Cuando ya languidecen las movilizaciones de transportistas en Canadá, en Estados Unidos un nuevo «Convoy de la Libertad» circula hacia Washington en protesta por las imposiciones liberticidas aún vigentes en varios estados, el precio del combustible y la inmigración. Opacado por el enfrentamiento entre los ejércitos de Rusia y Ucrania, portada de todos los periódicos del país, el llamado People’s Convoy partió el pasado 23 de febrero de Adelanto, California, y llegará a la capital una semana después.
La fecha elegida no es casual. El miércoles, Joe Biden pronunciará su primer Discurso sobre el Estado de la Unión, y lo hará en medio de una crisis de popularidad intensificada por su irrelevante papel ante el conflicto en Ucrania. Según una reciente encuesta de la radio pública NPR, la aprobación general del demócrata no supera el 39%, mientras que sólo un 30% de los consultados creen que el país avanza en la dirección correcta.
Para ese día, los organizadores de la caravana han solicitado estacionar entre 1.000 y 3.000 camiones en el National Mall. Su petición ha sido remitida al Servicio de Parques Nacionales, organismo al cuidado de las reservas naturales del país y de los jardines de la capital, y es conocida por la Policía del Capitolio y la Agencia de Gestión de Emergencias y Seguridad del Distrito de Columbia que, conscientes de que la previsión de tres millares de vehículos puede acabar siendo irrisoria a medida que el convoy complete los 4.132 kilómetros de ruta, han recurrido al Departamento de Defensa. En respuesta, el Pentágono ha confirmado que desplegará a la Guardia Nacional desde el martes hasta finales de mes, con la orden de bloquear las entradas a la ciudad.
Además de la inminente movilización de tropas militares en suelo nacional, de un tiempo a esta parte es habitual toparse con grúas para camiones aparcadas en los alrededores del Mall y del propio Capitolio, contratadas por el ayuntamiento antes de la protesta, «con instrucciones de despejar cualquier vehículo que bloquee ilegalmente las calles», según el propietario de la empresa.
El despliegue castrense y civil invita a pensar que la capital de Estados Unidos quedará sitiada en los próximos días, bien por el bloqueo preventivo de la Guardia Nacional y la Policía del Distrito de Columbia, bien por la acción directa de los manifestantes que, si no logran alcanzar el centro de Washington, prevén cerrar la circunvalación del área metropolitana, la Capital Beltway. En palabras de Bob Bolus, propietario de una empresa de remolque y repuestos de Scranton, Pensilvania, ciudad natal de Joe Biden, el bloqueo será como «una boa constrictor gigante, que te aprieta, te ahoga y te traga». En los planes de los camioneros está dejar carriles para vehículos de emergencias, aunque no garantizan que los empleados «lleguen a tiempo al trabajo» cada mañana.
Si las largas manifestaciones en Canadá han puesto en evidencia a un Trudeau que pasó de esconderse a aplicar la ley marcial, han acabado con la carrera política del jefe de la oposición y se están saldando con más de 200 detenidos y alrededor del medio millar de personas con cargos; es de esperar consecuencias de un movimiento similar en los Estados Unidos, donde la ciudadanía y los cuerpos de seguridad suelen emplearse con mayor asertividad que sus vecinos del norte.