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admira a dictadores comunistas como Fidel Castro y Hugo Chávez

Verónika Mendoza, la candidata de Iglesias y Morales para que gobierne el Foro de Sao Paulo en Perú

Foto: Facebook y EuropaPress
Foto: Facebook y EuropaPress

Verónika Mendoza de Juntos por el Perú (JPP) -izquierda vinculada al Grupo de Puebla-, es una de las candidatas que provocan mayores reservas entre los electores –un 53% no votaría por ella según Ipsos– debido a su declarada admiración por dictadores comunistas como Fidel Castro y Hugo Chávez, su perfil autoritario y su intención por cambiar el capítulo económico de la Constitución peruana, acusándola de neoliberal.

Los socios internacionales de Mendoza tampoco le ayudan a ganarse la confianza del electorado. A través de Facebook, el expresidente boliviano Evo Morales hizo público su apoyo a la candidata de JPP. En una conversación que transmitieron en redes sociales, denominada “Encuentro Binacional: diálogos por la soberanía”, Mendoza le comentó al líder del Movimiento al Socialismo (MAS) que sus propuestas coincidían con el legado político de Morales en Bolivia: una nueva Constitución y la nacionalización de los recursos naturales, especialmente el gas.

De acuerdo con el periodista Aldo Mariátegui, si bien figuras regionales como Evo Morales, Alberto Fernández y Nicolás Maduro podrían servirle de soporte político a Mendoza en el continente, la grave crisis económica que atraviesan Venezuela y Argentina, sumada la situación más bien expectante de la izquierda brasileña –recuperándose de la derrota ante Bolsonaro y el encarcelamiento de Lula da Silva–, hacen que la figura del partido izquierdista español Podemos y su líder, Pablo Iglesias, sean claves en su campaña.

Esto queda evidenciado con la participación de Laura Arroyo, de la secretaría de análisis político y discurso de Podemos -posición que figura en su cuenta de Twitter-, en la campaña de Mendoza, con quien ya colaboró en 2016 y actualmente estaría asesorando a la candidata izquierdista en comunicación y medios.

“La comunista hispanoperuana Laura Arroyo Gárate, integrante del partido ultraizquierdista español Podemos, es el nexo entre el líder podemita Pablo Iglesias y Verónika Mendoza, cuya alianza fue cerrada hace unos meses [noviembre de 2020] cuando se encontraron en La Paz durante la investidura de Luis Arce. Es bastante evidente que está ahí como un elemento de apoyo, y su trabajo se nota en el entrenamiento que le dio a Mendoza para los debates, el cambio de look, la ropa, las gafas para darle un aire más maduro e inofensivo, el posicionamiento de su discurso más en el centro, mostrándose en Lima más como una socialdemócrata que una revolucionaria. Es alucinante que tengamos como testimonio vivo del fracaso monumental de la izquierda al millón de refugiados venezolanos que viven en el Perú y aun así exista gente que vote por la izquierda chavista, sobre todo en los sectores más acomodados”.

Mariátegui alerta que de ganar Verónika Mendoza, habría un “apocalipsis económico” debido a la fuga de capitales y la caída en la inversión privada, seguidos de una ofensiva de estatizaciones, controles de precios y subidas de impuestos. Además, del riesgo de que agentes cubanos y venezolanos se instalen permanentemente en el Perú.

“El Perú está severamente golpeado y debilitado por el covid-19. Un gobierno como el de Verónika Mendoza significaría, de primera, que el dólar se dispare y que la gente empiece a guardar sus ahorros debajo del colchón o en cuentas extranjeras. La inversión privada se iría al suelo, solo un empresario mal de la cabeza invertiría en un país donde los comunistas gobiernan. Ahora, cuando este tipo de partidos llegan al poder, inmediatamente aparecen los asesores cubanos en salud, educación; llegan voluntarios rojos de todas partes y te llenan el país. Una vez que los comunistas llegan al poder, se entronizan y es bien difícil sacarlos. Hacen referéndums falsos como Morales. Olvídate, de ganar Mendoza no se queda solo cinco años”, advierte.

Pedro Castillo: ‘La izquierda aldeana y folclórica’

Pedro Castillo, docente provinciano, sindicalista y candidato presidencial de Perú Libre, está en la mira de los medios y la opinión pública los últimos días debido a su rápido crecimiento en las encuestas, sobre todo se presenta como favorito de los sectores rurales andinos, al sur y el centro del país.

A pesar de su perfil político de izquierda -propone la estatización de todos los recursos estratégicos-, su visión dista de la de Mendoza, quien es más cercana a la agenda progresista a favor de la despenalización del aborto y la causa LGBT.

Castillo ha llamado oportunista a Mendoza en una entrevista en Canal N, pues solo “aparece en campaña” y no asiste a “la lucha de los trabajadores, de los médicos, de los enfermeros, de los agricultores”. Su actitud y críticas a la izquierda progresista le han generado ataques desde la prensa favorable a Mendoza y su equipo, y el periodista César Hildebrandt calificó su candidatura como folclórica, aldeana y ensimismada.

“La izquierda progre, más internacional, más cosmopolita, se burla de esta izquierda más telúrica, más provinciana, que es, tal vez, más auténtica en muchas cosas. La izquierda capitalina siempre ha tenido esa actitud de desdeñar a los provincianos. Es un reflejo típico del Perú que también se da en la izquierda. Castillo es lo último de la izquierda legal, es el del Conare [Comité Nacional de Lucha y Reconstrucción], un grupo dentro del Sutep [Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación] que es el más radical, que está tratando de quitarle el poder a Patria Roja, el partido maoísta peruano. El Conare no llega a pasar la barrera del senderismo [en referencia al grupo terrorista Sendero Luminoso], pero tiene una posición radical. El voto de Pedro Castillo es sobre todo de la zona rural de la sierra, de los sectores más populares y menos favorecidos que no siguen la agenda progresista de Mendoza”, explica el periodista.

López Aliaga, un rival incómodo

Según Mariátegui, el sorpresivo salto de Rafael López Aliaga de Renovación Popular -derecha conservadora- entre los primeros puestos en las encuestas, generó temores justificados en la caviarada como el la denomina, un grupo de académicos, activistas, periodistas y burócratas de izquierda que gozan de buena posición económica y han capturado el Estado peruano desde el gobierno de transición de Valentín Paniagua, reforzando su posición durante los gobiernos sucesivos de Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski, Martín Vizcarra y Francisco Sagasti, este último un “caviarazo de manual”, como él lo denomina, una caricatura o encarnación de lo que significa la palabra.

“Rafael López Aliaga es un candidato que irrumpe en la política peruana con un estilo propio, de decir las cosas sin anestesia. Si la izquierda progresista se ha lanzado contra él es porque le teme. Su perfil de populista de derecha llena un espacio que ellos no han conseguido tomar, un espacio de la política con fuerte arrastre popular. Aunque lejanos, el populismo de derecha tiene antecedentes históricos en el Perú. Por ejemplo, en los años 30 del siglo pasado, la Unión Revolucionaria de Luis Miguel Sánchez Cerro era un partido con fuerte apoyo popular, compitiendo con los comunistas y apristas. Al igual que pasó con Fujimori y con Humala, los ataques que sufre López Aliaga de parte de sus adversarios parecen ayudarle más que perjudicarle. Pasó de ser un desconocido en enero, a ubicarse entre los favoritos en cuestión de semanas. Fenómenos como Le Pen y su Agrupación Nacional en Francia, o Abascal y Vox en España, tienen potencial para surgir en el Perú y ser movimientos políticos permanentes, algo que aterra a la izquierda progresista, una argolla que vive a costa del presupuesto nacional desde hace diez años y le gusta decirnos como votar, como opinar, como pensar. Urge renovar el Estado”, asegura.

Cuidado con el vecindario latinoamericano

Para Eduardo Ponce Vivanco, exembajador del Perú en el Reino Unido y exrector de la Academia Diplomática, el Perú es un objetivo estratégico de primer orden para las izquierdas latinoamericanas debido a su posición central en el continente, con vista al océano Pacífico, acceso al río Amazonas y sus cuantiosos recursos naturales.

“Por su ubicación central en Sudamérica, el Perú es un objetivo estratégico de primer orden para las izquierdas latinoamericanas que ven con horror el éxito de las economías abiertas y competitivas. A la nefasta presencia de Evo Morales y Luis Arce en Bolivia, justo en nuestra frontera sur-este, pronto se sumaría la de Andrés Aráuz, el aprendiz de Correa, si gana la segunda vuelta en las elecciones de Ecuador. Con el peronismo en Argentina, Lula libre y de vuelta al ruedo político en Brasil y López Obrador en México empoderando al Grupo de Puebla, es necesario ser vigilantes y tener cuidado de lo que ocurre en el vecindario. Resulta peligroso que Evo Morales, por ejemplo, coaligado con políticos como Verónika Mendoza, gobernadores regionales y movimientos antimineros ideologizados, desestabilice el sur peruano aprovechándose de un factor étnico, el aimara, sobre todo en Puno, afectando la producción y las operaciones logísticas que permiten transportar la producción minera a nuestros puertos”, opina.

Para Ponce, a diferencia de otros países de la región que han sufrido desde 2019 continuos hechos de violencia de parte de grupos ideologizados, el Perú parece estar “inmunizado” contra la izquierda debido al recuerdo de muerte y destrucción que dejó a su paso el accionar de los grupos terroristas Sendero Luminoso -de inspiración maoísta- y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) -de corte guevarista-; no obstante, esta memoria se percibe como distante o ajena para las generaciones más jóvenes, que han terminado siendo el objetivo principal de la izquierda para sumarlos a sus movilizaciones y levantamientos.

“A diferencia de los fenómenos de violencia que hemos visto en otras capitales de la región como Quito, Bogotá o Santiago, con quema de iglesias y negocios privados, en el Perú parece que todavía estamos inmunizados contra la izquierda, una vacunación que hemos tenido no solamente ante las barbaridades que ha hecho el populismo en el país, por ejemplo, en el primer gobierno de Alan García; también por la fatalidad de haber experimentado el terrorismo de Sendero Luminoso y el MRTA que acompañó nuestra desdicha política y económica durante los años 80 y 90. Este recuerdo genera un gran pavor entre muchos peruanos, pero la verdad es que esta época es percibida como muy distante para la juventud”.

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