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UN GOBERNANTE RECHAZADO POR LOS PERUANOS

Subversión en Perú: Sagasti quiere imponer la agenda del globalismo

En dos semanas de diciembre de 2001 y enero de 2002, los argentinos tuvieron tres presidentes: Fernando de la Rúa, Adolfo Rodríguez Saá y Eduardo Duhalde. Parecía un récord difícil de superar, pero este noviembre los peruanos han tenido tres presidentes en una sola semana: Martín Vizcarra, Manuel Merino de Lama, que duró cinco días en la jefatura del Estado, y Francisco Sagasti.

Como tantas repúblicas iberoamericanas desde su independencia, Perú apenas ha conocido el aburrimiento de la estabilidad institucional y política. Desde el final de la dictadura militar de izquierdas del general Velasco Alvarado, Perú se ha enfrentado a la violencia genocida del terrorismo de izquierdas y a la dictadura de Alberto Fujimori (1995-2000). Cuando éste huyó, se sucedieron tres presidentes, Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala, que completaron su quinquenio. A pesar de sus diferencias ideológicas, los tres acertaron en mantener las reformas económicas de Fujimori (quien, por otro lado, aprobó planes de esterilización de mujeres), gracias a las cuales el país triplicó su renta per cápita. 

En 2016, fue elegido Pedro Pablo Kuczynski por sólo 50.000 votos de ventaja sobre Keiko Fujimori. En el apoyo a Kuczynski se unió todo el viejo espectro político: la extrema izquierda, los democristianos y, cómo no, Mario Vargas Llosa. De esta manera, Perú, un país con un pueblo católico y de derechas, tuvo un presidente que pretendió aplicar la agenda del globalismo: aborto, matrimonio homosexual, ideología de género…. Millones salieron en varias ocasiones a las calles para protestar y detener, junto con los partidos de la oposición en el Congreso, las propuestas que atacaban la familia. Se puso en circulación el lema #ConMisHijosNoTeMetas. 

Kuczynski dimitió en 2018 debido a los indicios de corrupción por parte de la constructora brasileña Odebrecht, cuyos tentáculos se han extendido por casi toda América. Le sucedió su primer vicepresidente, el izquierdista Martín Vizcarra, que conservó las directrices básicas del anterior presidente y a varios de sus altos cargos. Este presidente ha durado poco más de dos años y medio. Disolvió el Congreso para destrozar a los partidos que se le oponían, giró más a la izquierda y redobló las políticas del globalismo. El Gobierno derogó la Ley de fortalecimiento de la familia para sustituirla por otra que promociona las “familias democráticas”; y, además, tuvo tiempo para elaborar una ley de cambio climático.

Las ‘revoluciones de colores’ se han trasladado a América. En Chile han forzado una asamblea constituyente al margen de las normas constitucionales

El nuevo Congreso, elegido en enero pasado, le destituyó el 9 de noviembre y nombró en su lugar al presidente de la Cámara, Manuel Merino, de la democristiana Acción Popular, el partido más votado. Pero entonces la izquierda, azuzada por los medios de comunicación y las ONG, que temían quedarse sin las subvenciones con que Vizcarra les regó, se echó a las calles. Las violentas protestas contra Merino concluyeron con la dimisión de éste el 15 de noviembre. El nuevo presidente, Francisco Sagasti, proviene del partido Somos Perú, que sólo reunió un 6% del voto en las elecciones parlamentarias. 

En una entrevista en diciembre pasado, Sagasti se presentó como un hombre de “centro republicano”, lo que, según él, suponía apoyar el matrimonio homosexual y la despenalización del aborto. En conclusión, una minoría ha colocado a los peruanos cristianos un presidente que pretende imponerles unas leyes propias de Bélgica o Nueva York. Ahora cesarán las revueltas en Lima.

Las ‘revoluciones de colores’ se han trasladado a América. En Chile han forzado una asamblea constituyente al margen de las normas constitucionales. En EEUU han arremetido contra el presidente de Trump. Y en Perú han puesto a un gobernante rechazado por los peruanos.

Si sois mayoría, pero estáis desorganizados, la minoría os hará bailar a su gusto.

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