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Entre activistas de izquierdas y los titanes empresariales

La revista TIME revela la conjura secreta que dio la victoria a Biden

Todos nos hemos preguntado alguna vez, viendo una película de James Bond o de ese palo, por qué cuando el Genio del Mal tiene en su poder al héroe no le pega sin más cuatro tiros, en vez de perder el tiempo contándole detalladamente sus planes. Bueno, sí, sabemos por qué lo hace: porque es cine, y es un medio para que el espectador se ponga al día.

Y, sin embargo, creo que hay algo más, algo que refleja cierta realidad; que los poderosos, al fin, se resienten del anonimato necesario y de la imprescindible discreción, y quieren atribuirse la victoria en cuanto la ocasión lo permita, o incluso cuando no.

Es, además, un modo de dejar claro quién manda, un mensaje de que toda resistencia es fútil. Así, el presidente y fundador del Foro Económico Mundial puede publicar un vídeo titulado El Gran Reinicio y la revista TIME usar la misma expresión -por lo demás bastante común, al menos en el sector financiero, desde hace algún tiempo- en su propia portada, pero si usted hablar de él o lo cita, es un conspiranoico descerebrado.

En cuanto a las elecciones presidenciales norteamericanas, que aquí hemos seguido día a día, nuestras contribuciones podían perfectamente tacharse de conspiranoicas o, al menos, de dar voz a las versiones que veían en ella una especie de conjura para forzar la marcha de Trump casi a cualquier precio, y eso es lo que ahora viene a reconocer la revista TIME en su reportaje, titulado con todo el descaro del mundo “La Historia Secreta de la Campaña en la Sombra Que Salvó las Elecciones de 2020”. ¿Cómo era aquello de “no sé qué, no sé qué, y decimos que llueve”?

De verdad, dejen esto (temporalmente) y lean el artículo, que no tiene desperdicio.

¿No me quieren hacer caso? Bueno, pues cita literalmente las sospechas denunciadas por el propio Trump el 2 de febrero: “Todo fue muy, muy extraño. A los pocos días de las elecciones asistimos a un esfuerzo orquestado para ungir al ganador, incluso cuando muchos estados clave aún no habían finalizado el recuento”. Y añade el redactor de TIME: “En un sentido, Trump tenía razón”. Oh, estupendo.

“Tras las bambalinas se estaba desarrollando una conjura que frustraba las protestas y coordinaba la resistencia de los CEO”. Sigue, por favor.

“Ambas sorpresas fueron consecuencia de una alianza informal entre activistas de izquierdas y los titanes empresariales”. Muy natural, ¿no? Lo que lo anglos llaman “un matrimonio hecho en el cielo” y de lo que nos hemos ocupado ya en estas páginas. ”El pacto se formalizó en una sucinta declaración conjunta que pasó desapercibida de la Cámara de Comercio y la federación sindical (AFL-CIO) publicada el día de las elecciones”.

Sindicatos y patronal de la manita; solo podrían ser los ‘buenos’, ¿verdad? No da en absoluto ningún miedo.

Venga, sigamos: “Su labor afectó a todos los aspectos de las elecciones. Lograron que algunos estados cambiaran los sistemas y normativas electorales y recaudaron cientos de millones en financiación pública y privada”. Ya nos quedamos más tranquilos.

Por supuesto, todos estos esfuerzos en la sombra, esta conjura ahora confesa, era la de los buenos, no para perpetrar un fraude, sino para “fortificar” la democracia, que ha sido siempre el deseo ferviente de las élites, sobre todo cuando coinciden multinacionales, sindicatos, medios de comunicación, Hollywood, Wall Street y la Ivy League.

Y así se produjo la operación, “aunque suene a febril sueño paranoide: una cábala bien financiada de personajes poderosos, abarcando diversos sectores económicos e ideologías, colaborando tras bambalinas para influir en las percepciones, cambiar reglas y leyes, condicionar la cobertura informativa y controlando el flujo de noticias”.

No sé ustedes, pero yo me he quedado mucho más tranquilo.

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