Hemos de agradecer a Joe Biden su trabajo concienzudo para no dejar títere con cabeza en el Partido Demócrata. Con la decisión de indultar a Hunter Biden —eso que prometió que nunca haría—, casi a tiempo de convertirse en el Pavo de Acción de Gracias, los demócratas están buscando piedras gordas en el desierto para esconderse debajo. «El indulto de Hunter Biden es el estertor de muerte de las élites», escribe O’Neill en Spiked, «al romper de manera tan espectacular su propia promesa, al pasar sus últimas semanas en esta administración en decadencia emitiendo decretos imperiales de libertad para su propia familia, ha destrozado las pretensiones morales de su presidencia, su partido y, posiblemente, toda su clase».
«El joven Biden había sido declarado culpable de tres delitos graves en junio en un caso federal relacionado con su adquisición y posesión de un arma de fuego, y se declaró culpable (utilizando una declaración de culpabilidad bajo la Doctrina Alford) de cargos de evasión fiscal federal en septiembre», recuerdan en The American Conservative, «en su declaración, Biden alegó que los cargos contra su hijo tenían motivaciones políticas».
«Biden nunca fue un tipo maravilloso y definitivamente no fue el salvador de la democracia, sin importar lo que dijeran sus partidarios en los medios», escribe en El fin de la estafa Rich Lowry en National Review, «es muy apropiado que la presidencia de Biden termine con un acto de beneficio propio que él y sus aliados insistieron, con gran rectitud, que nunca sucedería». «Joe Biden siempre fue una estafa, y el indulto a su hijo Hunter Biden es solo la última evidencia. Nadie debería haber creído la flagrante mentira de Biden de que no perdonaría a Hunter por sus delitos fiscales y de armas y otros posibles delitos. El presidente tiene un largo historial de deshonestidad».
«Para justificar su acción, Biden emitió una declaración engañosa sobre el caso e insinuó que su propio Departamento de Justicia, la institución cuya integridad se supone que él debía defender, había llevado a cabo un proceso por motivos políticos contra su propio», añade, «está terminando su mandato con un acto egoísta que sólo servirá para convencer a más gente de que no se puede confiar en los que se proclaman defensores de nuestras instituciones como él».
«Al perdonar a su hijo por más de una década de posibles delitos, el presidente se protege a sí mismo por encima de todo», apunta John Daniel Davidson en The Federalist, «indultó a Hunter para ayudar a encubrir sus propios crímenes, al igual que probablemente indultará a otros miembros de su familia antes de dejar el cargo en enero», y «centrarse en los crímenes de Hunter y en su indulto es una distracción de los crímenes mucho más graves que cometió su padre».
«El indulto» añade el autor, «que se remonta a enero de 2014, muy fuera del ámbito de los casos directos de impuestos y armas presentados contra Hunter, sirve no solo para mantener a Hunter fuera de prisión, sino también para poner fin a la posibilidad de que su plan de tráfico de influencias en Ucrania y otros lugares sea alguna vez investigado adecuadamente».
En sintonía con esto, también escribe Scott Mckay en The American Spectator: «Esa fecha del 1 de enero de 2014 corresponde con el nombramiento de Hunter en el directorio de Burisma, la compañía de gas natural ucraniana controlada por la mafia que pagó al joven Biden seis o siete cifras de dinero sucio a cambio de influencia y protección política del hombre que Barack Obama puso a cargo de la política exterior de los Estados Unidos hacia Ucrania». «Ése fue el momento en que Joe Biden envió al entonces primer ministro británico Boris Johnson a Ucrania para sabotear un acuerdo de paz y mantener la guerra en Ucrania, a costa de literalmente más de un millón de vidas», añade. Mckay propone que ahora que está protegido, la batalla podría llevarse al Congreso: «El objetivo», señala, «no debería ser el procesamiento, sino más bien el de fundamentar una serie de leyes que eliminen el tipo de tráfico de influencias y corrupción que está totalmente extendido en Washington, y que ahora amenaza la integridad misma de nuestro sistema de gobierno».