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López Obrador ha moldeado su discurso para encajar en la agenda globalista mundial

AMLO se entrega al globalismo en la ONU: propone un ‘Estado mundial’ y subsidios universales

El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador en la ONU. REUTERS

Andrés Manuel López Obrador se animó a ir a la ONU, donde presidió este martes 9 de noviembre incluso una sesión del Consejo de Seguridad. Habló de temas que no venían mucho al caso en tal espacio, pero cuyo perfil globalista es el pan de todos los días ahí y del gusto de esa institución mundial.

El presidente de México propuso acabar con la pobreza con subsidios universales. Con eso y el combate a la corrupción, es suficiente, según su “Plan Mundial de Fraternidad y Bienestar”.

En México y en sus discursos ante los miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), López siempre recalcaba el respecto a la soberanía, alegando que se debe cuidar la “autodeterminación de los pueblos”. Sonaba como un patriota. Pero de pronto, sentado en la ONU, el mexicano vende ahora globalismo puro y duro.

“Instaurar un Estado Mundial de Fraternidad y Bienestar que garantice el derecho a una vida digna a 750 millones de personas que viven en condiciones de pobreza”, es lo que propuso López al mundo, textual.

Instaurar un “Estado Mundial” no parece el proyecto de ningún político patriota o “soberanista”. Y hacer referencia a “fraternidades universales”, tampoco. Recordemos que “Libertad, Igualdad, Fraternidad”, era uno de los principales lemas de la Revolución Francesa, esa que promovió la muerte de Dios y quiso poner en su lugar a la diosa razón, pero cuyos líderes acabaron guillotinados por su mismo movimiento.

Aunque si recordamos bien, López Obrador, en uno de sus más extraños discursos, el del 18 de septiembre de 2021, en la CELAC, ya había deslizado un planteamiento que iba poniendo al descubierto su nueva identidad globalista.

“Que las controversias sobre democracia y derechos humanos se diriman a petición de las partes en instancias verdaderamente neutrales creadas por los países de América y que la última palabra la tengan las agencias especializadas de la Organización de las Naciones Unidas”, dijo ese día el tabasqueño, dejando sorprendidos a no pocos por su nuevo talante globalista, estrenado durante la VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.

Y ahora, 9 de noviembre, López expuso que su “Plan Mundial de Fraternidad y Bienestar” sea financiado por tres fuentes principales: uno, los mil más ricos del mundo y segundo, las mil corporaciones más grandes. Ambos deberán donar el 4% de sus fortunas.

¿La tercera fuente? los países del G-20, que deberían aportar un 0.2% de su PIB. Entre ellos va México, donde nadie ha sido consultado ni votó para que sus impuestos se usen en financiar ideas globalistas del presidente.

Esto sumaría cerca de un billón de dólares, según López, quien también dijo que la ONU debería otorgar “certificados de solidaridad” a todos los que aporten dinero a ese fondo.

Por su parte, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) –que antes siempre fueron permanentemente satanizados por la izquierda mexicana y latinoamericana, como sinónimos de sumisión al “imperialismo yanqui”- ahora deberán apoyar elaborando un censo de pobres en todo el orbe. Y además,  generar tarjetas electrónicas para que los fondos sean otorgados directamente a los beneficiarios del programa.

Todo un sistema de asistencialismo que le ha funcionado en México, ahora pensado en escala mundial. Asistencialismo que por supuesto no está exento de un sentido electorero, como la oposición le ha criticado.

El tabasqueño siguió preocupando a sus seguidores que lo veían como un “soberanista” o un “nacionalista”, cuando dijo que el Consejo de Seguridad de la ONU “es lo más parecido a un gobierno mundial y que puede llegar a ser el organismo más eficaz para el combate a la corrupción y el más noble benefactor de los pobres y olvidados de la Tierra”.

Dicho sea de paso, López, quien jamás ha cedido en su postura de no usar cubrebocas, en la ONU lo usó todo el tiempo. Muchas concesiones a esta institución…

Miguel Torruco Garza, diputado federal por Morena, Secretario de la Comisión de Relaciones Exteriores, posteó: “El planteamiento político y social, del Presidente de México López Obrador, en el pleno del Consejo de Seguridad se la ONU, es la antesala del Premio Nobel de la Paz para el mandatario mexicano. Guarden este twit…”.

Y mientras esto sucedía en la ONU, en la Organización de Estados Americanos (OEA) -instituto que López Obrador tantas veces ha intentado demoler para sustituirla por la CELAC, que México preside pro tempore-, este martes 9 tuvo lugar un diálogo con la sociedad civil en el marco de la Asamblea OEA en Guatemala.

A tal evento fue invitada como vocera la mexicana luchadora pro vida y pro familia Elsa Méndez -oriunda de Querétaro, por donde fue diputada- y donde pudo lograr la aprobación de la ley de “perspectiva de familia”, en contraste con la ideología de género.

“Elevo mi voz para exigir que se respete la vida de todo ser humano en su etapa más vulnerable, en el vientre materno”, dijo ante la OEA. “La familia es la institución más importante y antecede al Estado. Invertir en la familia es más eficiente que hacerlo de forma sectorizada”. Debe ser el eje de toda política pública”, expuso Méndez.

López Obrador, en cambio, no dijo en la ONU nada a favor de la familia, ni de la defensa de la vida desde la concepción. Sólo propone la famosa e izquierdista “redistribución” de la riqueza, en una avanzada más del asistencialismo –ahora globalista- con el que se ha ganado la simpatía de muchos electores en México.

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