De toda la deriva censora y totalitaria en la red social Twitter que, paso a paso, ha desembocado en el interés de Elon Musk por la empresa y su victoria final, quizá el punto más alarmante fue cuando sus responsables expulsaron para siempre al entonces presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.
Fue un momento singular, algo que parecía imposible, dejar a quien en teoría era el hombre más poderoso del mundo, legítimamente elegido, al margen del foro mundial de discusión pública más seguido y «habitado», una iniciativa con el sabor de un golpe de Estado. De pronto, hasta el liberal de pureza más acrisolada se daba cuenta de que las reglas del juego habían cambiado, que las Big Tech no eran empresas privadas como cualesquiera otras.
La paradoja aquí es que, en su victoriosa campaña, el ‘outsider’ Donald Trump, con todos los grandes medios rabiosamente en su contra, supo servirse de Twitter como canal privilegiado para hablar directamente a la gente, y contó con divisiones enteras de ‘tuiteros Maga’ que esparcieron su mensaje con notable habilidad. De hecho, los propios derrotados reconocieron su error, achacaron la victoria de Trump a su hábil uso de las redes y se conjuraron en un unánime “nunca más” que llevó no solo a su exilio perpetuo, sino a la expulsión de infinidad de cuentas afines y a la censura de mensajes disidentes de la cultura ‘woke’.
Por eso importa que, según fuentes del sector, el 45º presidente de Estados Unidos esté a punto de recuperar su mítica cuenta tras la compra de Twitter por el multimillonario de origen sudafricano.
Al presidente le suspendieron “permanentemente” su cuenta de Twitter, dos días después del ‘asalto al Capitolio’ del 6 de enero, supuestamente por el “riesgo de más incitación a la violencia”.
Ahora Twitter revisará el caso para determinar si, en efecto, los tuits presidenciales podrían interpretarse como una ‘incitación a la violencia’, algo que solo una mente muy calenturienta y sesgada podría concluir.
Hace ya un mes que Musk declaró su escepticismo ante la conveniencia de aplicar “expulsiones permanentes” en Twitter y y dijo que preferiría un sistema de tiempo de espera. Esta declaración de política tiene implicaciones directas para la cuenta de Donald Trump. Mientras, los republicanos de la Cámara abogaron el lunes por el regreso de Trump a Twitter tras la toma de posesión de Musk.
El problema es que Trump tiene ya su red social, TRUTH Social, y ha declarado en Fox News, a la pregunta de qué haría si le devuelven la cuenta en Twitter, que prefiere usar TRUTH Social.
“No voy a ir a Twitter, voy a quedarme en TRUTH”, declaró Trump a Fox News. “Espero que Elon compre Twitter porque lo mejorará y es un buen hombre, pero me quedaré en TRUTH”.
“Estamos recibiendo a millones de personas, y lo que estamos encontrando es que la respuesta en TRUTH es mucho mejor que estar en Twitter”, dijo Trump. “Twitter tiene bots y cuentas falsas, y estamos haciendo todo lo que podemos”. Añadió: “La conclusión es que no, no voy a volver a Twitter”.
Todo eso está muy bien, pero el alcance de TRUTH es limitado, por decirlo suave, y Twitter es un coloso consolidado, el lugar donde hay que estar para hacer llegar tu mensaje. Si, como ha insinuado cada vez con mayor claridad, Trump piensa en serio postularse a la candidatura republicana en las presidenciales de 2024, la tentación de volver a la ‘plaza’ donde tantos éxitos ha conseguido y tantos seguidores tiene ya quizá sea demasiado grande para rechazarla.