De nada valieron los montajes de los demócratas, con la habitual colaboración de los ‘nevertrumpers’ republicanos, para pintar al candidato Glenn Youngkin como un ‘supremacista blanco’ en la campaña por el gobierno de Virginia, un habitual feudo de los demócratas: aunque aún no es oficial, el recuento parece dejar claro que el republicano se ha alzado con la victoria en las elecciones a gobernador del estado frente al demócrata Terry McAuliffe.
Youngkin ha obtenido una victoria holgada, con una participación récord. Aunque siempre es peligroso extrapolar los resultados de elecciones locales, tan condicionadas por las circunstancias propias de cada estado, en este caso ha sido el propio vencedor quien entiende su victoria como un hito en la ‘marea roja’ de resistencia contra la Administración demócrata, con toda su revolución ‘woke’ y globalista. «Hace ya mucho que esto dejó de ser una campaña electoral al uso para convertirse en un movimiento», declaró Youngkin al conocerse los primeros resultados.
Esta idea parece avalada, por lo demás, por la propia actitud de su rival McAuliffe, que pisó el acelerador progre en algunas de las cuestiones más delicadas del debate nacional. Así, cuando los padres norteamericanos aún no se han recuperado de la indignación de saberse en la diana del fiscal general, Merrick Garland, que ha declarado a los padres que protestan en los consejos escolares contra el lavado de cerebro que sufren sus hijos como “terroristas” en potencia, McAuliffe se decantó por lo que podríamos llamar desde España ‘doctrina Celáa’, es decir, por la idea de que los padres no tienen nada que decir sobre lo que se enseña a sus hijos.
Por otra parte, Youngkin, aunque maniobró con habilidad para no alienar a los republicanos no trumpistas, contó con el respaldo explícito de Donald Trump, ‘dedo de oro’ que ha asegurado la victoria de todos los candidatos que ha apoyado, como el alcalde de Hialeah, en Florida, o los candidatos a la Cámara por Ohio.
El temor al fraude sobrevoló la campaña, después de que se advirtiera que el resultado final podría hacerse esperar varios días debido a la alta proporción de voto por correo. El Condado de Fairfax, en un ominoso ‘revival’ de esa tubería que en las presidenciales detuvo la votación, anunció que, por ‘problemas técnicos’, va a volver a escanear 20.000 papeletas. Aunque todo quede en agua de borrajas, es significativo -y un desastre de imagen- que después de todo el lío de las presidenciales aún se den estos ‘problemas técnicos’.
En general, los comentaristas están achacando la victoria de Youngkin, no a las condiciones concretas del estado, sino a una reacción generalizada contra la Administración Biden, el pistoletazo de salida en una carrera contra el compromiso revolucionario de Washington. Así, el periodista conservador Matt Walsh, ‘agradece’ en la red social Twitter la victoria del republicano a la junta escolar del Condado de Loudoun, donde se censuró a un padre por protestar después de que un escolar varón que se declaraba mujer violara a su hija en el aseo de mujeres. El caso ilustra de forma tan dramática los efectos de la locura de género defendida por los demócratas que ha abierto los ojos y movilizado a cientos de miles de padres en todo el país.
Del mismo modo, el primogénito del anterior presidente recurría a la misma red en la que está vetado su padre a perpetuidad para leer en esta victoria una reacción decisiva contra la decepcionante Administración demócrata: «Cuando Biden se despierte mañana por la tarde, alguien tendrá que decirle que ya presiden oficialmente sobre el colapso del Partido Demócrata».