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El fanatismo climático es una de las causas del incremento de los precios

Mientras el Gobierno es incapaz de aliviar la crisis energética, Garzón muestra su preocupación por la temperatura de los polos

Alberto Garzón cambio climático
Alberto Garzón, ministro de Consumo. Europa Press.

En medio de la crisis económica y social que está sufriendo España, el ministro de consumo, Alberto Garzón, ha alertado de un problema cuya solución «no puede demorarse más»: las temperaturas del Ártico y el Antártico.

“Durante este fin de semana se han registrado 30ºC más de lo normal en el Ártico, y 40ºC más de lo normal en el Antártico. Estas son señales inequívocas del cambio climático, y una radical descarbonización de las economías no puede demorarse más”, escribió el ministro de Consumo en su cuenta de Twitter este lunes.

Garzón comentaba así un artículo del diario británico The Guardian ―sí, el mismo medio al que concedió la célebre entrevista en la que criticó a parte de nuestra industria cárnica― en el que se alertaba sobre unas olas de calor en los polos del planeta.

España está viviendo una grave crisis. Desde hace nueve días, los transportistas están en huelga; los suministros están colapsando por todo el país; grandes empresas están cerrando sus fábricas y en algunas de ellas ya se están acometiendo ERTEs; la escalada del precio de los carburantes, la luz y los alimentos están suponiendo la ruina de millones de españoles; el malestar ―cuando no desesperación― de los autónomos sigue creciendo. Mientras todo esto sucede, Garzón, uno de los miembros del Gobierno que nos ha traído a esta situación, está preocupado por el cambio climático.

Pero es que, además, la obsesión ecológica que profesa el ministro es una de las causas que nos han llevado a esta coyuntura. Este mismo martes, el vicepresidente de Área Política de VOX, Jorge Buxadé, lo ha explicado a la perfección. En un artículo en La Gaceta de la Iberosfera, el eurodiputado ha señalado cómo es precisamente el fanatismo climático del que ha dado muestra Garzón ―y que se ha apoderado de la política comunitaria europea y nacional― el causante real del incremento exponencial de los precios de la electricidad y de su efecto brutal en la inflación; el que nos ha llevado a esta terrible situación.

Dado el panorama de creciente malestar social que estamos viviendo, recomendaríamos a nuestro ministro de Consumo que se abstuviera de aparecer, de tuitear; que pasara lo más desapercibido posible. Si no, los españoles podrían empezar a preguntarse por qué tienen que pagar su sueldo de 75.000 euros o los casi 60 millones de presupuesto del ministerio que dirige, cuando sus mayores logros desde que asumiera la cartera han sido regañarles por comer carne, convocar una huelga de juguetes, y predicar las bondades de la nueva religión climática a golpe de Twitter.

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