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TEMEN UN MAL RESULTADO EN LAS 'midterm'

El jefe del comité de campaña demócrata, ante los malos augurios electorales: ‘El problema somos nosotros’

Joe Biden
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden. EUROPA PRESS

A confesión de parte, relevo de pruebas: los demócratas norteamericanos están empezando a vislumbrar la causa de su esperado desastre en las elecciones de medio mandato. Al menos, el que parece tenerlo claro es el responsable de coordinar la campaña electoral de candidatos al Congreso y a los gobiernos de los estados, Sean Patrick Maloney, diputado demócrata por Nueva York. «El problema no son los votantes”, ha declarado, tras una conferencia del partido en Filadelfia. «El problema somos nosotros».

Bingo. No es que sea ninguna sorpresa para cualquier persona medianamente informada enterarse de que los demócratas llevan años en una deriva que les aleja cada día más de los problemas del estadounidense corriente, pero parece que el mensaje ha llegado al fin a los más alto.

“[Los ciudadanos] nos ven como polarizantes y demasiado centrados en cuestiones culturales”, señala Maloney en el Washington Post. «Consideran que nos dedicamos a sermonearles, que actuamos como si supiéramos más que los padres lo que conviene a sus hijos cuando se trata de educación escolar».

A la fuerza ahorcan: los demócratas están consultando los augurios demoscópicos y las noticias no son buenas. Sus probabilidades de mantener la actual mayoría demócrata se desvanece por días.

Pero últimamente no dan una, y su mensaje repele a una proporción cada vez mayor de ciudadanos. Tienen a uno de los suyos en la Casa Blanca, Joe Biden, lo que podría ser positivo pero que, en el caso que nos ocupa, es desastroso, con la popularidad del presidente cayendo en picado prácticamente desde el día de su investidura, rodeado de las mejores esperanzas.

La desastrosa retirada en desbandada de Afganistán, facilitando la llegada inmediata de los talibán al poder tras «regalarles» miles de millones en equipo militar abandonado, y los más de dos millones de ilegales que han cruzado ya la frontera desde México no ha hecho más que aumentar el descrédito de esta Administración y, con ella, del partido. El totalitario y dudosamente constitucional mandato vacunal y, ahora, la subida sin precedentes de la gasolina no están contribuyendo a hacerle más popular, pese al fallido truco de echarle la culpa de todo a Putin.

Durante los últimos meses del mandato de Trump, los demócratas apoyaron con entusiasmo las violentas algaradas de Black Lives Matter, pidieron que se retirase la financiación de las fuerzas del orden y promovieron activamente un plan de estudios en las escuelas que, con la evangelización en teoría de género a los más pequeños y la orwelliana Teoría Racial Crítica, parecía juzgar a los padres como los enemigos de su adoctrinamiento. Nada de eso ha ayudado a hacerles especialmente populares ante una ciudadanía que lleva dos años de restricciones y una ruina resultante.

Pero ya sabían los clásicos que los dioses ciegan a quienes quieren perder, y el loable ‘mea culpa’ de Maloney tiene límites estrictos. Así, el jefe del comité de campaña cree que la solución a ese distanciamiento con respecto al pueblo es… ser más como Biden. Como lo oyen. «Es la persona en la que debemos convertirnos», dice, citando la cercanía del presidente con el común.

Es una extraña estrategia la de agarrarse a un peso que se hunde y, de hecho, no pocos candidatos demócratas se están distanciando discretamente del presidente como un vampiro de una ristra de ajos. Algunos de ellos ni siquiera aparecieron por Filadelfia, y prefieren ir por su cuenta y aplicar sus propias soluciones antes que seguir la línea del partido marcada por Maloney y los suyos.

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