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Las nuevas alianzas modificarán el sistema monetario global

China corteja al mundo árabe para destronar al petrodólar en 2028

Petroyuán
Batalla entre el dólar y el yuan (iStock)

La reciente visita del presidente de China Xi Jinping a Arabia Saudí marca un antes y un después de la relación del gigante asiático –mayor consumidor de petróleo global– con el principal suministrador de esta materia prima que sirve para generar las dos terceras partes de energía primaria del planeta. Aunque todas las miradas están puestas en las consecuencias que tiene esta renovada alianza en materia de hidrocarburos, lo cierto es que presenta unas implicaciones para el sistema monetario cuyo impacto pocos alcanzan a comprender, provocando un movimiento telúrico en el reparto de poder mundial.

Mucho se ha especulado con la posibilidad de que el yuan, la divisa china, pueda ser una alternativa al dólar como moneda de reserva, incluso destronándolo a medio y largo plazo. Las sanciones occidentales impuestas al Kremlin con motivo de su intervención militar en Ucrania han abierto la caja de Pandora, sobre todo la que determina la expropiación de las reservas del Banco Central de Rusia. El mensaje que lanza la cúpula de la OTAN al resto de países es que a partir de ahora los euros, dólares y lingotes de oro que no estén a buen recaudo en territorio propio son susceptibles de ser sustraídos por razones políticas.

Esta decisión de los burócratas europeos y norteamericanos ha alimentado el debate sobre el estatus del dólar –y en menor medida del euro–, lo cual ha llevado incluso al presidente de la Reserva Federal (FED, por sus siglas en inglés), Jerome Powell a admitir que el billete verde podría compartir protagonismo con la moneda china.

BRICS ampliados y países del Golfo

Sin embargo, todos estos elementos pasan a un estadio superior con este cortejo de China al mundo árabe ya que, en realidad, lo que sostiene al dólar no es tanto la potencia económica de Estados Unidos como el hecho de que las monarquías del Golfo usen esta divisa para realizar las transacciones de hidrocarburos. Y eso es precisamente lo que está a punto de cambiar.

Según las previsiones anunciadas por Xi Jinping tras su encuentro con los países árabes, el compromiso es que entre los próximos tres y cinco años los productores de crudo del Golfo y sus aliados en los BRICS ampliados implanten el petroyuán, de forma que los contratos se firmen estableciendo la divisa china como medio de pago. Un movimiento que según el analista de Credit Suisse Zoltan Pozsar alumbrará un nuevo sistema monetario basado en las materias primas, que él denomina Bretton Woods III.

Pozsar lleva meses poniendo el dedo en la llaga sobre esta cuestión y ha decidido despedir el año 2022 con un informe en el que plasma la importancia de este anuncio del presidente de China, que ha pasado desapercibido en la mayoría de los medios occidentales. A su juicio la mayor amenaza que tiene Occidente es que el orden mundial multipolar no lo están construyendo los jefes de estado del G7, sino los BRICS ampliados. Y ahí el gigante asiático está aprovechando la crisis geopolítica en el Este de Europa para lanzar una agenda financiera en la que además de Rusia y Brasil están las monarquías del Golfo. 

La nueva Ruta de la Seda

El objetivo del PPCh es reforzar sus lazos con los productores de hidrocarburos estableciendo alianzas que vayan más allá de las meras transacciones comerciales, ofreciéndoles colaboración en materia tecnológica y de infraestructuras que aumenten la dependencia entre ambos mundos mientras Estados Unidos pierde protagonismo. Hasta ahora este escenario era poco probable por la estrecha relación del régimen saudí con la Casa Blanca, pero tras la llegada de Joe Biden al despacho Oval los puentes están rotos. 

La diferencia fundamental de esta relación entre China y el mundo árabe es que el país asiático no sólo pagará a los países del Golfo con protección y armamento, como hasta ahora ha hecho EEUU, sino con una alianza que el propio Xi Jinping ha calificado de «omnidimensional». Lo cual incluye la participación esa renovada Ruta de la Seda que es el elemento que configura la política exterior china para establecer un imperio basado en la tecnología, el transporte y la energía que necesita al yuan (digital) como lubricante para su desarrollo. No olvidemos que China parte con ventaja por ser el mayor socio comercial de Arabia Saudí.

Por eso son tan importantes las palabras del discurso de Xi Jinping en el Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo (CCG) celebrado el pasado diciembre, encuentro que para Pozsar es el verdadero inicio del petroyuán, que nació en 2017 como vía de escape para que países como Venezuela, Irán –y la propia Rusia, pudieran esquivar las sanciones occidentales pero que había tenido un papel testimonial al no tener el respaldo de los productores de crudo árabes, que parecen cambiar de barco en medio de la tormenta.

Además de aumentar las importaciones de petróleo de los seis países del CCG y pagar en yuanes, el presidente chino quiere aumentar el control sobre las reservas mundiales de hidrocarburos ampliando el compromiso para abarcar, entre otras cuestiones, la exploración y producción conjuntas en el Mar de China Meridional, así como el establecimiento de asociaciones para inversiones conjuntas en refinerías, productos químicos y derivados del crudo.

Patrón oro y petroyuán

Otro de los elementos que alimentan la tesis de que el yuan podría desbancar al dólar, al menos en el largo plazo, es la decisión del Banco Central de China de aumentar sus compras de oro con el objetivo de respaldar su divisa.

Las adquisiciones del metal precioso, que a lo largo de la historia ha sido la base del patrón monetario internacional, se han disparado en los últimos años, proceso liderado por Rusia y China y que ha dado lugar a toda serie de especulaciones sobre la posibilidad de que en el futuro el yuan esté ligado al oro, aunque sea parcialmente, lo cual golpearía al dólar y al resto de divisas fiat que carecen de convertibilidad.

Las cartas están sobre la mesa y todos esperan que la Reserva Federal y la Casa Blanca establezcan una estrategia para volver a traer a Arabia Saudí al redil, lo cual desactivaría en buena medida el plan del régimen chino, En estos momentos el dólar es el rey absoluto de los mercados monetarios, copando más del 40% de los intercambios de mercancías mundiales –frente al escaso 3% del yuan–, pero el hecho de que su hegemonía dependa de la evolución de las alianzas en los mercados energéticos hace que este liderazgo pueda llegar a su fin. 

Sin embargo, existen poderosos obstáculos para que el Gobierno chino logre su objetivo. A pesar de la inseguridad jurídica que ha provocado la expropiación de las reservas rusas en moneda extranjera la democracia norteamericana es mayor garante que el sistema de partido único chino para atraer capitales, siendo más fácil poder reclamar en los tribunales internacionales sobre eventuales disputas en los contratos de transacciones de materias primas. La batalla está servida.

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