Ante la proximidad de la cita electoral, grupos de izquierdas están tratando de amenazar a los votantes como táctica de movilización de coto. «Cada vez más desesperados en una reñida carrera presidencial, los grupos de izquierda parecen estar recurriendo al juego de la intimidación a pocos días de las elecciones», explica MD Kittle en The Federalist, «la Oficina del Fiscal General de Maryland está advirtiendo al infame Voter Participation Center que deje de enviar correos a los residentes ‘amenazando con exponer’ sus registros de votación».
Estas tácticas, especialmente intensas en esta ocasión, llevan décadas empleándose en las elecciones, siempre bajo el foco y rodeadas de una extraña impunidad. De hecho, no sólo se han denunciado en Maryland. «Como señaló Thayer en X, el grupo de izquierda NowThis Impact creó un sitio web que muestra a los usuarios cómo acechar el historial de votación de un ex, amigo o familiar y acosarlo por no votar», prosigue Kittle, «Thayer dijo que el grupo izquierdista NowThis Impact, que se autoproclama como un medio de comunicación, se encuentra entre varias organizaciones de izquierda que están difundiendo amenazas a la participación de los votantes«.
Como desvela Andrew McCarthy en National Review, la izquierda no sólo está redoblando esfuerzos de dudosa ética para lograr la victoria de Harris, sino que llevan tiempo trabajando intensamente en diferentes vías para impedir que Trump ocupe el cargo si gana las elecciones. «Si Donald Trump ganara nuevamente la presidencia la semana próxima, las ramificaciones de la guerra legal serían extensas y complejas», escribe, «la combinación incluye no sólo casos civiles y penales a nivel estatal y federal, sino también acciones del Congreso: posibles esfuerzos demócratas para descalificar a Trump de asumir el cargo y enjuiciarlo una vez que esté en el cargo».
La esperanza de Trump pasa por una victoria amplia. El intento de la izquierda por crear una maraña legal que impida su acceso a la Casa Blanca pese a ganar las elecciones, «no tendrá éxito si las encuestas actuales resultan correctas y los republicanos terminan controlando una o ambas cámaras del Congreso. Incluso si los demócratas logran una sorpresa y ganan por un estrecho margen ambas cámaras, no podrían bloquear a Trump en ausencia de mayorías funcionales que estén dispuestas a desafiar la elección de Trump por parte de los votantes».
«Si los demócratas y otros fanáticos anti-Trump son sinceros en su proclamada presunción de que Trump es una amenaza feroz y sin precedentes para la democracia estadounidense», concluye, «entonces van a utilizar todos los medios legales posibles a su disposición para negarle la presidencia«.
Según el análisis de Mary Rooke en The Daily Caller, los demócratas tienen motivos suficientes para estar alarmados por los posibles resultados adversos: «A diferencia de 2020, Harris no disfruta de una cómoda ventaja de votos en varios estados clave de cara al día de las elecciones, donde los republicanos tienden a superar en votos a los demócratas. Si bien las encuestas pueden fluctuar, los únicos datos que pueden reflejar con precisión si Harris o Trump ganarán son los votos reales contabilizados. Y en este momento, Harris está luchando en los estados que necesita para ganar el 5 de noviembre». Sostiene Rooke que «si bien se ha hablado mucho sobre las encuestas para las elecciones de 2024, los únicos datos que realmente importan en la carrera presidencial ya parecen ser positivos para los republicanos«.
En su análisis de campaña, Pat Nolan confirma en The American Spectator los síntomas de nerviosismo de los demócratas, incluyendo las voces críticas que señalan a Harris como una candidata fallida. «Incluso antes de que termine esta elección, muchos demócratas parecen estar resignados a perder y están culpando a la decisión de su partido de nominar a Harris por la derrota«. Según Nolan, son muchos los responsables demócratas que están evitando aparecer junto a la candidata para que no se les relacione con la derrota: «No quieren que se les asocie con una campaña perdedora».
Incluso algunos cargos demócratas han comenzado a sugerir que podrían trabajar bien con Trump como ya lo hicieron en el pasado. «¿De verdad creen que se asociarían con un candidato que Harris califica de Hitler si sus encuestas no mostraran que el público no se cree ese insulto escandaloso?», señala Nolan, «la campaña de Kamala es tan desesperada que ha violado un axioma político estándar: la primera persona que juegue la carta nazi o invoque a Hitler pierde la discusión».