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SE PREVÉ QUE LA PRIMERA CENTRAL NUCLEAR ENTRE EN FUNCIONAMIENTO EN 2033

El plan de Polonia para alcanzar la soberanía energética frente a las imposiciones climáticas de Bruselas

El primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki. Europa Press

El gasoducto Nord Stream 2 que conecta Rusia y Alemania despierta mucho interés en los debates entre políticos y entre expertos. Pero pocos saben que no es el único tubo para el transporte de gas natural que está en construcción en el fondo del mar Báltico.

También se cuenta con el gasoducto Baltic Pipe, que conectará la costa del país centroeuropeo, vía Dinamarca, con los yacimientos de gas natural en las aguas territoriales de Noruega. A finales del 2021 se construyó la última parte submarina del proyecto, los trabajos restantes son la construcción de las estaciones de bombeo y las pruebas de transporte del gas natural. El arranque del gasoducto, de 275 km y la capacidad de 10 mil millones de metros cúbicos, está previsto para finales de este año… y cubrirá la mitad de la demanda actual de Polonia de gas natural.

Además, Baltic Pipe permitirá al Gobierno polaco renunciar a la renovación del contrato a largo plazo con la empresa rusa Gazprom. El resto de gas natural que necesita el país lo importa de Qatar y EEUU vía terminal GNL de Świnoujście o lo extrae en su propio territorio.

Los esfuerzos del Gobierno polaco para diversificar los fuentes de los recursos energéticos van en dirección contraria a las acciones de Alemania. Berlín, cooperando con Moscú, hace a la Unión Europea más y más dependiente del gas natural ruso. Vladimir Putin usa los recursos energéticos como arma política que sobre todo es peligrosa para los países del antiguo bloque soviético. Un ejemplo reciente es Moldavia. Gazprom provocó una profunda crisis energética en un país que después de las elecciones del año pasado decidió salir de la zona de influencia de Rusia y acercarse con la Unión Europea. La dependencia de un solo proveedor no es peligrosa solo del punto de vista político, sino también económico… y puede hacer daño a la industria y a los consumidores.

Por eso Polonia no acepta la visión alemana de la transformación energética basada en gas natural como único combustible de transición. Junto con Francia y otros países centroeuropeos, el gobierno de Varsovia postula incluir la energía nuclear en la taxonomía de la UE, es decir, que Bruselas permita el financiamiento de la construcción de  centrales nucleares con fondos europeos. Por el momento, este punto de vista prevalece en la batalla… y la etiqueta verde para la energía nuclear ha despertado la furia de los críticos: Austria, Alemania y… el Gobierno de Pedro Sánchez. 

La erradicación de la energía nuclear: un crimen contra el clima

Sin razón, dicen los expertos. «La erradicación de la energía nuclear sería una crimen contra el clima», alerta Jakub Wiech. El analista de Energetyka24.com afirma que sin desarrollo de esta fuente de energía Europa no podrá lograr sus propósitos climáticos. «Francia, donde 70% de la energía se genera de las plantas nucleares, es un ejemplo de la descarbonización efectiva», afirma el analista. 

En Polonia, por el momento, no hay preocupación social significativa sobre la seguridad de las tecnologías nucleares. Los polacos se dan cuenta de que actualmente el riesgo de errores que ocurrieron en Chernóbil, por el descuido característico de la Unión Soviética, es mínimo. Además, Polonia no tiene seísmos parecidos a los que provocaron una catástrofe nuclear en Fukushima (Japón). 

El Gobierno polaco quiere construir la primera central nuclear -que se espera que entre en funcionamiento en 2033- y las principales empresas industriales (petrolera Orlen y minera KGHM) planifican crear pequeños reactores que cubran sus propias necesidades. Hoy, alrededor de 70% de la energía en el país se produce de carbón. «Polonia no es culpable de su estado actual del sistema energético, porque lo heredó de la inefectiva economía comunista», explica el primer ministro Mateusz Morawiecki. Desde la victoria electoral de Ley y Justicia en 2015 la capacidad de producción de la energía de fuentes sostenibles creció más de un 50%.

Sin embargo, Polonia no puede apostar solamente a fuentes de energía sostenibles. Los paneles fotovoltaicos en su zona climática sirven únicamente entre abril y octubre, mientras las centrales eólicas se caracterizan por una producción poco previsible. Los científicos todavía no han inventado ni comercializado tecnologías eficaces del almacenamiento de este tipo de energías. En estas condiciones ningún gobierno responsable puede hacer el sistema energético del país dependiente de fuentes variables e incontrolables.

Se trata de la calefacción de las casas u hospitales con -10°C e industrias sensibles a los apagones. Los ideólogos ecologistas de Bruselas parecen no tomar en cuenta la seguridad energética de los países miembros. Tampoco sacan conclusiones de la crisis energética actual que radicalmente aumentó los precios de la luz y de la calefacción en toda Europa. Sus causas son evidentes: las decisiones políticas que adelantaron el desarrollo tecnológico al mismo tiempo pararon la inversión en la producción de la energía convencional e hicieron a la Unión Europea dependiente del gas natural suministrado por un proveedor principal. 

En España, el Gobierno de Pedro Sánchez parece no aprender la lección de lo que está pasando en los mercados de la energía. En Polonia, el Gobierno subraya la necesidad de la soberanía y la seguridad energética de los países de la UE, imposible de alcanzar sin la energía nuclear.

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