La expresidenta de Bolivia Jeanine Áñez ha cuestionado este viernes la tesis infundada izquierdista de que en la nación andina se produjo un «golpe de Estado» y ha defendido que avisó de que, en el marco de la crisis, no se «impondría» como presidenta.
Áñez, en prisión preventiva desde hace más de un año, ha declarado en el juicio en su contra. «Lo que se quería era pacificar el país por tantos hechos de violencia, donde ya había muertos», ha indicado, en alusión a las protestas que se sucedieron tras las elecciones.
«Fui bastante clara desde el principio, cuando manifesté públicamente que me correspondía (la Presidencia) por sucesión constitucional, pero que no me iba a imponer, que si había otras opciones yo estaba para aportar a la pacificación del país», ha aseverado, antes de asegurar que «no estaba en condiciones de estar instruyendo ni dando órdenes a nadie».
«No tenía ni voz ni voto en mi partido, mucho menos voy a tener teléfonos, contactos con militares (…) No pueden decir que fue orquestado», ha continuado, afirmando que fue «una consecuencia de la convulsión», según ha recogido el diario boliviano ‘Los Tiempos’.
En este sentido, ha asegurado que tuvo que asumir la Presidencia de Bolivia «por responsabilidad» y que el objetivo era liderar un Gobierno de transición de tres meses, pero que las condiciones no se lo permitieron.
«No lo hice sola, lo hice con todas las instituciones y las organizaciones sociales (…) pacificamos al país, llamamos a elecciones y ahora hay un presidente constitucional«, ha agregado, al tiempo que ha culpado directamente al expresidente izquierdista Evo Morales de la violencia en 2019, ya que cree que si hubiera cumplido con la Constitución en cuanto al límite de mandatos, la situación se habría evitado.