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Las razas y los robots

Policía de EEUU. Europa Press

En España lo sabemos desde hace tiempo. La identidad del asesino, ladrón, o violador, sólo se da a conocer en los medios cuando es español. Se trata de una lamentable falta de rigor periodístico a la que se abraza una y otra vez una gran parte del sector, normalizando un sesgo y contribuyendo a la desinformación.

Eddie Scary denuncia en The Federalist una práctica similar: «En un artículo dolorosamente obtuso de esta semana, la columnista del New York Times no encontró nada destacable en el patrón racial obvio entre una serie de mujeres golpeadas aleatoriamente por hombres en las calles de su propia ciudad. Es decir, que los agresores son todos negros». «Los detalles raciales de mujeres víctimas de hombres violentos en la calle aparentemente no tienen importancia cuando los criminales son negros», concluye.

Si uno de los periódicos más grandes del mundo juega también a ocultar la raza de un criminal porque considera que publicarla es racismo, parece evidente que los culpables no solo están en el periódico. «La teoría crítica de la raza está consagrada en nuestras escuelas», escribe Don Feder en The Washington Times, «más de 3.500 escuelas secundarias utilizan un suplemento de revista de 100 páginas del libro Proyecto 1619, que proclama que el racismo y la supremacía blanca están entretejidos en la estructura de Estados Unidos».

«El partidismo de los principales medios de comunicación se refleja en el hecho de que The New York Times, el llamado periódico oficial de nuestro país, patrocina el Proyecto 1619. Los medios de comunicación generalmente retratan el patriotismo como el territorio de los republicanos insurrectos ultra-MAGA que intentan destruir la democracia», añade.

De nuevo en The Washington Times, Alfredo Ortiz proclama que los hispanos decidirán las próximas elecciones. Parece que en cuestiones de cálculo electoral no está mal visto acudir al lugar de origen, o a la raza, de los individuos. “Debido a su creciente impacto positivo en la cultura y la economía estadounidenses, la forma en que los hispanos elijan votar determinará el resultado de las elecciones de 2024″, sostiene. «¿Por qué las malas políticas de Washington perjudican a los hispanos? Porque trabajamos. Porque tenemos valores familiares tradicionales. Y porque iniciamos y administramos pequeñas empresas en una proporción mayor que cualquier grupo en los Estados Unidos hoy en día, representando el 44% de las nuevas pequeñas empresas».

«Los hispanos están superando las brechas económicas raciales de Estados Unidos a través del espíritu empresarial», escribe Ortiz, «los datos de la Reserva Federal indican que los hispanos tienen un 70% más de probabilidades de convertirse en empresarios que los estadounidenses no hispanos. Quieren triunfar gracias a su propio trabajo duro y mérito. Sólo las políticas de libre mercado les ayudarán a alcanzar, vivir y cumplir la promesa del sueño americano».

En el mundo de la ciencia ficción, los robots inteligentes bien podrían formar una raza aparte, o una minoría, y exigir sus derechos. Tal vez ya no estemos hablando tanto de ficción. Meta y OpenAI han hecho un anuncio importante esta semana y no ha tenido el menor impacto en los medios, pero Aubrey Gulick lo cuenta en The American Spectator: «Parece que la mayoría de la gente ha comenzado a ignorar los últimos avances en inteligencia artificial. Probablemente eso se deba a que, si bien muchos de esos desarrollos parecen pertenecer al prólogo de una novela épica de ciencia ficción, los científicos informáticos y los escritores de tecnología rara vez son tan buenos como HG Wells y Ray Bradbury a la hora de contar una historia».

«El objetivo final es crear inteligencia artificial general (AGI), un modelo de IA capaz de la cognición humana o más allá», explica, «para crear ese tipo de modelo, la IA debe ser capaz de realizar razonamiento deductivo (pasar de principios generales a aplicaciones específicas), razonamiento inductivo (pasar de aplicaciones específicas a principios generales) y tomar decisiones basadas en los datos de que dispone».

«El intento de crear una inteligencia artificial que rivalice con la inteligencia humana puede ser una efusión de nuestra identidad como subcreadores, pero eso no lo convierte siempre en algo sano«, concluye, «como sociedad, vamos a necesitar identificar cómo es la IA ‘enferma’. Desarrollos como este más reciente deberían recordarnos que, como sociedad, nos estamos acercando rápidamente a una fecha límite bastante aterradora: en algún momento ya no podremos identificar proactivamente la IA enferma; Tendremos que hacerlo retroactivamente».

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