«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La capital de Ecuador cumple 487 años de fundación

Quito se sobrepone a la narrativa correísta y celebra su aniversario reivindicando su tradición hispanista

Niños portando la bandera de Ecuador. EUROPA PRESS

La capital del Ecuador celebra cada año, por más de una semana, sus fiestas fundacionales. Es una particularidad poco recurrente en Hispanoamérica, donde la separación de España es más celebrada que la unidad.

Tal es el vínculo de Quito con sus raíces hispanas que el escudo, que aparece en el centro de la bandera, fue creado y autorizado nada menos que por el primer rey de España, Carlos I, nieto de los Reyes Católicos, apenas seis años después de la fundación de la ciudad.

Pese a la insistencia del socialismo del siglo XXI de destruir el legado español del país ecuatorial, no lo ha logrado. Tampoco lo ha conseguido la pandemia. Los quiteños todavía celebran su identidad con pirotecnia, música en vivo, bailes tradicionales, licores típicos para el frío andino y el juego de cartas que nació en la ciudad: el 40.

Quito tiene reina y soberana

De hecho, las fiestas inician con la elección de la soberana de la ciudad; no una “miss”, sino la Reina de Quito, que además de embellecer a la ciudad es quien se encarga de la solidaridad hacia los más necesitados. La Fundación Reina de Quito, compuesta por exreinas, cuida de las personas con Síndrome de Down, por ejemplo.

Fiel a la herencia española, que a diferencia de los reinos lindantes con ley sálica (que impedía a las mujeres gobernar), la ciudad se destaca por tener una reina. Si bien en la actualidad no cuenta con poderes políticos, sí gestiona y ennoblece a la ciudad junto a su corte.

El recientemente expulsado alcalde de Quito, Jorge Yunda, había eliminado el certamen (el año pasado lo realizó el sector privado, por medio de la Fundación Reina de Quito). Una vez que Yunda fue depuesto por corrupción, la ciudad recuperó su tradición. El vicealcalde Santiago Guarderas asumió el papel de burgomaestre y le devolvió a la ciudad su soberana.

El socialismo intentó borrar la huella española

Yunda fue encargado de comunicaciones en el Gobierno de Rafael Correa, quien atacó la quiteñidad y la hispanidad de manera incesante y continua, consistente con el legado de Hugo Chávez. Cuando su aliado político e ideológico Augusto Barrera fue alcalde hasta alteró el himno de Quito para borrar toda huella española.

Todavía está disponible en la página web de la presidencia del Ecuador lo que vociferó Correa cuando el siguiente alcalde cantó el himno completo. «En Ecuador existen personas que quieren regresar al pasado», reclamó

Y es que, por medio del nuevo alcalde, Quito volvió a cantar los versos que honran el legado hispano e indígena a la par:

Oh ciudad española en el Ande/ oh ciudad que el Incario soñó/porque te hizo Atahualpa eres grande/ y también porque España te amó.

Marx llamó a destruir el pasado para dominar el futuro

Fiel a la terminología marxista, Correa espetó:

Este gesto fue celebrado por los medios de comunicación privados de la capital. Por ejemplo,  El Comercio, en su página editorial, publicó una caricatura que festejaba ese cambio. La oposición mediática intenta en estos días convertir la llegada de Rodas a la Alcaldía en un símbolo supuestamente de libertad, democracia y diálogo.

Correa reclamó cómo no se le dio suficiente importancia al verso independentista “Cuando América toda dormía/oh muy noble ciudad, fuiste tú/ la que en nueva y triunfal rebeldía/ fue de toda América luz.

“Yo prefiero la estrofa que habla de Quito como Luz de América (…) Quito no es grande porque España la amó, sino, es grande por ser Luz de América; por su espíritu independentista; por los quiteños”, reprochó.

Y es que no se ajusta a la realidad, el mal llamado “primer grito de independencia” en realidad fue un primer grito de lealtad. Los quiteños fueron unos de los primeros en Hispanoamérica en pronunciarse a favor del legítimo rey Fernando VII cuando Napoleón Bonaparte invadió España y ocupó arbitrariamente el trono a través de su hermano José Bonaparte. Los hispanoamericanos lo rechazaron enérgicamente, Quito lo hizo el 10 de agosto de 1809.

Ecuador es el único país que no celebra su “independencia” de España. Primero porque no existía como nación previamente y, sobre todo, porque después del proceso de secesión pasó a formar parte del proto-imperio de Simón Bolívar, la Gran Colombia.

Aunque Guayaquil sí celebra su independencia como ciudad (también Cuenca y Loja), no existe la celebración como nación. En el caso de Guayaquil, las celebraciones fundacionales duran todo el mes. Así solía ser en tiempos prepandémicos con las fiestas “julianas”. Era usual en el tiempo de la Conquista que las ciudades fuesen denominadas en honor al santo del día. Así sucedió con Santiago de Guayaquil, el 25 de julio, día del santo patrono de España: Santiago.

Si bien la huella hispana persiste, en San Francisco de Quito hubo fiesta brava de renombre internacional, hasta que el socialismo del siglo XXI se lo quitó. Por medio de una Consulta Popular se terminaron las corridas de toros en la ciudad y por ende en la fiesta fundacional.

Sin embargo, no se prohibió a nivel nacional. Los quiteños van a las ciudades de Ambato, Riobamba y Latacunga principalmente, aunque también a las parroquias rurales de Yaruquí, por ejemplo. Este año la fiesta se vivió en Latacunga al grito de “libertad” y “Fuera Correa, fuera”, por ser quien les quitó a los quiteños el corazón de la fiesta.

Decía Karl Marx, padre del socialismo científico, que en la sociedad burguesa el pasado domina el presente, en la sociedad comunista el presente domina el pasado. Por eso cuando los socialistas están en el poder (como sucede en España) luchan por eliminar el pasado, desenterrar a los muertos si es necesario.

Como dijo George Orwell: “quien controla el presente, controla el pasado y quien controla el pasado controla el futuro”. Pues solo un pueblo sin raíces puede ser dominado.

En estas fiestas (celebradas en Latacunga) no se reportó ningún incidente violento en los alrededores de la plaza, lo cual mostró que no son los taurinos los violentos que acusan sus detractores. En cambio en Quito, donde ya no hay fiesta brava, sí hubo incidentes de peleas y destrozos, en medio de una ingesta masiva de alcohol.

Esto a su vez despertó reclamos por un nuevo encierro por causa de la pandemia del coronavirus e incluso un cese a las fiestas. Pero fueron ignorados. La fiesta continuó y todo indica que continuará, como ha sucedido desde el 6 de diciembre de 1534.

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