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EL ESTADO DENUNCIA LA ILEGALIDAD

Donald Trump sobre la demanda de Texas: ‘Esta es la gorda’

¿Por dónde empezar? Todo pasa tan rápido, todo es tan emocionante y hay tanto donde elegir que se hace difícil decantarse por una noticia. Ítem más, la suicida autocensura de los grandes medios me permite contar con una limitadísima competencia.

Lo de Texas. Que ya no es solo de Texas, que ya hay un puñado de estados hablando de unirse a la demanda, un paso que al menos Ohio ya ha dado. Ya les conté, deprisa y corriendo, que el Fiscal General de Texas se ha querellado con los estados de Georgia, Michigan, Pensilvania y Wisconsin a cuenta del recuento. Y ahora les contaré por qué es impecable.

Lo más hermoso de esta demanda es que Texas NO tiene que probar el fraude; no tiene que haber habido fraude en absoluto para que el Supremo le dé la razón a Texas, porque lo que el estado denuncia es la ilegalidad, la inconstitucionalidad, incluso, de hechos totalmente incontestables, que nadie ha puesto en duda y que cualquiera puede comprobar: los cambios en las normas y procedimientos electorales aplicados en las semanas previas a la elección por los estados demandados. Según la demanda, estos cambios solo serían legales si se hubieran aprobado en los respectivos congresos estaduales, y al ser las presidenciales un acto cuyas consecuencias afectan a toda la Unión, Texas puede considerarse parte perjudicada.

Al presidente le ha encantado, a juzgar por su comentario en Twitter: “Vamos a INTERVENIR en el caso de Texas (más muchos otros estados). Esta es la gorda. ¡Nuestro país necesita una victoria!”

En pocas palabras, lo que alega la demanda es que 1) los estados cambiaron de forma inconstitucional su normativa electoral inmediatamente antes del día de las elecciones; 2) Pensilvania ignoró la orden del Supremo de apartar los votos recibidos después del 3 de noviembre; y 3) los expertos en estadística y manejo de datos concluyen que las probabilidades de una victoria de Biden en Wisconsin y Michigan era de una en un trillón.

La trama china. Oh, la trama china. ¿Se acuerdan de lo que les conté ayer del chino que Tucker Carlson sacó para ilustrar la peligrosa infiltración de Pekín entre las elites rectoras norteamericanas? Decía Tucker que «los mismos que derrochaban histeria sobre la injerencia rusa estaban, de hecho, al tiempo que bramaban sobre Vladimir Putin, haciendo exactamente lo que decían deplorar… Estaban trabajando en favor de una potencia extranjera. Para nuestro mayor rival mundial, el gobierno de China. El montaje sobre Rusia fue en la práctica una distracción, escondía algo que no es en absoluto un invento, sino que es muy real y nos amenaza a todos».

Y justo ayer se conocía, a través del portal de información Axios (no exactamente conservador, bien au contraire) el caso del diputado demócrata californiano de la Cámara de Representantes Eric Swallwell, uno de los más feroces y elocuentes enemigos de Trump, y Christine Fang -Fang Fang para los amigos- presunta espía china de la categoría conocida en el gremio como ‘honeytrap’, ‘trampa de miel’, que estoy seguro de que imaginarán en qué consiste.

Sí, justamente eso. Fang Fang es una chica atractiva, dulce y cariñosa a cuyos encantos no son muchos los políticos que se resisten, como tampoco le hacen ascos al dinero que les ofrece la chica después de haber honrado su lecho. Al decir de Annaliese Levy, autora de la información para Axios, Fang Fang ya había pasado por el tálamo de varios de los políticos más poderosos del estado de California cuando empezó a intimar con Swallwell, casado y con hijos, que inició un affaire con la inescrutable oriental, hasta que el FBI le dio un toque.

Lo de Fang Fang es una anécdota, salvo que estés entre los votantes del diputado Swallwell, pero una anécdota enormemente significativa, y nos deja preguntándonos cuántos diputados, alcaldes, gobernadores et al. podrían estar ‘comprometidos’ con los intereses del Partido Comunista Chino, bien con sobornos, bien con delicias orientales a la Fang Fang, bien con la extorsión una vez que los agentes de Pekín reúnen una buena colección de vídeos del político siendo un chico muy malo.

El otro día un amable tuitero respondió al enlace a mi última entrega de este culebrón pidiéndome que dejara de decir tonterías de una vez y de inventar cosas. Lo que no me extraña en absoluto, porque los medios son los grandes desaparecidos en combate en toda esta emocionante historia.

Ahora, sin ir más lejos, Youtube se ha sumado a sus hermanos de las grandes redes sociales para hacer explícito lo que ya hacían con algún disimulo: censurar abiertamente. Leo al periodista Tim Pool alertar de que Youtube ha informado de que si sostienes en un vídeo que «un amplio fraude o errores cambiaron el resultado de las elecciones presidenciales norteamericanas de 2020» se reservan el derecho a eliminarlo, sin más historias. Para que luego digan que las empresas solo actúan para ganar dinero: estas están dispuestas a perder clientes a manadas con tal de ayudar a su señor, sea este quien fuere.

Y, claro, cuando las grandes empiezan a hacer el tonto de esta manera tan descarada, los usuarios desertan en masa, y pasa como con la extinción de los dinosaurios. Cuando los grandes saurios se extinguieron, empezaron a medrar minúsculos roedores que hasta entonces se habían conformado con las sobras y que, de repente, se convirtieron en los reyes del mambo.

Es el caso de Newsmax, un grupo mediático de la Srta Pepys, marginal hasta ayer mismo, casi alternativo, que por primera vez en toda su historia superó en audiencia a un gigante de la talla de la Fox. Para que se hagan una idea, es como si el equipo de fútbol de Carballo Furado, en la comarca de Narón, batiese al Real Madrid.

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