Los cuidadores del presidente Biden permitieron al fin que se sometiera a una rueda de prensa, pero en una bici con ruedines, si ustedes me entienden: reporteros preseleccionados -de Associated Press, Washington Post, NBC News, Reuters y Bloomberg News- en su mayor parte y, en general, una prensa amorosa como un padre que cuelga en la pared los monigotes de su infante como si fuese un Rembrandt.
En cualquier otro tiempo, o en un presidente republicano, todos los medios, todos hasta el último, coincidirían en que fue un patético desastre: apenas salía airoso de las preguntas más sencillas y varias veces perdió la pista de lo que estaba diciendo. Pero para la catástrofe absoluta que se temía y con unos medios fanáticamente decididos a no ver lo que tienen delante, puede decirse que salió airoso.
No fue, desde luego, una rueda de prensa al uso, más bien un teatrillo con respuestas disimuladamente escritas a preguntas que se sabían de antemano. La diferencia con una rueda de prensa de Trump, que parecía el espectáculo de un domador de leones rodeado de fieras hambrientas, es abismal.
Y, hablando de Trump, el expresidente, ya en campaña para las presidenciales de 2024 y que no se calla ni debajo del agua, se presentó en el programa de Laura Ingraham, en la Fox, para responder a algunas acusaciones vertidas por Biden en la ocasión.
En un tiempo récord, la imprudencia de Biden (o de quien sea) ha provocado la mayor crisis en la frontera sur de Estados Unidos de la historia, y el presidente tuvo la presencia de ánimo (lo que los americanos llaman ‘chutzpah’, un término yiddish) de echarle la culpa a Trump, a quien acusó de dejar que los MENAs “se murieran de hambre” al otro lado de la frontera. «Cuando un niño no acompañado acaba en la frontera, no vamos a dejar que se muera de hambre y se quede al otro lado. No lo ha hecho ninguna administración anterior, salvo la de Trump. Yo no lo voy a hacer”, dijo Biden.
No hay que decir que a Trump aquello no le sentó demasiado bien. «Para empezar, es exactamente al revés”, dijo el expresidente en el programa de Ingraham. “Para cuando terminamos lo que estábamos haciendo [en la frontera], muy poca gente se presentaba porque sabía que no iba a pasar”.
“Lo principal era que teníamos la política ‘Quédate en México’, y eso significaba que no íbamos a dejar a la gente esperando en nuestro país hasta ser completamente investigados, lo que no sucedía con la mayoría, que tenía que volver a su país”, añadió. “Lo que están haciendo ahora es indignante. Deberían terminar el muro”.
De ahí pasó a… todo. Se despachó a gusto. ¿Política energética? «Están destruyendo nuestro país, y el precio de la gasolina está subiendo. Somos energéticamente independientes, yo conseguí eso. Pero en otro par de meses dejaremos de serlo. Y fíjate lo que está sucediendo con el precio de la gasolina, ha subido más de un dólar, eso es un pesado impuesto para la gente”.
¿Política exterior? Trump entró a saco con la desastrosa cumbre chino-estadounidense en Anchorage, Alaska, la semana pasada, calificándola de “absoluto bochorno”. «Nunca hemos vivido algo así. Fue un bochorno absoluto para nuestro país, no me lo podía creer”, dijo. Y añadió. “Nosotros nos hubiéramos marchado. Nadie habló nunca a mi grupo de esa manera, nadie me ha hablado a mí de esa manera”.
“Si lo hubieran hecho, duplicaría los aranceles, algo que, sinceramente, con toda probabilidad deberíamos haber hecho en cualquier caso. Yo recuperé miles y miles de millones de China. Estábamos recuperando empresas, estaba yendo francamente bien. Y China nos respetaba».
Finalmente, el expresidente se centró en la propia rueda de prensa. «Se las dejaban botando”, dijo de las preguntas planteadas por los periodistas. Recordó sus rifirrafes con una prensa ferozmente hostil en sus ruedas de prensa, especialmente con el agresivo Jim Acosta de CNN. Biden no tuvo nada parecido, al contrario. “Y si Jim Acosta hubiera estado allí, le hubiera hecho preguntas muy facilitas, es otro mundo”.
