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MADURO SE ENSAÑA CONTRA OPOSITORES

Se complica la misión de Borrell para lavarle la cara al chavismo de cara al fraude de noviembre

Foto: EuropaPress
El tirano de Venezuela, Nicolás Maduro. Europa Press

La tiranía chavista ha embestido de nuevo. Este lunes los cuerpos represivos del régimen han interceptado en una autopista de Caracas al dirigente del partido Voluntad Popular (VP) y Diputado electo en 2015, Freddy Guevara, llevándoselo detenido. 

La esposa de Juan Guaidó, Fabiana Rosales, ha denunciado que simultáneamente a la detención de Guevara las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) se han presentado en su residencia intentando –sin éxito– detener al llamado ‘presidente interino’. 

Estas acciones son la derivación de la versión que ha ofrecido chavismo sobre los hechos de violencia acontecidos en la Cota 905 (al oeste de Caracas) durante la semana pasada. El régimen ha señalado que los grupos criminales (comandados por el “Koki”) que mantuvieron en vilo a los caraqueños durante varios días habían sido entrenados por paramilitares colombianos y sus acciones estaban enmarcadas dentro de planes “extremistas de la derecha” encarnada en Juan Guaidó y los gobiernos de Colombia y los Estados Unidos. 

Unos grupos delictivos que fueron incentivados por el propio chavismo a través de una política de relajamiento, permisividad y pacto con los cabecillas de las bandas desde el 2013, insólitamente terminaron siendo señalados como instrumentos utilizados por la oposición local y foránea al régimen para crear un clima de caos y subversión dentro del país caribeño.

Guevara, quien forma parte del círculo íntimo de Guaidó, sería imputado por los delitos de terrorismo, atentado contra el orden constitucional, concierto para delinquir y traición a la Patria, según ha indicado el Fiscal General chavista, Tarek William Saab

Huelga decir que la oposición que lidera Guaidó ha promovido desde hace meses un “Acuerdo de Salvación Nacional”. Una iniciativa consistente en plantear una negociación con el chavismo para, junto a la oposición, poner fin a la crisis venezolana. Sin embargo, el mensaje  enviado a comienzos de esta semana desde las filas rojas ratifica que el chavismo no parece tener demasiadas ganas de transigir con sus opositores.

Todo esto se produce en un contexto en el que la misión que ha enviado la Unión Europea a Venezuela sigue en Caracas. Todo ello para valorar si existen o no condiciones para aprobar la presencia de observadores de la UE en las elecciones convocadas por el régimen para noviembre próximo. 

Los cruentos enfrentamientos que han dejado muertos y heridos civiles en la cota 905 y sus inmediaciones, aunados a la crispación motivada por las detenciones y el hostigamiento promovido por la tiranía contra opositores al régimen parecen haberle complicado el panorama a los encomenderos de Borrell en la nación sudamericana.

El régimen no se la ha dejado fácil a los integrantes de la misión para decir en Europa que han conseguido condiciones que permitan pensar en unas elecciones medianamente transparentes de cara a los meses próximos, o que la celebración de dichos comicios pueda ayudar a resolver el complejo entuerto en el que está sumida Venezuela actualmente.  

El desbordamiento de la violencia en la capital venezolana justamente cuando estaba de visita la delegación europea parece haber impulsado a Maduro a intentar generar una respuesta rápida que le permita hacer algún tipo de control de daños sobre su imagen internacional.

El tirano venezolano se ha presentado ante la opinión pública el domingo, proclamando su victoria ante los grupos delictivos  que  mantuvieron en vilo a la ciudadanía y ratificando la especie de que todo se trató  de una embestida organizada por EEUU, Colombia y la oposición local, con lo que dejó el campo abierto para tomar represalias –como en efecto ha ocurrido a principios de la semana con los casos de Guevara y del propio Guaidó–. 

Detrás de todo parece estar la intención de Maduro de dejar en claro que es él y no otro el que maneja los hilos del poder en Venezuela, queriendo reafirmar su imagen de gobernante que –para bien o para mal– es quien tiene la última palabra a la hora de decidir lo que pasa y deja de pasar en el país. Que si Europa, EEUU o la propia disidencia local quieren adelantar cualquier proceso de negociación, tendrán que pasar los puentes que trace Maduro.

Ratificar la narrativa de la agresión externa con complicidades internas le permite además al número uno del chavismo seguir en su perenne campaña de victimización ante el mundo. Esa que indica que todo lo malo que pasa en Venezuela es culpa de conspiraciones fraguadas en la sombra entre actores internacionales y dirigentes políticos opositores empeñados en deponer al régimen a través de métodos de fuerza. 

Otra posible lectura del asunto pasaría por el hecho de que algún sector del régimen que no es controlado plenamente por Maduro y que posee capacidad de mando sobre las fuerzas represivas de la tiranía habría jugado a ordenar la persecución y captura de líderes opositores justamente para torpedear las escuetas señales de garantías y buena voluntad que ha mostrado el chavismo en semanas previas, destinadas a hacer pensar que es posible resolver el conflicto venezolano mediante elecciones que cuenten con el visto bueno de Europa y los EEUU. 

Se trataría entonces de una jugada de sectores que no estarían cómodos con la reciente tesis de aflojar algunas presiones que ha puesto en marcha Maduro, todo ello con el objeto de enviar un mensaje de radicalismo revolucionario a la comunidad internacional y hacer valer una posición de fuerza ante esta. 

A esta altura es imposible saber con plena seguridad por qué el chavismo ha decidido embestir de nuevo justo en este momento. Sin embargo, más allá de las interpretaciones están los hechos. Y hasta esta altura estos nos hablan de que, frente a la situación comprometida de la Cota 905, el régimen ha decidido echarle la culpa de ello a la oposición y por acto reflejo ha procedido a hostigarla otra vez. Sin medias tintas.

La pelota queda, en gran medida, en el campo de los actores de la comunidad internacional que todavía creen que Maduro y su régimen son capaces de ablandarse al punto de permitir un desmontaje progresivo de la tiranía a través de elecciones.

¿Será que despertarán algún día? ¿Servirán estas agresiones para que la oposición capitaneada por Guaidó tome nota de la poca o nula voluntad del chavismo para procurar su salida negociada del poder?

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