En todo el mundo -más de 7.500 millones de personas- se han confirmado menos de 250 de Ómicron, una supuesta variante del virus SARS-COV2 identificada en Sudáfrica con síntomas inusualmente leves. Pero da igual: los Centros de Control de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, dirigidos por la misma mujer, Rochelle Walensky, que hace dos meses reconoció que las ‘vacunas’ “no pueden impedir la transmisión” del virus, están ya presionando a la Casa Blanca para que restrinja aún más las posibilidades de viajar a Estados Unidos.
Y Biden ha cogido al vuelo la sugerencia, insinuando en una rueda de prensa que la tomaría muy en cuenta y cediendo la batuta al Dr. Anthony Fauci, el hombre que pasó plausiblemente de financiar en Wuhan la creación del virus a dirigir la lucha contra él.
Pero, como en una reedición de las condiciones previas a la Guerra de Secesión, ahora son los estados rebeldes el único valladar con que cuentan los ciudadanos para protegerse de este continuado e interminable recorte de libertades y derechos. Una vez más, el gobernador republicano de Florida, Ron DeSantis, le ha parado los pies a la administración federal, asegurando que no permitirá que esta “histeria alentada por los medios” lleve a una nueva vulneración de los derechos de los ciudadanos de su estado, prometiendo: “En Florida, no dejaremos que os confinen”.
En una rueda de prensa celebrada en Orlando, DeSantis comentó que “vi ayer a Fauci en la televisión diciendo que no podía descartar nuevos confinamientos, y ni siquiera el presidente Biden lo ha descartado. Dijo que por ahora no. Bueno, déjenme decirles algo: en Florida no les dejaremos que os encierren”.
“No les dejaremos que os quiten vuestros empleos. No les dejaremos que perjudiquen vuestros negocios. No les dejaremos que cierren vuestras escuelas. La definición de locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando un resultado diferente. Los confinamientos no detuvieron el covid”, dijo, comparándolo con la ineficacia del mandato de llevar mascarillas como medio para detener la expansión del virus.
De Santis recordó todas las promesas y vaticinios con los que la administración justificó sus medidas abusivas y que han fracasado. “El año pasado nos dijeron que la mascarilla acabaría con la pandemia si la usaba un 80%. La ha usado una proporción mayor y no ha funcionado. Nos dijeron que podías contagiarte de covid a partir del contacto con superficies, y no es cierto. No han sido sinceros sobre el origen del virus y han ignorado abiertamente la inmunidad natural”.
Y ahora llegan las primeras noticias de una variante, sin disponer aún de ningún dato relevante y con la descripción de la enfermedad que provoca como muy suave y los gobiernos parecen volverse locos. “¿A qué vienen estas reacciones automáticas?”, se pregunta DeSantis, cuando el propio Fauci reconocía recientemente que el virus nunca va a desaparecer, sino que se convertirá en una más de las enfermedades respiratorias endémicas del invierno.
