«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
ALBERTO FERNÁNDEZ, INVITADO ESPECIAL DE XI JINPING

Argentina celebra los 100 años del Partido Comunista Chino

El presidente de China, Xi Jinping y el presidente de Argentina, Alberto Fernández. EUROPA PRESS

Siguiendo los mandatos de la vicepresidente Cristina Kirchner y los sinuosos lineamientos de su perversa estrategia geopolítica, Argentina decididamente ha arriado las banderas de su propia dignidad.

En esta ocasión, y con motivo de celebrarse el centenario de la creación del Partido Comunista Chino, el presidente Alberto Fernández se convertirá el próximo 6 de julio en el único mandatario sudamericano invitado para hablar en el acto de homenaje central.

A instancias de una invitación personal que el propio líder comunista le ha hecho, Alberto Fernández continúa estrechando lazos con XI Jinping a través de una participación que realizará en directo, vía zoom.

En la actualidad, la relación con China no sólo se desarrolla en un intercambio de gestos y acciones concretas entre países, sino también a estrechos vínculos entre dirigentes del Partido Justicialista y el Partido Comunista Chino.

Cabe recordar que en 2016, bajo la presidencia de José Luis Gioja, el peronismo comenzó a acercarse al PCCh. Bajo su mandato, el exgobernador de San Juan promovió numerosos intercambios bilaterales para la formación de cuadros de ambas fuerzas y desde hace dos años se iniciaron una serie de seminarios virtuales, con la participación de importantes dirigentes de uno y otro país.

Tal es así, que en agosto del año pasado, Gioja manifestó: “Necesitamos, con absoluta sinceridad que el crecimiento con justicia social que ha tenido la República Popular China pueda ser también un ejemplo para Argentina, que está sufriendo las consecuencias de la pandemia”.

En dicho encuentro virtual, el ministro adjunto del Departamento Internacional del Comité Central del PCCh, Zhu Rui, resaltó: “La cooperación es clave para resolver temas como la pobreza y el desarrollo del comercio. Las convicciones de justicia social del peronismo son también convicciones de nuestro partido”.

A la fecha, y según la agencia de noticias oficial Xinhua, el Partido Comunista, fundado por Mao Tsé Tung, cuenta con más de 91 millones de miembros activos, siendo muchos de ellos «cuadros de base y servidores civiles».
Con una población de 1.500 millones de habitantes, China se encuentra en estos días en una semana de celebraciones, para conmemorar el centenario del PCCh.

Habrá eventos en todo el territorio y actos centrales en Pekín, que culminarán el 6 de julio, con un festival en el estadio olímpico “Nido de Pájaro”, que estará encabezado por líder comunista Xi Jinping, y que contará con la participación en directo, vía Zoom, del presidente argentino, Alberto Fernández, único mandatario sudamericano invitado para la celebración.

«Para nosotros, los logros de China en la lucha contra la pobreza y la inclusión ininterrumpida por décadas de millones de personas a nueva clase media, sirven como ejemplo de políticas exitosas», afirmó el Canciller Felipe Solá.

«Sin relegar el rol ordenador del Estado, bajo el paradigma del “socialismo con características chinas”, el PCCh dotó a la economía de un enorme dinamismo. Fue este modelo el que le permitió a sacar a 800 millones de personas de la pobreza en apenas 40 años. Sin duda un logro sin parangón que contribuyó de manera muy importante a la reducción de pobreza global», expresó el ex Canciller, Jorge Taiana.

«Este año se cumple el 100° aniversario de un hecho clave en la historia moderna de China, sin el cual no podríamos entender la transformación de aquel país: la fundación del Partido Comunista Chino (PCCh). Clave no solo porque el triunfo de la Revolución liderada por el PCCh desterró los resabios de un ordenamiento clasista y muy desigual que perduró aun durante el período republicano-nacionalista (1911-1949), sino también porque el partido se convertiría luego en el pilar que dio forma a la construcción de la Nueva China anunciada por Mao Zedong el 1º de octubre de 1949 en la histórica plaza de Tiananmén», aseguró Sabino Vaca Narvaja, Embajador argentino en la República Popular China.

«El Partido Comunista Chino ha venido empeñándose en la adaptación continua del marxismo al contexto y peculiaridades chinas, con la mayor flexibilidad, a fin de perseguir la verdad y la auto revolución en busca del derrotero de desarrollo que más sirva para el país en todas las épocas históricas, conduciendo al pueblo a vencer todo tipo de dificultades e impedimentos en una marcha de victoria en victoria», afirmó Zou Xiaoli, Embajador de la República Popular China en la República Argentina.

Mientras tanto, desde hace quince días, la diplomacia argentina está en el ojo de la tormenta debido a las abstenciones que votó en la Organización de Estados Americanos (OEA) y ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), sobre las violaciones a los derechos humanos de la gestión de Daniel Ortega en Nicaragua.

Pero lamentablemente eso no es todo. Argentina tampoco apoyó una declaración ante la ONU que contó con el respaldo de 44 países, sobre la preocupación acerca de la situación de los derechos humanos en Xinjiang, en China.

«Reportes creíbles indican que más de un millón de personas fueron arbitrariamente detenidas. También hay informes de tortura o tratos o penas crueles, inhumanos y degradantes, esterilización forzada, violencia sexual y de género y separación forzada de niños de sus padres por parte de las autoridades”, denunció la embajadora y representante permanente de Canadá ante la ONU, Leslie Norton.

En el marco de los vaivenes que Argentina exhibió en los últimos meses, en el Gobierno socialista del presidente Alberto Fernández se evidencian pronunciamientos sospechosamente contradictorios.

Mientras se evitó criticar la situación en Venezuela, Nicaragua y China, sí lo hizo con Siria, Belarus y Myanmar, pese a que hubo denuncias similares.

A la luz de los hechos, todo parece indicar que, mientras el «doble comando» domina los pormenores de su gestión, el Jefe de estado argentino se somete al uso del «doble estándar» impuesto por Cristina Kirchner para condenar las violaciones a los Derechos Humanos.

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