido por ‘Fiestas’ y en el que la celebración de la venida de Cristo al mundo había mutado en mero canto al consumo.
De esta manera, y en un contexto de desnaturalización social de la Navidad, Trump recordó el verdadero significado de esta celebración cristiana: ‘Desde los primeros días de nuestra nación, los estadounidenses han conocido la Navidad como un tiempo de oración y adoración, de gratitud y buena voluntad, de paz y renovación (…) Para los cristianos, ésta es una época santa: la celebración del nacimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. La historia de la Navidad comienza hace 2000 años con una madre, un padre, su hijo pequeño y el regalo más extraordinario de todos: el regalo del amor del amor de Dios para toda la humanidad’.
En este sentido, el mandatario estadounidense se refirió al punto de inflexión que supuso el nacimiento de Jesús en la historia del hombre: ‘Cualesquiera sean nuestras creencias, sabemos que el nacimiento de Cristo y la historia de esta increíble vida cambiaron para siempre el curso de la historia humana. Difícilmente hay un aspecto de nuestras vidas hoy en día que su existencia no haya tocado: el arte, la música, la cultura, el derecho y el respeto por la sagrada dignidad de cada persona en todo el mundo’.
Asimismo, Trump habló de la Navidad como una época de regocijo por nuestra condición de hijos de Dios: ‘Todos y cada uno de los años en Navidad reconocemos que el verdadero espíritu de la Navidad no es lo que tenemos. Se trata de lo que somos. Cada uno de nosotros es hijo de Dios’.
‘Rezamos para que nuestro país sea un lugar donde cada niño conozca un hogar lleno de amor, una comunidad rica en esperanza y una nación bendecida con fe’, concluyó el presidente norteamericano.