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exlíder de 'la contra' nicaragüense

Luis Fley: ‘Ortega ha quintuplicado la represión de Somoza’

El exjefe de "la contra" nicaragüense, Luis Fley. Twitter

El exjefe de la Resistencia Nicaragüense, conocida como «la contra”, Luis Fley, afirmó que Daniel Ortega continúa desafiante ante la comunidad internacional y no le importan los llamados a detener la represión ni las resoluciones de organismos como la OEA, la Unión Europea, o la ONU, porque “gobierna Nicaragua con las armas”.

La “Contra” fue el ejército rebelde que combatió a la primera dictadura sandinista (1979-1990) y obligó a Ortega y su vicepresidente, el escritor Sergio Ramírez, entonces a cargo del Poder Ejecutivo, ir a elecciones.

Para Fley, hoy en el exilio, ese escenario de guerra ya no es viable en la actual coyuntura. Asegura que han decidido luchar por la vía cívica y presionar a Ortega a través de la comunidad internacional. La respuesta del dictador sandinista ha sido recrudecer la represión, seguir violando los derechos humanos ante los ojos del mundo y convertir al país “en la Corea del Norte en Centroamérica”.

Argumenta la comparación en el hecho que Ortega gobierna junto a su familia, busca instaurar una dinastía, cuyo sucesor cree será Laureano Ortega Murillo, el rostro más visible de los hijos de Ortega y de Rosario Murillo, esposa de Ortega y vicepresidente designada.  A ese argumento se suma la política asfixiante y de terror impuesta por Ortega, con los actos de represión, encarcelamiento de opositores, el control desmedido a la población, el descabezamiento de la oposición a lo interno del país, la eliminación de los medios de comunicación, la cancelación de más 1.500 oenegés, y la persecución contra la Iglesia católica. 

“Nicaragua es gobernada por un cavernícola que no entiende de la existencia de instituciones como la OEA o la Unión Europea, que están pidiendo que se realicen cambios en Nicaragua, que demandan la libertad de los presos políticos y que se restituyan los derechos de los nicaragüenses como lo establece la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Constitución de Nicaragua. El dictador Ortega ha hecho caso omiso a las demandas y no le importa la opinión de la comunidad internacional”, asevera Fley.

“Somoza se fue con una resolución de la OEA, con Ortega ha habido muchas resoluciones y él no se ha movido, las ignora. Ortega ha quintuplicado la represión porque Somoza no mandó a la cárcel a ningún sacerdote, no hubo exilios masivos con la dictadura de Somoza, no encarceló a sus oponentes electorales, no llegó a cerrar medios de comunicación y mandar al exilio a los periodistas como ahora que hay unos 200 periodistas exiliados. No hay comparación y yo no era somocista, pero he vivido la historia. Podría decirte que magnificaron a Somoza -las acciones- para justificar la lucha armada”, subraya Fley, quien era aspirante presidencial para las elecciones de 2021.

Y es que Ortega está repitiendo las mismas estrategias represivas y de terror que el sandinismo aplicó en la década de 1980. Uno de los principales patrocinadores del FSLN, era la dictadura cubana.

¿Qué va a pasar?

Las sanciones hasta ahora no han logrado obligar a Ortega a restaurar la democracia e ir a elecciones libres, justas y transparentes. Ortega ha sofocado todo intento de protestas a través del asedio, las amenazas, encarcelamientos, el exilio, o matando a sus adversarios políticos, como lo hizo durante las protestas de 2018 (una práctica empleada en la década de 1980).

“Es difícil. La gente desea salir de esta dictadura, pero no existen mecanismos y lo real es que deberían de existir. Lo que va quedando es la rebelión, pero no hay un liderazgo porque todo se enmarca dentro de la vía cívica, y la rebelión conlleva violencia también. Nos hemos embarcado en esa vía para tratar de resolver sin violencia, pero con Ortega es difícil”, apunta.  

“Él – Ortega – permanecerá ahí mientras no haya una rebelión del pueblo nicaragüense que es el único que se puede deshacer de él. La comunidad internacional, las presiones, sanciones, las recomendaciones, las resoluciones las ha ignorado totalmente Ortega. No ha cambiado nada y, por el contrario, ha recrudecido la represión”, acotó Fley.

Sectores de la oposición proponen a la comunidad internacional romper relaciones diplomáticas con Nicaragua, cierre de la llave de acceso a créditos de la banca internacional, y propiciar un aislamiento hasta que haya cambios en el país.

Agenda de la izquierda

Otro obstáculo que contribuye a la falta de unidad, es la desconfianza de la población en los políticos, y en los liderazgos señalados de atribuirse las protestas de abril de 2018, vinculados al sandinismo disidente, los llamados “sandinistas no orteguistas” que promueven la agenda de la izquierda globalista, y sus aliados.

Sobre el tema, Fley reconoce que “hay una agenda de la izquierda que cree que el problema de Nicaragua es –solamente– Ortega y su mujer y que yéndose él –la crisis– se termina con su salida, eso no es así, el problema es institucional. Se va Ortega y va a continuar ese andamiaje para mantenerse en el poder el partido Frente Sandinista, aquí hay una agenda y gente que esta enmarcada en la continuidad de un sandinismo sin Ortega, hay muchos que están promoviendo”, señala Fley.

Hay grupos que abogan por la unidad únicamente para salir de Ortega, argumentan que lo demás, las diferencias ideológicas, se resolverían después, “en el camino”. Un discurso que repiten en las redes sociales. Pero esa estrategia, genera desconfianza, es ya conocida por los nicaragüenses que apostaron por salir de Somoza en julio de 1979, que repetían la frase: “Después de Somoza, cualquier cosa”.

Haber apostado por “cualquier cosa”, por guerrilleros armados por Cuba, ha ocasionado más represión, exilio y muertes de nicaragüenses. Hoy, esa repetida propuesta, es uno de los obstáculos de la llamada unidad. El sandinismo disidente ha expresado nostalgia de la llamada “revolución”. Afirman que Ortega se apoderó del FSLN, y que desvirtuó lo que llaman el verdadero significado “revolucionario”, en un intento convencer y ganarse la confianza perdida de una población traicionada.  

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