Daniel Ortega se muestra cada vez más desafiante ante la comunidad internacional tras el fraude electoral. Inició el proceso de salida de Nicaragua de la Organización de Estados Americanos (OEA), sigue arrestando a opositores, insulta a los países que no reconocen el resultado de los comicios y desacata las medidas adoptadas por la Corte Interamericana de derechos humanos [Corte IDH], y de otros organismos.
Ortega, de 76 años, que se adjudicó un nuevo mandato hasta enero de 2027, sigue ignorando las resoluciones de la Corte IDH, con sede en San José, Costa Rica, de liberar a 21 de los opositores detenidos durante la última de arrestos que lleva a cabo desde mayo.
“Por esa razón, en atención a lo dispuesto en el artículo 65 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y en virtud de la noción de garantía colectiva, esta Corte someterá a consideración de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos el desacato de Nicaragua a sus decisiones”, dice el organismo a través de su última resolución.
Lejos de cumplir la orden de ese tribunal, Ortega sigue encarcelando a opositores. El último arresto fue contra el exembajador en la OEA durante el primer régimen sandinista, Edgard Parrales (de 80 años), uno de los pocos analistas que criticaba abiertamente al tirano. El exdiplomático fue secuestrado en su residencia por paramilitares el lunes.
El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), dijo que las acciones de Ortega no tienen precedentes recientes. “Significa que ante el incumplimiento del Estado de Nicaragua a la Resolución de la
Corte IDH, la propia Asamblea General de la OEA tendrá que intervenir y obligarlos a cumplir”.
La decisión del dictador sandinista de sacar a Nicaragua de la OEA, podría vetar el acceso del país a los créditos de organismos financieros internacionales. Muchos de los países que han votado a favor de las resoluciones en demanda de la libertad a los presos políticos y la restauración de la democracia, entre ellos Estados Unidos y la Unión Europea, integran los organismos financieros internacionales.
Hasta ahora el régimen sandinista ha recibido millonarios fondos sin restricciones, incluso ha contado con el voto de Estados Unidos para la aprobación de créditos pese a la corrupción y a las sistemáticas violaciones a los derechos humanos.
Para la analista política Beatrice Rangel, directora del Intermaerican Institute for Democracy, la OEA no tiene instrumentos para actuar con eficiencia ante los retos que le plantea el Siglo XXI. “Por lo tanto, estar fuera o dentro de la OEA, es exactamente lo mismo”, subraya.
La OEA no cuenta con un mecanismo coercitivo o policial para hacer cumplir las resoluciones de ese organismo a regímenes dictatoriales en la regíón. Pero las acciones de Ortega si tendrán otro tipo de consecuencias: el aislamiento internacional y económico para uno de los países más pobres de la región.
“El problema más grave es la complicidad de los regímenes de América Latina con un proceso de destrucción de la democracia en algunos de los países de la región. Cuando se destruye la democracia en un país es como cuando se para el flujo sanguíneo en un miembro del cuerpo humano, que entra en un proceso de putrefacción y de ahí solo puede salir males porque se envenena la sangre y termina muriendo”, afirmó.
“En América Latina ha habido demasiada complicidad con regímenes totalitarios que han surgido. ¿Por qué ha habido esa complicidad? Obviamente la primera causa es monetaria. Cuando Venezuela logró acumular el capital para financiar el proceso de extensión de regímenes totalitarios, fueron muchas las campañas presidenciales que financió y fueron muchos los miembros de las élites de América Latina que financió el dinero de Venezuela”, señaló.
Para Rangel, la otra explicación, es que hay demasiados problemas en América Latina, y asegura que no le están dando prioridad (a la crisis de Nicaragua). “Pero en el fondo es un problema de falta de seriedad y de responsabilidad de los latinoamericanos”, apuntó.
La experta considera que el tema de Nicaragua no se puede evaluar de manera aislada, es un asunto regional.
La crisis se extiende desde Cuba y Venezuela, ha contado con la complicidad de otros gobiernos por dinero y razones ideológicas y se propaga a otros países a los que buscan desestabilizar para tomar el poder.
La analista añadió que hay dos tipos de complicidades que han contribuido a la crisis en la región: la de los políticos cuyas campañas fueron financiadas con dinero venezolano y la de los empresarios que hicieron negocios con Venezuela.
Cuba, Venezuela y Nicaragua se encuentran acorraladas por regímenes criminales que emplean y pervierten los mecanismos democráticos para permanecer en el poder.
Rangel no ve por ahora una salida a la crisis en la región.
“La veo muy mal, la única manera que ese rumbo cambie es que se produzca un levantamiento de la sociedad civil, en el caso de Venezuela está exhausta porque la están matando hambre. En Nicaragua tampoco, la gente tiene medio, y ciertamente la OEA no va a ser absolutamente nada. Por eso Ortega actúa así, impone el régimen de terror porque sabe que nadie va a hacer nada”, acotó.
El organismo United States Institute of Peace (USIP), estima que el proceso para la restauración de la democracia en Nicaragua será largo.
Sugiere que Estados Unidos debería trabajar con aliados extranjeros y actores democráticos nicaragüenses para diseñar un enfoque que ofrezca tanto presión [al régimen] como alivio [al pueblo que sufrirá las consecuencias de las acciones de Ortega].
“Los partidarios internacionales de la democracia en Nicaragua deben estar preparados para caminar un camino largo y frustrante junto a los actores democráticos resilientes y valientes que apoyan. Deben saber cuándo su asistencia hará más mal que bien y medir el éxito en pequeñas aperturas del espacio democrático en vez de buscar netamente unas elecciones presidenciales libres y justas, incluso si estas siguen siendo el objetivo final”, señala el análisis elaborado por la directoravd de USIP para América Latina, Mary Speck.
“Mantenerse firmes frente a esta larga lucha resultará en dividendos no solo para los actores democráticos nicaragüenses, sino para quienes defienden la democracia y contra la corrupción en el resto de la región, quienes tomarán nota de lo que se hace en Nicaragua”, continúa el análisis.
Dicho informe revela que Ortega sabe que no puede mantener el control sin promover el crecimiento económico en una de las naciones más pobres de la región. El Producto Interno Bruto (PIB), se contrajo en un 9% durante 2017-2020.
El país comenzó a recuperarse a inicios de 2021, gracias a las remesas, el aumento en las exportaciones, la inversión extranjera y el desembolso de los organismos financieros internacionales.
Para lograr ese objetivo Ortega requiere del financiamiento de los organismos financieros internacionales, que estaría en riesgo tras el fraude electoral.