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Se retira para hacer avanzar la provincia 'en un clima social sereno'

La primera victoria del ‘convoy de la libertad’: Quebec ya no impondrá un impuesto a los no vacunados

Movilización de miles de camioneros contra el mandato vacunal en Canadá. Reuters

No, por supuesto, no tiene nada, pero nada, que ver con los miles de camiones que mantienen paralizada e incomunicada a la capital del país, Ottawa, y al creciente apoyo popular que se está haciendo evidente hacia la protesta; y tampoco con la asombrosa imagen de debilidad que ha dado el primer ministro, Justin Trudeau, al huir de la ciudad para refugiarse en una ‘localización desconocida’. Pero el caso es que la provincia de Quebec ha tirado a la basura su proyecto de aplicar un impuesto especial a los no vacunados. Mera coincidencia.

El primer ministro de la provincia francófona canadiense, François Legault, ha anunciado en rueda de prensa que su gobierno descarta su propuesta de ‘impuesto sanitario’, reconociendo que la tasa sugerida había «dividido profundamente a los habitantes de Quebec». De lo de ver las barbas de su vecino recortar no ha dicho nada, explícitamente. «Ahora es el momento de construir puentes», ha dicho Legault. «Para hacer avanzar Quebec en un clima social sereno anuncio que el gobierno no presentará esta ley sobre el impuesto sanitario».

La propuesta se planteó a principios de enero, cuando aún se podía aplicar con impunidad el régimen de terror sanitario, y pretendía someter a todos los adultos que aún no se habían sometido a la inoculación a un gravamen exclusivo alegando que representaban una «carga» para el sistema sanitario público (no hay otro en Canadá) de la provincia. «Quienes se nieguen a recibir la primera dosis en las próximas semanas tendrán que pagar una nueva tasa sanitaria», anunció en su día. “Sé que la situación es difícil, pero podemos superarla juntos. Tenemos que centrar nuestros esfuerzos en dos cosas: en recibir la primera, segunda y tercera dosis de la vacuna y en reducir nuestros contactos”.

No es exactamente una novedad para los habitantes de una provincia que llevan dos años sometidos a un grado de opresión rara vez visto fuera de Corea del Norte y China. La semana pasada, sin ir tan lejos, su consejero de Sanidad exigía con respecto a la asistencia a las tiendas que «cualquiera que carezca de pasaporte vacunal debe ir acompañado en todo momento por un empleado de la tienda, y no podrá comprar otros productos que los relacionados con los medicamentos que precise”.

Pero, ay, eso era en los felices tiempos previos a que los camioneros empezaran a llenar las carreteras con rumbo a Ottawa en protesta contra el pase vacunal, un espectáculo que ha hecho redescubrir a no pocos políticos el amor a la libertad.

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