La Organización Mundial para la HipocresĆa y el Cinismo, mĆ”s conocida como Consejo de Derechos Humanos de la ONU, aprobó en 2011 una resolución titulada āDerechos humanos, orientación sexual e identidad de gĆ©neroā. La resolución hacĆa un llamado urgente a la āelaboración de nuevas normas y su posterior integración en la legislación internacional de derechos humanos existenteā al conjunto de regulaciones llamadas āDerechos LGBTI+ā. Aparentemente las leyes que ya castigaban la discriminación de cualquier tipo y penalizaban la violencia no alcanzaban. El Consejo de DDHH consideraba que ser y existir como persona LGBTIQ+ traĆa adosada una discriminación intrĆnseca y novedosa que la ONU debĆa combatir.
Poco despuĆ©s se aprobó el cargo denominado: Ā«Experto independiente sobre la protección contra la violencia y la discriminación por motivos de orientación sexual o identidad de gĆ©neroĀ» cuya labor es hacer llamamientos globales sobre su materia. El experto vigente, VĆctor Madrigal-Borloz, va mĆ”s lejos y sobreactĆŗa, asĆ como otros burócratas abocados al tema. AsĆ que sostienen que el sexo no existe y que, en cambio, existe un gĆ©nero asignado culturalmente en el nacimiento y, para subsanar esta cuestión, instan a los Estados a aceptar la autoidentificación de cada persona en cada momento concreto. Solicitan, asimismo, el reconocimiento de las identidades no binarias en toda su diversidad (las que existen y las que vayan surgiendo, el cielo es el lĆmite) y que se garantice dicho reconocimiento legal a menores. En tal sentido se exige que dicho reconocimiento no estĆ© relacionado con requisitos como una certificación mĆ©dica, cirugĆa o tratamientos. La palabra del solicitante crea realidad y toda otra certificación es considerada abusiva.
ONU suscribe y, por supuesto, sobreactĆŗa la teorĆa del sexo como constructo, que toma fama y fortuna a mediados del siglo pasado, cuando Simone de Beauvoir se preguntaba quĆ© es ser mujer en su libro: El segundo sexo. Unas dĆ©cadas despuĆ©s Judith Butler reescribĆa la pregunta: ĀæQuiĆ©n es el sujeto del feminismo? SegĆŗn esta deriva de pensamiento el sexo, es una construcción sociocultural y la biologĆa, por tanto, serĆa un corsĆ© normativo cuyo objetivo es legitimar un modelo binario masculino-femenino, en contraposición con una realidad absoluta (relativismo de amigos se titula esta pelĆcula) en la que la identidad sexual es fluida. AsĆ, el YO se encuentra atado a normas, pero aspira a vivir libremente exponiendo esas normas a una acción transformadora; la identidad trans serĆa un ejemplo de estas acciones. Para esta perspectiva, el gĆ©nero es performativo en tanto puede desafiar a la norma a travĆ©s de actos repetidos que interpelen al campo simbólico.
Surge una disciplina que aĆŗn no es olĆmpica, pero que merecerĆa serlo: la sobreactuación de la agenda progresista y su permanente actualización (aĆŗn cuando entre en contradicción consigo misma). Resulta evidente que ONU, que no tiene fuerza legal, se obsesiona con presionar a los Estados para que estos generen las normas que impongan legalmente su cosmogonĆa. Y en esta competencia por sobreactuar el progresismo no hay jugador que no se meta: empresas, ONG, polĆticos, acadĆ©micos y artistas. A ver quiĆ©n da mĆ”s. Si algo caracteriza a nuestras arrogante Ć©lites es la sobreactuación. Y es que, pobre gente, para que se les reconozca como autĆ©nticos progres, resilientes, sustentables e inclusivos su performance no tiene sosiego ni paz. Uno no puede ser un verdadero progresista y descansar sobre los laureles porque viene otro que dobla la apuesta y te hace quedar como un verdadero facho. Entonces, llevar la ingenierĆa social al lĆmite es la norma, que ya vendrĆ”n otros a hamacarse con sus ridiculeces.
Si sacamos el incentivo y el éxito se vuelve biológicamente imposible, ¿qué sentido tiene intentarlo?
Y en eso estaba el ComitĆ© OlĆmpico Internacional cuando decidió sobreactuar la inclusividad al aceptar atletas trans en deportes femeninos. Pero el camino de la bondad progre infinita estĆ” sembrado de contradicciones y ahora estĆ”n en un problema que alguien deberĆ” resolver.
Resulta que el pedagogo francĆ©s Pierre de Coubertin no querĆa saber nada de las mujeres cuando fundó los Juegos OlĆmpicos modernos y, en la primera edición de 1896 en Atenas, las mujeres ni pintaron. Fue la fortaleza y coraje de mujeres como Alice Milliat la que consiguió abrirse camino en un espacio pensado para hombres. Alice organizó los primeros Juegos Mundiales Femeninos en 1922. Pero el ComitĆ© OlĆmpico Internacional seguĆa sin permitir la entrada de las mujeres y fue la presión incansable de Alice a favor de las atletas la que consiguió que se incluyeran eventos femeninos en los Juegos OlĆmpicos.
El sostenido reclamo de las organizaciones feministas hizo que Richard Nixon firmara el TĆtulo IX que garantizaba igualdad de derechos a niƱas y niƱos en todos los aspectos de la educación, incluyendo las actividades deportivas. Esto permitió que se comenzaran a otorgar becas deportivas para mujeres y patrocinar atletas femeninas. Desde 1991 se estableció que cualquier deporte nuevo que quiera participar del programa olĆmpico debe tener categorĆas masculinas y femeninas. Para los Juegos de Atenas en 2004, la participación femenina ya alcanzaba el 40%. En Londres 2012 fue la primera vez que las mujeres participaron en todos los deportes del programa olĆmpico. En Tokio 2020, por primera vez cada ComitĆ© OlĆmpico Nacional registró por lo menos a una mujer para participar. Hay cientos de aƱos de lucha y esfuerzo de las mujeres para ganar un espacio en los deportes olĆmpicos. Lucha que la sobreactuación estĆ” pisoteando cruelmente.
Para que un atleta llegue a ser un deportista olĆmpico existen un sinnĆŗmero de sacrificios y exigencias. El alto rendimiento tiene altos costos para todos y los incentivos de victoria y gloria deben ser adecuados a tales demandas, caso contrario no valdrĆa la pena abocarse a una tarea tan dura. Queda claro que, si todo es relativo, da lo mismo tener una medalla de oro que una feta de salame, pero si quieren competir seguramente prefieran el oro. Entonces, en caso de que queramos conservar el valor simbólico que representa la gloria olĆmpica, es necesario sostener el valor simbólico de la competencia honesta.
Para ser honestos debemos aceptar que en promedio las mujeres tienen 13 centĆmetros menos de alto y entre 14 y 18 kilos menos de peso. La pelvis mĆ”s ancha y la inclinación de los muslos confieren una dinĆ”mica de carrera diferente, mĆ”s inestabilidad en las rodillas y mayor propensión a lesiones a ese nivel. Los varones generan veinte veces mĆ”s testosterona que las mujeres, esto se traduce en mayor crecimiento de los huesos, mĆŗsculos, pulmones y corazón. La mujer tiene menor nĆŗmero de hematĆes y menor volumen total de sangre lo que disminuye su capacidad para transportar el oxĆgeno en un 10% respecto a la del hombre. Su corazón es mĆ”s pequeƱo y el gasto cardĆaco es inferior, por tanto, el consumo mĆ”ximo de oxĆgeno de la mujer es un 25% inferior al del hombre. El entrenamiento de fuerza en la mujer aumenta la hipertrofia y potencia muscular, pero en menor grado que en el hombre por tener menor masa muscular. La fuerza es proporcional al Ć”rea de sección transversal de mĆŗsculo, que en la mujer es dos tercios la del hombre. En las mujeres las extremidades superiores son mĆ”s cortas en relación a su altura y los hombros mĆ”s estrechos, lo que genera menor palanca y mayor limitación para el movimiento de los brazos, hecho determinante en deportes que impliquen lanzamiento de objetos, manejo de instrumentos y natación. Podemos decir que todas estas cuestiones son un constructo, pero entoncesā¦Āæpor quĆ© bloquear la producción de testosterona? ĀæNo serĆa mĆ”s coherente negar su existencia?
Pero no nos detengamos en los detalles. Para competir en la categorĆa femenina, una persona nacida con las caracterĆsticas de mujer anteriormente expuestas, debe entrenar desde niƱa. El alto rendimiento exige sacrificios en todos los órdenes: niƱas y adolescentes cuyo anhelo de competencia les impone una dieta, una vida social y una forma de estudiar mucho mĆ”s sacrificada que la del resto. Todo esto vale la pena porque saben que pueden acceder al premio mayor que justifique no haber ido a la escuela normalmente, no haber comido todos los helados que querĆan y no haber ido a bailar todos los fines de semana. Los incentivos son unos bichos muy potentes que hacen que una persona tenga motivación. Si sacamos el incentivo y el Ć©xito se vuelve biológicamente imposible, ĀæquĆ© sentido tiene intentarlo?
Ahora, las niƱas atletas saben que hagan el sacrificio que hagan, aun cuando entrenen 24 horas al dĆa, su sueƱo de acceder al podio estĆ” definitivamente minado
La reciente medalla de oro en manos de Lia Thomas, la atleta trans cuyas caracterĆsticas biológicas inclinan la balanza y dan por tierra con toda equidad en la competencia, vuelven a expulsar mujeres de los espacios olĆmpicos. Ahora, las niƱas atletas saben que hagan el sacrificio que hagan, aun cuando entrenen 24 horas al dĆa, su sueƱo de acceder al podio estĆ” definitivamente minado. Es evidente que ya no se justifica el sacrificio, nadie desea competir sabiendo que no se puede vencer. Sumemos a esto que el entramado de sponsors, entrenadores, asistentes y demĆ”s elementos que giran alrededor de una atleta olĆmpica pierde todo sentido si la atleta no tiene la chance de llegar a la meta. Raro giro tomado en nombre de la inclusión y la diversidad. Las categorĆas de sexo se crearon en el deporte para garantizar la igualdad de condiciones y la seguridad para quienes participaban, si se las corrompe, inexorablemente se corromperĆ” la disciplina.
Pero como la sobreactuación no puede aceptar errores y siempre debe doblar la apuesta, en lugar de atender a las diferencias biológicas y al hecho clave de que permitir a atletas trans en categorĆas femeninas desincentiva la participación y genera tensiones propias de la injusticia cometida, hace un nuevo giro narrativo. Ā”Y atentos acĆ”! Porque se requiere una concentración fenomenal para entender lo siguiente: los precursores de la teorĆa de que el sexo es un constructo y que la biologĆa no existe apelan a un tratamiento basado en la biologĆa que consiste en suprimir parte de la testosterona que los varones producen. O sea que esto implica una aceptación de la condición de varón que se supone que no existe y que es un constructo cultural producido por patriarcado opresor, para disminuir la ventaja de una condición sexual que tampoco existe. Pero ademĆ”s, el requisito de tratamientos anti testosterona estĆ” incumpliendo con la normativa de ONU, que explĆcitamente exige que no medien tratamientos para garantizar la autopercepción.
Y vamos cavando cada vez mĆ”s profundo en el pozo de la sobreactuación. Las leyes trans que se vienen imponiendo en gobiernos, empresas, deportes y cualquier otra cosa, segĆŗn las recomendaciones de ONU, afirman que es la decisión de la persona la que determina ser hombre o mujer, lo que se llama āautodeterminación de gĆ©neroā. Esto tiene implicancias inimaginables que se traducen en textos legales donde se penalizan las categorĆas: mujer, hombre, padre, madre, y se sustituyen por āprogenitoresā, āseres gestantesā, āseres menstruantesā etc. No sabemos si esto termina con la violencia, la discriminación y el patriarcado, pero definitivamente termina con el sentido comĆŗn.
Pero, mientras unos y otros compiten para saber quiĆ©n sobreactĆŗa mĆ”s y quiĆ©n puede acusar al otro de facho, la cuestión es que el tratamiento de supresión de testosterona no elimina las diferencias en el desarrollo. La pĆ©rdida de masa muscular que implican esos 12 meses de tratamiento a los que se somete al atleta trans, no elimina las ventajas y por eso el atletismo trans sobresale en categorĆas femeninas, como en el caso de Lia Thomas. Lia, previo a su transición de gĆ©nero, ocupaba el puesto 462 a nivel nacional, no era un deportista de excelencia y su destreza deportiva estaba muy lejos de la condición olĆmpica que sólo alcanzó al competir en la categorĆa femenina y hacer uso de la ventaja biológica que le valió el galardón dorado.
Lia Thomas se ha convertido en el centro de la polĆ©mica no por sus preferencias sexuales o su autopercepción, que no constituyen interĆ©s pĆŗblico alguno y sobre los cuales tiene garantizados plenos derechos. El debate es si tiene derecho merced a sus diferencias biológicas a competir contra gente que carece de ellas. Y tambiĆ©n el debate es si tienen derecho las elites a sobreactuar sobre los cuerpos y la vida de jóvenes sólo para demostrar una teorĆa tan ridĆcula que, para ser demostrada, requiere de la utilización de aquello que niega.
No pensaron, no lo harĆ”n jamĆ”s, que sus acciones estĆ”n borrando todas las conquistas femeninas que llevaron siglos de valentĆa y sufrimiento
La resolución de la ONU, la aplicación de la teorĆa del gĆ©nero como constructo y la sobreactuación que ha derivado de ella, en adelante marcarĆ” la escalada de una agenda de sobreactuación institucional en cuestiones sexuales en Occidente. No pensaron en las mujeres que fueron desplazadas de los deportes y carreras para los que se prepararon y esforzaron. No pensaron en la humillación y el desprecio que esto traerĆ” aparejado. No pensaron que paulatinamente las mujeres irĆ”n desapareciendo de las competencias olĆmpicas como querĆa el viejo Pierre de Coubertin. No pensaron que, si maƱana otra Lia Thomas se percibe no-vidente o niƱa de 7 aƱos podrĆa exigir competir en las categorĆas correspondientes y, claro, serĆa imbatible y desplazarĆa a quienes han entrenado duramente sin sus ventajas comparativas. Y no pensaron que estaban atentando contra siglos de lucha por alcanzar la igualdad femenina.
Tampoco pensaron estos sobreactuadores seriales que su teorĆa de percepción de gĆ©nero permite nuevos privilegios e injusticias. No pensaron que su sobreactuación propicia que asesinos se perciban mujer para ver reducidas sus penas. No pensaron que violadores se aprovecharĆan de autopercibirse mujer para volver a violar en cĆ”rceles femeninas. No pensaron, no lo harĆ”n jamĆ”s, que sus acciones estĆ”n borrando todas las conquistas femeninas que llevaron siglos de valentĆa y sufrimiento. No pensaron. En su propio beneficio, simplemente, sobreactuaron.