El 10 de enero Daniel Ortega asumirá su quinto mandato presidencial, que podría ser el último. A Ortega no le queda mucho tiempo por su avanzada edad, lo que significa también la muerte de su partido, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que no conoce otro “líder”, ni tiene relevo para sustituir al anciano dictador.
Ortega, de 76 años, ha sido el “eterno candidato” desde que el FSLN – integrado por los nueve “comandantes” – llegó al poder por las armas en 1979, dirigido por el régimen de Cuba.
Si el dictador logra culminar el nuevo periodo de cinco años, tendrá 81 años, y su esposa y vicepresidente Rosario Murillo, 76. Daniel Ortega gobernará con muchas dificultades debido al desconocimiento internacional por el fraude electoral perpetrado el 7 de noviembre.
A su avanzada edad se sumaría el desgaste al que se enfrentará producto del aislamiento internacional y los conflictos internos que empiezan a asomar en el seno de su partido por inconformidades ante las “atribuciones” que se toma Rosario Murillo.
La tormenta
Desde la llegada del FSLN al poder, todo ha girado alrededor de la figura de Daniel Ortega, apoyado y elogiado, incluso por los que gobernaron con él durante el primer periodo de la dictadura sandinista (1979-1990), y que hoy están en la disidencia por rivalidades de mando, no por razones ideológicas.
La desaparición de Ortega propiciaría una tormenta en las filas del sandinismo, a lo interno del FSLN y la disidencia sandinista que quiere “rescatar” a ese partido que, según ellos, “Ortega se robó”, esto después que por años cultivaron el “culto” a la personalidad del caudillo, que ha sido uno de los principales protagonistas durante los dos regímenes sandinistas en Nicaragua.
“Se van a despedazar entre ellos. Incluso el Ejército y la Policía tomarán bandos entre los militantes antiguos y los nuevos empresarios”, afirma un analista político nicaragüense consultado sobre el tema que accedió hablar en condición de anonimato debido a las represalias del régimen contra sus críticos.
Otro analista consultado sobre el tema sostiene que el tiempo de Ortega está llegando a su fin, pero por razones naturales. “Es un anciano”, comenta.
“El problema fundamental es que amarró el futuro del sandinismo o lo que queda del FSLN a él mismo. Muriendo él, se muere el Frente Sandinista, no hay sucesores. Ese es un grave problema que tiene Ortega. La única razón que tiene en este momento para negociar [en un diálogo], es alargar su permanencia en el poder con el fin que pueda obtener concesiones a su familia”, apuntó el analista.
Sus hijos, que no se les conoce otro trabajo que no sea a la sombra de sus padres, ocupan altos cargos en el gobierno y están al frente de las empresas que han acumulado desde que el dictador retomó el poder el 10 de enero de 2007.
Ortega, que ha vivido toda su vida de la política y el erario público, se ha convertido en uno de los hombres más ricos de Nicaragua gracias a la ayuda petrolera venezolana y los fondos de los contribuyentes. Hoy posee inversiones en medios de comunicación, comercialización del petróleo, banca, agencias de publicidad, turismo y otras áreas, negocios que han salido a luz pública a través de investigaciones periodísticas.
“El sandinismo tiene un grave problema, todas sus cartas las cargaron a una sola que se llama Daniel Ortega. Cayendo esa carta, se desploma el castillo. Tiene un castillo de naipes muy endeble porque Rosario Murillo no goza del consenso interno por mucho que ella quiera”, afirma el experto.
Lucha por los ‘despojos‘
Humberto Ortega, hermano de Daniel Ortega, exjefe del Ejército (1979-1995), y uno de los nueve “comandantes” del FSLN, junto al sandinismo disidente apuesta por “rescatar” a ese partido.
“Él ha dicho que lo que resta del sandinismo, según él va a quedar sandinismo después que muera su hermano, que ellos no permitirían un gobierno dinástico. Obviamente, una sucesión después de Ortega sería un régimen dinástico como sucedió en el caso de Anastasio Somoza García que, tras ser asesinado [en 1956], le sucedió su hijo Luis Somoza Debayle, que fue un gran presidente. Pero el que le sucedió a Luis, fue [su hermano] Anastasio Somoza Debayle, y es el que quiso atornillarse en el poder”, afirmó el experto.
Anastasio Somoza Debayle fue derrocado por el FSLN el 19 de julio de 1979. Fue asesinado un año más tarde en Paraguay, donde se exilió, por terroristas argentinos dirigidos por Enrique Gorriaran Merlo, y financiados por el sandinismo.
“Dentro del FSLN Rosario Murillo no es bien vista, no se ha dado a querer por personajes como Lenin Cerna [exjefe de la tenebrosa Seguridad del Estado durante el primer régimen sandinista] y otros personajes, ni por el Ejército que le debe ‘obediencia’ a Daniel Ortega, pero no a ella. La policía podría ser distinto porque el jefe es consuegro de los Ortega-Murillo”, apuntó el analista.
Murillo no es apreciada por el llamado “sandinismo histórico”, algo que hasta hace poco solo era comentado en los corillos políticos, pero hoy lo empiezan a ventilar públicamente.
Marlon Sáenz, conocido como “chino Enoc” identificado con la vieja guardia del sandinismo y por su “lealtad” a Ortega, dijo recientemente a través de las redes sociales que los “combatientes” históricos “no le caen a Rosario por respeto a Ortega”.
Sáenz se quejó en las redes sociales de que Murillo se atribuye funciones que no le corresponden como el hecho de enviar las orientaciones a los secretarios políticos departamentales y municipales del FSLN, pese a que no tiene ninguna autoridad en las estructuras del partido. “Rosario es vicepresidente porque la han impuesto, pero en el partido no se le ha elegido para ningún cargo”, dijo Sáenz.
“Las orientaciones, por lo menos que me la mande Daniel porque a ese sí lo elegimos como secretario general y es ahí donde le digo amárrese los pantalones comandante porque le van a perder el respeto”, dijo Sáenz que ha sido señalado por haber participado como paramilitar durante la represión contra las protestas de abril de 2018.
Después de Ortega, la sucesora sería Rosario Murillo que ostenta el cargo de vicepresidente, o uno de sus hijos, Laureano Ortega Murillo, asesor de “inversiones” del régimen de sus padres, y la cara pública a nivel internacional que ha sustituido al canciller Denis Moncada, sin un nombramiento oficial.
Laureano fue la persona que firmó el restablecimiento de las relaciones con China, luego de que la dictadura rompiera relaciones con Taiwán.
El anterior escenario podría estar acompañado del caos en las filas del sandinismo histórico y los “empresarios” del sandinismo al amparo del régimen.
Sandinismo disidente
El sandinismo disidente, agrupados en “Unamos”, antes Movimiento Renovador Sandinista (MRS) y otros sectores del sandinismo, aglutinados en la Unidad Azul y Blanco (UNAB), apuesta por liderar la oposición.
Buscan la continuidad del sandinismo sin Ortega, pero hasta hoy no han logrado calar en la población por su origen y razones ideológicas, esto pese a que cuentan con una batería de medios de comunicación. El sandinismo es responsable de miles de crímenes de lesa humanidad y robos, de los que fueron partícipes junto a Ortega en la década de los 80.
Casi cuatro años después de las protestas sociales de abril, la oposición no ha logrado la unidad. Una de las principales razones es la lucha del sandinismo disidente que busca imponerse en los espacios de liderazgos, un escenario que contribuye a la permanencia de Ortega en el poder.
De continuar la anterior situación, toda indica que la desaparición de la dictadura estaría destinada a la muerte natural de Ortega y con ello el FSLN.