Primero se ignoró. Luego se atribuyó a una maniobra del Kremlin. Y ahora, que se reconoce universalmente que la historia del portátil de Hunter Biden, el hijo tarambana del presidente, es totalmente cierta y espectacularmente comprometedora, la consigna es que no se investigue.
Al menos, que no se investigue políticamente y que no se relacione al padre con el hijo, aunque Hunter Biden, un drogadicto menorero, no hubiera tenido ocasión de ser contratado por la empresa ucraniana Burisma o negociar con agentes del Partido Comunista Chino si su padre no fuera vicepresidente de Estados Unidos.
El caso es que es que cada vez son más las voces que exigen que todo este turbio asunto se aclare nombrando un fiscal especial (‘special counsel’, en realidad, que no tiene que ser fiscal en absoluto) con facultades para investigar a fondo, y la Casa Blanca responde que verdes las han segado.
En una reciente rueda de prensa, Jan Psaki, la portavoz de la Casa Blanca, dijo que no se necesitaba un abogado especial porque Biden no había discutido la investigación sobre su hijo con su Departamento de Justicia (DOJ). Si no le ve sentido a la frase, no se preocupe: no lo tiene.
«El presidente nunca ha tenido una conversación con el Departamento de Justicia sobre ninguna investigación de ningún miembro de su familia”, dijo cuando se le preguntó si la Casa Blanca apoyaba la idea de un posible fiscal especial. Una Psaki a cada segundo más irritada acabó reenviando las preguntas que con insistencia volvían a este asunto al Departamento de Justicia, dirigida por el Fiscal General Merrick Garland, el mismo que encargó al FBI que priorizase la investigación de padres que protestaban en las juntas escolares contra la imposición de la Teoría Racial Crítica.
Psaki también dijo que la Casa Blanca respalda la afirmación del presidente Biden de que su hijo Hunter no violó la ley. Cuando se le preguntó si la Casa Blanca respaldaba la afirmación del presidente Biden de que nunca discutió con él los negocios extranjeros de Hunter, Psaki respondió: «Sí».
Pero no es solo una idea (bastante natural) de los periodistas, también los políticos de la oposición han tenido algo que decir al respecto. Después de todo, el anterior presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se vio sometido a una de esas investigaciones «independientes», a cargo de Robert Mueller, exdirector de la CIA, con muchísimos menos indicios para estudiar su vinculación con funcionarios rusos en una conjura para amañar las elecciones que le dieron la victoria. Ya saben, la «trama rusa», un invento ideado por la campaña de Hillary Clinton que acabó en nada pero entorpeció la labor de Trump durante la mayor parte de su mandato.
El diputado republicano por Florida en la Cámara de Representantes, Byron Donalds, ya ha solicitado una investigación con un fiscal especial para estudiar los tejemanejes de Hunter Biden con empresas extranjeras. «Estamos ante un caso de corrupción en la Casa Blanca», declaró en una entrevista en Fox News sobre la necesidad de una investigación especial.