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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Vacuna contra la Leishmaniasis, ¿merece la pena?

Llega el calor y con él los molestos mosquitos. Molestos para nosotros y muy peligrosos para nuestros perros. En concreto el flebotomo (Phlebotominae), que en realidad no es un mosquito sino más bien un pariente cercano, es el más preocupante al transmitir el parásito de la Leishmaniasis.

a Leishmaniasis canina es una enfermedad mortal muy extendida en nuestro país, que lamentablemente todavía no tiene cura. Cuando un flebotomo pica a un perro infectado con la enfermedad, se lleva consigo algunos parásitos pudiendo infectar a otros perros a los que pueda picar más adelante.
Esa que se sepa, es la única forma de contagio. Es decir, un perro infectado no puede contagiar a otro si no es a través del dichoso mosquito.
Y contra él lo único que podíamos hacer hasta ahora era prevenir, usando los collares o pipetas antiparasitarios que tanto se anuncian, con la esperanza de que el insecto no se fijase en nuestro perro.

Pero hace no mucho tiempo apareció por fin una vacuna. Una vacuna que parecía solucionar definitivamente el problema… o al menos eso es lo que pensaba yo.
Viviendo en una zona de riesgo, en cuanto nuestro veterinario nos habló de la novedosa vacuna, no lo dudamos y se la pusimos a nuestro perro Pye (de 9 años en aquel momento).

En la primera fase de la vacunación, el perro recibe tres dosis descansando tres semanas entre cada una de ellas. Nueve semanas después, tu perro ya está vacunado y como con cualquier otra, solo queda administrarle recordatorios anualmente. La necesidad de una triple dosis inicial encarece bastante el tratamiento.
Antes de empezar el tratamiento es importante hacerle al perro una prueba de Leishmania para descartar que pudiera tener ya tiene la enfermedad, en cuyo caso sería inútil la vacunación. Dando negativo y estando totalmente libre de Leishmania, procedimos a la vacunación de nuestro perro administrándole las 3 dosis correspondientes.

Transcurrido un año, volvimos para su primera revacunación realizándole previamente una nueva prueba. Aquí tengo que decir que no sé si todos los veterinarios realizan esa prueba o prefieren ahorrársela. Mis veterinarios son de plena confianza y afortunadamente lo hicieron.
Para nuestra sorpresa en esta ocasión dio positiva. Lo que significaba que Pye estaba enfermo de Leishmaniasis y había contraído la enfermedad durante el único año de su vida que teóricamente había estado protegido. No solo le tuvo que picar el simpático mosquito durante ese año, sino que el parásito se las arregló para infectar a un perro perfectamente vacunado.

Como es lógico no llegamos a ponerle nunca el recordatorio y suspendimos el tratamiento.
Desconozco la eficacia estadística de la vacuna pero lo que sí sé es que a mi perro no le valió absolutamente de nada (prefiero no pensar que además pudiera tener algo que ver con su infección). Cada cual que decida lo que crea mejor pero yo tengo claro que nunca  volveré a vacunar a ningún perro.

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Bueno, ¿y ahora qué?

Hasta hace bien poco esta enfermedad terminaba siempre con la muerte del perro. Afortunadamente ahora, si se coge a tiempo, la Leishmania puede tratarse dándole al perro una vida completamente normal.
En el caso de Pye, el tratamiento está siendo muy llevadero y nada caro. Durante el primer año desde que le detectamos la enfermedad, tuvo que tomar una pastilla diaria de Alopurinol combinada con otro medicamento llamado Domperidona.
Es importantísimo hacer un seguimiento del perro mediante análisis de sangre continuos (cada 3 meses en nuestro caso) para asegurarse de que la enfermedad no esté dañando ninguno de sus órganos.

En el caso de Pye, tras ese primer año pudimos retirar la medicación y solo le damos Domperidona con carácter preventivo cada cierto tiempo. Pero seguimos con los análisis por si hubiese que tomar otras medidas en algún momento.
Pye tiene ya 11 años y la verdad es que no ha mostrado ni un solo síntoma de estar enfermo. Lo único bueno que puedo sacar de la vacuna contra la Leishmaniasis es que nos obligó a hacerle las pruebas previas, lo que nos permitió coger a tiempo la enfermedad. Os recomiendo que todos los años (supongo que la mejor época será otoño) le hagáis la prueba a vuestro perro, porque en caso de haber tenido la desgracia de contraer la enfermedad, estaréis a tiempo de actuar.

Quiero apuntar que hasta su vacunación (9 años), Pye nunca tuvo ni una sola garrapata y jamás le puse ningún producto venenoso para evitarlas (ni collar ni pipeta). Existen alternativas naturales muy eficaces como el Repelente natural con citronela. Además, lo puedes usar como protección añadida al collar o la pipeta en cada salida.

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