«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
SEIS DÍAS PARA LAS PRESIDENCIALES

Fundido en negro; entra por la derecha un espía chino

El expresidente de Estados Unidos Donald Trump.

¿Qué tiene que pasar para que las encuestas den ganador a Trump? Sí, vale, están acortando distancias, pero todavía va por delante Biden y en las casas de apuestas se paga demasiado bien una victoria de Trump.

Y, sin embargo, la diferencia entre los candidatos no podría quedar más marcada a medida que se acerca la fecha mágica, y siempre a favor del presidente, que tiene claramente el viento de cola.

El día de hoy ha estado dominado por dos noticias de campaña: más basura -y muy, muy alarmante- procedente de esa cornucopia de escándalos que es el disco duro del portátil de Hunter Biden, el hijo tarambana de Joe; y nuevos disturbios violentos -muy, muy violentos- en Filadelfia. No podía ser en otro sitio, no, tenía que ser en uno de los estados en disputa, Pensilvania, de esos llamados ‘pendulares’ que pueden dar la victoria a uno u otro. Y sus habitantes viendo en directo cómo los chicos de Black Lives Matter -respaldados con entusiasmo por los demócratas hasta que le vieron el peligro electoral – destrozan alegremente la ciudad y asaltan las tiendas (las de Nike son uno de los objetivos preferentes, rara vez las librerías)… Y el país entero a través de los múltiples vídeos volcados en las redes ve lo mismo. ¿Qué creen que pensarán los que vean este caos y destrucción? “Soy Joe Biden y respaldo este mensaje”.

A todo esto, como recordamos aquí mismo en otro artículo, entre el desayuno y el brunch Trump se ha encargado de parar la última guerra del panorama, la que enfrenta a Armenia y Azerbaiyán. Biden ha balbuceado algunas incoherencias que le certifican para quien quiera verlo como incapaz de presidir un club de filatelia ante una audiencia que puede contarse con los dedos de las manos.

Vamos con lo último de Hunter, que es muy gordo. Un audio obtenido por el National Pulse muestra al vástago de los Biden discutiendo la implicación en sus negocios de “un espía jefe de China”. Y no, no es que diga el nombre y se haya rastreado deduciéndose que el señor del que habla podría ser un ciudadano chino con vínculos con los servicios de inteligencia de su país, no: es que ese regalo de la Providencia a Trump conocido como Hunter Biden lo llama así en la conversación, “un espía jefe de China”. ¿Podría ser más perfecto? Es un detalle que el más cutre de los guionistas de Serie B hubiera rechazado por demasiado obvio, pero así son las cosas.

A estas alturas ya no me extrañaría que en la próxima entrega de este fascinante folletín aparezca Joe vendiéndoles a los chinos los planos de los silos nucleares, yo qué sé. Bueno, de hecho hay un disidente chino que tiene -¿quién no?- un portal de periodismo alternativo que asegura que el presidente Xi ofreció al entonces presidente Obama mil millones de dólares si no prestaba demasiada atención a las actividades militares de China en ese momento. Eso ya sería mucho, ¿no? Así que no vamos a hacerle caso, porque tampoco hace falta con la que está cayendo.

Lo dijimos en la primera entrega de esta serie: esto va de Trump, de los que quieren echarle a toda costa y de los que ven en él su última oportunidad para no quedarse sin país. Trump o no Trump, esa es la cuestión, y Biden es un mero monigote, un comparsa que, ya les vale, podrían haberlo elegido un poco mejor.

Aunque, bien mirado, Biden es ideal en un sentido: es lo que los italianos llaman ‘ricatabile’, es decir, tiene tantos cadáveres en el armario que dirá a todo que sí si llega a la Casa Blanca (y no se confunde y acaba en el Capitolio, que todo podría ser). Además, el clan entero se pondrá a trabajar como locos en la elección porque, en este caso, la alternativa podría ser la Casa Blanco o la trena.

Los medios están poniendo su granito de arena… No: su Everest. Hay que entenderles, no es solo dinero. Es que desde que llegó Orange Man han perdido esa influencia crucial que tenían sobre la política norteamericana. Estaban acostumbrados a que le dijesen a un candidato “por aquí”, y el candidato fuera mansamente por ahí, y desde que el entonces candidato Trump les mandó a tomar por donde amargan los pepinos, sin merma alguna de su popularidad, nada ha vuelto a ser igual.

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