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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Proclamar la divinidad de Cristo, posible delito de odio en Reino Unido

La primera ministra de Reino Unido, Theresa May

La hodierna definición de ‘crimen de odio’ en Reino Unido se fundamenta en el hecho de que una persona se sienta ofendida


En una sociedad en la que enunciar tautologías y obviedades es considerado ‘nazi’, fascista’ o ‘ultracatólico’ (recordemos la polémica suscitada por el autobús de Hazte Oír), nada debería desconcertamos. Ni siquiera que en Reino Unido proclamar la divinidad de Cristo pueda constituir, si alguien se ofende por ello, un delito de odio.
En un debate parlamentario que tuvo lugar la pasada semana, el miembro del UKIP Lord Pearson de Rannoch formuló una pregunta relacionada con esta cuestión al Gobierno británico: ‘¿Confirman inequívocamente que un cristiano que dice que Jesucristo es el hijo del único Dios verdadero no puede ser arrestado por crímenes de odio o cualquier otra ofensa, por mucho que eso ofenda a un musulmán o a cualquier persona?’
En vez de responder, como habría dictado el sentido común, con un rotundo ‘sí’ a esta interrogación, la baronesa Vere de Norbiton optó por lavarse las manos: ‘Señores, no voy a comentar nada sobre la última pregunta del noble señor’, replicó para luego añadir, lacónicamente, que la definición legal de ‘crimen de odio’ no ha mutado en los últimos diez años.

El crimen de odio en Reino Unido

Relatando este debate en una emisora de radio cristiana, Lord Pearson ha motejado la respuesta de la política conservadora de ‘muy preocupante’. No en vano, la hodierna definición de ‘crimen de odio’ en Reino Unido se fundamenta en el hecho de que una persona se sienta ofendida. Así, cualquier aseveración que ofenda al prójimo, aunque sea una que enuncie el carácter rectangular de las televisiones, podría constituir un delito de la naturaleza ya citada.
Ciertamente, los musulmanes más estrictos se sienten ofendidos por el cristianismo y por nuestra creencia de que Jesús es el Hijo del único Dios verdadero’, ha aseverado Lord Pearson, quien se ha mostrado proclive a que la ley referida a los crímenes de odio sea alterada.
En cualquier caso, Lord Pearson ha denunciado que la ley se aplica con riguroso celo cuando el ofendido es un musulmán y con tibia flexibilidad cuando el afrentado es un cristiano: ‘Puedes decir lo que quieras sobre el nacimiento virginal, los milagros y la resurrección de Jesucristo, pero tan pronto como digas algo sobre el islam y cuestiones que ésta es una religión de paz, todo el infierno se desata’, ha asegurado con notable indignación.

Gran Bretaña, cabeza de la progresía mundial

En Reino Unido, el multiculturalismo ha sido asumido por los políticos con acrítico entusiasmo; no en vano, la primera ministra del país, Theresa May, aseveraba hace unos días que ‘los musulmanes son generosos y enriquecen a Reino Unido’. Asimismo, proliferan barrios – en diversas ciudades británicas – en los que no rige la ley del Estado, sino la Sharia.
Esta decrepitud moral también se extiende a la Iglesia anglicana. Así, por ejemplo, hace unas semanas difundió un comunicado en el que impelía a las escuelas bajo su jurisdicción a permitir que los alumnos experimenten con sus identidades sexuales y de género: ‘Los alumnos necesitan poder jugar con las capas de la identidad de género’.

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