«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu

No todo es lo que parece

No es lo que parece. ¿O sí? Fuente: Danny Englander
No es lo que parece. ¿O sí? Fuente: Danny Englander

La libertad está más amenaza en las democracias occidentales de hoy que en buena parte de las dictaduras de ayer, aunque solo sea porque la sutileza contemporánea hace más peligrosa la invasión del Gobierno en nuestras vidas, y porque las nuevas tecnologías facilitan más que nunca el control de la mente de los ciudadanos. Lo analiza John MacGlynn en The American Conservative en un revelador ensayo sobre las identidades digitales y el interés creciente de la izquierda global por imponerlas. “Una identidad digital es un cuerpo de información que existe en línea”, explica, “captura la actividad online de una persona, así como sus datos biométricos de comportamiento, huellas dactilares, impresiones palmares, geometría de la mano, escaneos faciales, ADN y reconocimiento de iris y retina. Esto hace que las identidades digitales sean atractivas para los delincuentes”.

La libertad está más amenaza en las democracias occidentales de hoy que en buena parte de las dictaduras de ayer (…). Las nuevas tecnologías facilitan más que nunca el control de la mente de los ciudadanos

En definitiva, los proyectos de identidad digital “son el primer paso para instituir un sistema de crédito social similar al que ya existe en China”. Si crees que es imposible que Occidente siga los pasos del gigante comunista, solo tienes que volver la vista a unos meses atrás cuando el Gobierno te exigía un código QR con tus datos privados sanitarios para acceder a comercios y restaurantes. Aquello significó un paso en medio de la excepcionalidad, pero lo cierto es que cruzó una frontera que hasta entonces creíamos imposible de sobrepasar en nuestras modernas democracias; ahora ya no es imposible, ni mucho menos.

Si crees que es imposible que Occidente siga los pasos del gigante comunista, solo tienes que volver la vista a unos meses atrás cuando el Gobierno te exigía un código QR con tus datos privados sanitarios

A raíz del referéndum del estado de Kansas en el que el 60% de los votantes rechazaron modificar la Constitución para restringir el aborto, National Review saca algunas conclusiones sobre los errores que han podido cometer durante la campaña los pro-vida. “Una lección de Kansas es que si los defensores de la vida no definen su posición, sus oponentes y los medios la definirán por ellos”, escriben los editorialistas de la revista, resaltando que “Dobbs no le dio al movimiento pro-vida la victoria final, por supuesto; simplemente presentó al movimiento pro-vida la oportunidad de mover la política en su dirección. El último mes ha demostrado que eso no será necesariamente fácil a la luz del tsunami de engaño desatado por el otro lado. Pero siempre valdrá la pena luchar por la vida. Los pro-vida deberían responder a esta derrota con coraje y prudencia”. Añado, con permiso de los colegas de National Review: también con inteligencia. Y con dinero; esta es al menos la opinión de The Federalist: “El gasto de campaña juega un papel muy importante en las campañas de democracia directa. Dado que el aborto es una industria multimillonaria subsidiada con millones de dólares de los contribuyentes estatales y federales, los partidarios del aborto legal casi siempre pueden gastar más que los defensores de la vida”.

John Daniel Davidson en The Federalist desmonta el mito de que la Administración Biden ha decidido plantar cara a la dictadura comunista 

Mucho se ha hablado esta semana del viaje de Nancy Pelosi a Taiwán y quizá lo más certero que se ha escrito lo firma John Daniel Davidson en The Federalist, desmontando el mito de que la Administración Biden ha decidido plantar cara a la dictadura comunista: “En realidad, el viaje a Taiwán fue pura propaganda política, absorbida y regurgitada por una prensa aduladora que no estaba dispuesta a admitir el hecho obvio de que Pelosi, como cualquier otra figura del establishment en Washington, nunca ha tomado en serio enfrentarse a China”. Por último, resulta de interés el artículo que publica en The American Conservative Michael Warren, analizando la figura de Jordan Peterson, que se ha convertido en los últimos años en una especie de gurú conservador, al que muchos hemos elogiado precisamente por la claridad y valentía de sus palabras. No obstante, Warren se acerca ahora a su figura desde el punto de vista del creyente, tratando de recordar que los devaneos de Peterson con el cristianismo, especialmente visibles en sus 12 reglas para vivir mejor no son, por así decirlo, palabra de Dios, por más que resulten ideas de primera necesidad para las nuevas generaciones. “Por supuesto, el Dr. Peterson no se dirige a la iglesia de Corinto. Está hablando con una generación de adictos a la pornografía e incels. Y cuando habla como entrenador de vida, su consejo es sólido. Deja el ordenador, péinate y ve a buscar una buena chica. ¡Amén! Aún así, para Jesús, esa no es una primera prioridad”, zanja Warren con cierto humor.

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