«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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El jefe de la Junta de Estado Mayor garantizó que boicotearían el ataque

Trump acusa de ‘alta traición’ al general Milley tras confesar este que avisaría a los chinos de un ataque americano

El expresidente de Estados Unidos Donald Trump. Reuters

En todos los códigos del mundo se llama ‘alta traición’, y es un delito que a menudo se paga con la vida. En Estados Unidos, al parecer, puede hacerse sin perder siquiera el cargo y las prebendas si se hace contra el presidente adecuado. Nos referimos a las declaraciones del general Mark Milley, jefe de la Junta de Estado Mayor de Estados Unidos, al mítico periodista Bob Woodward, que lo cuenta en su último libro, en colaboración con Robert Costa, ‘Peril’.

Según lo que aparece en el libro, el general, durante la Administración Trump y a espaldas del presidente, llamó a un homólogo chino para asegurarle de que, en caso de que el neoyorquino ordenase un ataque contra el país asiático, él mismo le llamaría para avisarle antes. Eso, en toda tierra de garbanzos, es traición.

En un par de llamadas secretas, revela el libro, el general garantizó a su homólogo chino Li Zuocheng que boicotearían las ordenes de ataque del presidente. Es decir, el ejército, en una democracia, no obedecería a la autoridad civil elegida por las urnas. El desastre de la retirada norteamericana de Afganistán ya era para que Milley dimitiera con deshonor; pero esto es de cárcel, por no hablar de que se trata de un peligrosísimo precedente de un militar deslegitimando a la autoridad civil.

Así lo ha entendido Trump, quien ha declarado que si lo que dice el libro es cierto, Milley tendrá que comparecer ante los tribunales acusado de traición. Como afirma en una nota, “si la historia de “Tonto-del-culo” General Mark Milley… es cierta, presumo que sería juzgado por traición al haber estado tratando con su homólogo chino a espaldas del presidente y diciéndole a China que les daría notificación de “un ataque”.

Y añade que «la buena noticia es que esta historia es ‘Fake News’ cocinada a pachas por un general débil e ineficaz junto a dos autores a los que negué una entrevista porque escriben ficción, no hechos. Deberían tomarse medidas inmediatas contra Milley, y se debería promocionar a generales de mayor talla, que abundan, para que nunca vuelva a suceder un desastre como el de Afganistán”. Y termina: “Por cierto, nunca se me pasó por la cabeza atacar a China. Y China lo sabe”.

Nada más ser investido Trump como 45º presidente de Estados Unidos, el mensaje dominante en los medios era que el hombre estaba tan loco y era tan peligroso, tal amenaza para el mundo entero, que lo justo y patriótico era boicotear sus órdenes, una actitud que se mantuvo inalterada incluso después de que Trump demostrara ser el presidente más pacífico en muchas décadas y apagara fuegos geopolíticos hasta entonces intratables en vez de provocarlos. El guion oficioso caía en la esquizofrenia de ridiculizar como conspiranoicos de gorrito de papel de plata, por un lado, a quienes denunciaban la acción del ‘Estado profundo’, eso qué es, y, por otro, aplaudir cada vez que ese Estado profundo (que no es otra cosa que la Administración permanente) desobedecía abiertamente las ordenes del hombre elegido por los norteamericanos para gobernar. De hecho, basta citar el reportaje de Chris Cillizza para CNN titulado ‘13 ocasiones en las que la gente que trabajaba directamente para Donald Trump le desobedeció”.

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