«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La entidad ha trabajado en Ucrania

Los correos que prueban la participación de Hunter Biden en la financiación de una empresa especializada en investigar patógenos peligrosos

El presidente de EEUU, Joe Biden, y su hijo Hunter. Fotografía de archivo. Reuters
Joe Biden y su hijo Hunter. Reuters

Que los rusos denunciaran la existencia de laboratorios de investigación virológica norteamericanos, con vistas a la guerra bacteriológica, en Ucrania puede descartarse fácilmente como un intento más de justificar una invasión injustificable, como también era de cajón que Washington lo negara calificándolo de burda desinformación bélica de Moscú. Y aquí entra el infame portátil del vástago de los Biden, Hunter, y sus oscuros negocios en Ucrania.

Todos recordamos el asunto del portátil de Hunter, la revelación bomba que pudo haber cambiado el voto de millones de norteamericanos si no se hubieran empleado a fondo las terminales mediáticas del régimen para negar su veracidad, achacando toda la historia a la ya cansina «desinformación rusa».

Pero, pasadas ya las elecciones y conseguido el objetivo de llevar a Biden a la Casa Blanca, los medios y las agencias federales han empezado a reconocer que sí, que el portátil es auténtico, aunque todavía se conoce solo una porción mínima de su contenido. Aunque suficiente, en tiempos mejores, de derribar más de una administración.

Ya es mala suerte que Hunter, sin experiencia ni conocimientos especiales, estuviera en el Consejo de Administración de la mayor gasística, Burisma, del mismo país que ha sido invadido por Rusia. Pero es que los contactos de Hunter (y, con toda probabilidad, de su padre) con el país que revelan sus correos van más allá de la mera corrupción a partir de una empresa energética. Y tocan precisamente el delicado asunto de los presuntos laboratorios denunciados por Moscú.

Pero nuevos correos examinados en el portátil de Hunter prueban que el vástago del presidente ayudó a asegurar millones de dólares en fondos para Metabiota, un contratista del Departamento de Defensa que se especializa en la investigación de enfermedades causantes de pandemias y que podrían usarse como armas biológicas. Y después de dos años de pesadilla con una pandemia provocada por un patógeno que, con toda probabilidad, salió de un laboratorio de Wuhan parcialmente financiado por fondos norteamericanos, la sensibilidad con este asunto está en máximos históricos.

Revela el diario británico Daily Mail que Hunter presentó Metabiota a Burisma para un «proyecto científico» que implicaba laboratorios de alto nivel de bioseguridad en Ucrania. Y aunque Metabiota se vende sencillamente como una empresa de datos biomédicos, su vicepresidente envió un correo electrónico a Hunter en 2014 contando cómo su firma podría «afirmar la independencia cultural y económica de Ucrania frente a Rusia», algo que no parece la meta de una empresa corriente de biotecnología.

Los correos electrónicos y los datos del contrato de Defensa revisados por el Daily Mail sugieren que Hunter tuvo un papel destacado en asegurarse de que Metabiota pudiera realizar su investigación de patógenos a solo unos cientos de millas de la frontera con Rusia.

Metabiota ha trabajado en Ucrania para Black & Veatch, un contratista de Defensa estadounidense con estrechos vínculos con las agencias de Inteligencia militar, que construyó laboratorios seguros en Ucrania que analizaban enfermedades mortales y armas biológicas. A principios de este mes, los funcionarios estadounidenses advirtieron al Congreso que «las fuerzas rusas pueden estar tratando de hacerse con el control» de estas «instalaciones de investigación biológica», lo que generó temores de que patógenos mortales e incluso manipulados pudieran caer en manos rusas.

El hijo del presidente y sus colegas invirtieron 500.000 dólares en Metabiota a través de su firma Rosemont Seneca Technology Partners.

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