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SI ROMPEN ESPAÑA, EL MODELO SE EXTENDERÁ A OTROS PAÍSES DE EUROPA Y AMÉRICA

El plan detrás de los indultos: un obstáculo menos para la oligarquía globalista

El golpista Oriol Junqueras interviene tras salir de la prisión de Lledoners. Europa Press

«No, Sánchez no indultará a los condenados por dar el golpe de Estado en Cataluña, porque eso provocaría una rebelión de las bases socialistas y el hundimiento del PSOE en las próximas elecciones”. Seguro que usted ha escuchado está explicación varias veces en las últimas semanas. Incluso puede que algún compañero de trabajo ‘progre’ le haya recordado que Sánchez le dijo a Albert Rivera que él no tenía ningún pacto con los nacionalistas catalanes y añadido que los indultos los usa el PP para liberar a sus corruptos, mientras que la izquierda se opone a ellos.

Pues Sánchez cumplió su palabra, la pronunciada hace unas semanas cuando los anunció. Los borregos que forman el ejército de cargos públicos del PSOE callaron o, peor aún, hablaron, como Juan Espadas, para reconocer que apoyan a su ‘amo’, haga lo que haga.

Sin embargo, la disciplina perruna en el corral del partido no es otra la realidad. Las encuestas indican que la concesión de los indultos es el último de los factores que desgasta el voto a los socialistas. Y la conducta prepotente de los liberados muestra que el gesto de concordia no ha hecho recapacitar a los delincuentes.

Entonces, ¿cuál puede ser la explicación racional de unos indultos que no sirven ni para ganar votos ni para sosegar a la sociedad catalana? ¿Se han vuelto en Moncloa tan locos como en el búnker de Berlín? No hay que descartar la alucinación, pero creo que existe otra explicación. Hay un plan, pero no el que la mayoría de la gente cree.

Para tratar de comprender que Sánchez tome una decisión contraria a sus más bastos intereses, los de seguir usando el Falcon y enchufar a su mujer, usted y yo, querido lector, hemos de abandonar nuestras ideas preconcebidas: ya no hay derechas ni izquierdas y las minorías dirigentes de los países occidentales consideran a sus pueblos como enemigos.

¿A quién beneficia el enconamiento de las tensiones separatistas en España? No sólo a la banda del 3%, sino, sobre todo, a los poderosos que desean la supresión de las fronteras y las identidades nacionales.

España es un laboratorio de los caciques del globalismo. Si éstos, por medio de sus esbirros indígenas, consiguen romper la nación más antigua de Europa, el modelo se extenderá a otros países de Europa y América. En Sudamérica ya están brotando dentro de repúblicas bicentenarias nuevas instancias semi-soberanas, basadas en el estatus de los ‘pueblos originarios’. En Europa, la veintena de países existentes antes de la Gran Guerra de 1914 ha dado paso a casi una cincuentena. ¿Qué peso tienen hoy las repúblicas surgidas del derrumbe de la monarquía de los Habsburgo?

De Yugoslavia, que influía en el mundo a través del Movimiento de los No Alineados, han surgido siete Estados, algunos de los cuales, como Montenegro, Macedonia y Kósovo, sobreviven en la pobreza y no en la miseria gracias a la recepción de la ayuda internacional y a la dependencia del crimen organizado. Si en Europa Occidental se repitiera este proceso de desmembramiento, asistiríamos a la aparición de unas minúsculas Escocia, Cataluña, Bretaña, Valonia, País Vasco, o Padania. Los europeos se transformarían en inofensivas moscas ante elefantes, que serían éstos los Gobiernos de EE.UU., China o Alemania, los grandes fondos de inversión de Londres o Nueva York, y las agencias de la ONU.

La política exterior y económica de las nuevas repúblicas se dictaría en otros lugares, sumisión a la que los españoles nos hemos acostumbrado desde 2004. Y aceptarían la sustitución de los niños que se niegan a tener por africanos y árabes que, según la propaganda oficial, trabajarían contentos para pagarles las pensiones. A la vista del silencio con que la mayoría de los españoles se comporta ante las agresiones de Marruecos y el avance del neofeudalismo, me temo que muchos europeos se conformarían con semejante decadencia con tal de tener la bandera de su país-barrio en la ONU y su selección en la Eurocopa.

Para la oligarquía globalista pueblos como el español, el italiano o el francés, con idiomas, instituciones y orgullo, son obstáculos para sus negocios y, también, para sus sueños de una ‘sociedad abierta’, sin límites de ningún tipo, no ya los físicos, suprimidos por el avión y por Internet, sino, sobre todo, los religiosos, los culturales o los tradicionales. Si todavía se resiste a creer que un Gobierno democrático conspire contra su país, piense en las veces que el presidente del Ejecutivo español se ha reunido con los miembros de la familia Soros. De la misma manera que Sánchez preguntó a un pobre periodista que le entrevistaba “¿de quién depende la Fiscalía General del Estado?”, nosotros, ciudadanos cada vez menos libres, hemos de preguntar mientras podamos “¿de quién depende Sánchez?”.

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