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Christine Lagarde participó en un foro para informar sobre el estado de la moneda digital europea

Monedas digitales: hacia el fin de las libertades

Christine Lagarde, presidente del Banco Central Europeo. Arne Dedert/dpa

En un artículo reciente relacionaba los escándalos con las criptomonedas como una vía para que la población acepte dos nuevas violaciones de privacidad: primera, la regulación de esas monedas en billeteras encriptadas o en plataformas de intercambio fuera de la supervisión del actual sistema monetario; segunda, la promoción de las monedas digitales controladas por bancos centrales en paralelo a la eliminación progresiva del dinero físico.

Sobre la primera, un matiz: la tecnología blockchain de encriptación permite que las criptomonedas que se guardan en wallets (billeteras) personales sean prácticamente imposibles de rastrear. El crifrado hash es demasiado complejo para desencriptarlo con la tecnología actual, si bien es cierto que los ordenadores quánticos (se cree que Estados Unidos y China ya los poseen) sí que podrían romperlos. Para que se hagan una idea, es como los misiles intercontinentales: puedo tenerlos y a la vez poseer un escudo que me proteja de los que puedan ser lanzados contra mí; si, en cambio, el adversario tiene misiles que puedan burlar ese escudo, de nada me sirve tener el armamento porque no es un elemento disuasorio.

Este mundo, que hasta ahora era sinónimo de privacidad absoluta, ya ha sido penetrado poco a poco hasta prácticamente ser regulado. ¿Cómo? Con esas plataformas de compra/venta tipo Coinbase o Binance el anonimato ha desaparecido ya que están oficialmente asociadas a un usuario que debe registrarse con todas las de ley. A pesar de esto último, es de sobra conocido que las criptomonedas han servido y sirven para blanquear miles de millones euros todos los años. Desde las sospechas en relación al posible fraude de la administración Biden a través de las ayudas a Ucrania, hasta drogas o trata de blancas. Los bancos y los Estados también se habrían aprovechado de esas ventanas de oportunidad. Son maneras muy oportunas de financiar operaciones encubiertas sin conocimiento parlamentario, blanquear el tráfico de armas, etc.

Sobre la segunda, ya estamos inmersos en esa transformación. Y la Unión Europea no es la única que está en ello. Rusia trabaja en el rublo digital y China en el yuan digital. En el caso ruso, las fuentes oficiales aseguran que es para facilitar las transacciones internacionales. En un contexto de aislamiento por las fuerzas dominadas por Estados Unidos tras ser expulsado del sistema SWIFT tiene todo el sentido del mundo, pero que aparezca tras apenas un año de guerra en Ucrania levanta sospechas. Exactamente las mismas que Klaus Schwab presentando su Gran Reseteo tan sólo cinco meses después del estallido oficial de la pandemia de coronavirus. El timing, de nuevo. China lleva años estudiando la viabilidad de una moneda digital, ya no sólo por el control que supone, sino porque serviría para ir poco a poco ganando posiciones al dólar: La por ahora moneda hegemónica global tras los acuerdos de Breton Woods ha arrastrado al mundo a una economía basada en deuda tras desligarse del oro como referencia en 1971 bajo el mandato de Nixon.

Lagarde anuncia el euro digital

La presidenta del Banco Central Europeo y exdirectora del Fondo Monetario Internacional, la francesa Christine Lagarde, participó en un foro reciente para informar sobre el estado de la moneda digital europea. El afán de control de personajes como esta mujer es ampliamente conocido. Los Estados miembros de la Unión Europea tienen su política intervenida cerca de un 80%. Ese 20% restante está relacionado con la política fiscal y poco más. Ya durante la pandemia, Lagarde pidió a los gobiernos que esa política también fuera absorbida por el BCE en lo que era un ejemplo claro de intervencionismo absoluto de las economías europeas.

Según Lagarde, el BCE seguirá emitiendo dinero en efectivo para mantener un sistema híbrido ya que la mitad de las operaciones siguen haciendo de esta manera. «Los pagos son un bien público demasiado importante para dejarlo en manos del mercado», asegura. ¿Qué queda ya en manos del mercado? ¿Existió eso del «libre mercado» en términos macroeconómicos en la economía moderna? Los Estados han servido siempre de protectores de las empresas, Estados Unidos es el ejemplo más claro. Para nosotros, los unióneuropeos, es Bruselas quien abre camino aunque, mejor dicho, nos lo cierra. Lo que plantean estos funcionarios en la clásica dicotomía entre libertad y seguridad. Es cierto que en un mundo de criptomonedas el usuario está más expuesto a abusos, pero también es su responsabilidad informarse de los riesgos. Quizás estemos demasiado acostumbrados a tener todo hecho, y los globalistas tipo Lagarde juegan con eso a su favor: al ciudadano medio no le importará que todo quede registrado si se lo ponen fácil. Total, «si yo no hago nada malo, ¿qué más da?».

Esta actitud es la que ha hecho que cada vez tengamos menos libertad en todos los sentidos. «Queremos garantizar un alto nivel de calidad para los usuarios del euro digital, pero el anonimato total como el que ofrece el dinero en efectivo no parece una opción viable», opina la presidente del BCE. Otro ejemplo más de hacia dónde nos quieren llevar. Nos lo dicen bien alto y bien claro, pero es evidente que no lo veremos a través de los grandes medios de comunicación. Es obvio por qué. ¿Libertad? ¿Seguridad? Si se impone la moneda digital de manera absoluta, no podremos ni comprar el pan sin que quede registrado. Esto tiene una serie de implicaciones que luego ampliaré.

Las fases de implantación

Una pregunta lógica es plantearnos en qué estado de implantación estamos. Según el propio BCE, estamos en la fase de desarrollo de modelo, por lo que nos quedaría menos de un año antes de que la moneda digital se haga realidad en su fase de pruebas. A finales de 2023 se iniciará la propuesta legislativa. Como podemos apreciar, esto está a la vuelta de la esquina. ¿Han visto alguna noticia en prime time o algún reportaje especial en nuestros medios nacionales? Yo tampoco. Sólo podemos enterarnos si vamos a las fuentes y sabiendo dónde buscar, si no, sólo veremos noticias bañadas en ideología de género y feminismo. La realidad se impone sin nuestro conocimiento. Lo que solemos ver son cortinas de humo. Si conociéramos desde el principio planes como este, sería fácil oponer una resistencia civil. Y no, tampoco han llevado a cabo un referéndum sobre qué tipo de moneda queremos.

El proceso de digitalización de la economía lleva años en marcha. La mayoría usamos tarjeta para los pagos. También es cierto que han ido desmontando el sistema económico actual. Con la excusa de la crisis sanitaria, han cerrado numerosas sucursales bancarias. En mi barrio, por ejemplo, ya no tengo cajeros de mi banco. Debo desplazarme más de un kilómetro para poder acceder a dinero físico. No es mucho, pero ya es suficiente para incordiar que de eso se trata. Poco a poco vamos aceptando los status quo sin rechistar, porque no es un cambio radical, es un cambio progresivo.

Por si a alguien se le había olvidado, nuestro presidente Pedro Sánchez ya propuso eliminar el dinero en efectivo porque «era una vía de trasmisión del coronavirus«. Cara de cemento armado. Lo peor: mucha gente asintió. Ahora se paga más con tarjeta que antes. ¿Casualidad? Juzguen ustedes mismos. Aislamiento, repetición del mensaje, manipulación sentimental. Tres pasos para el control mental de una persona o colectivo. Eso fue lo que vivimos no hace mucho, aunque algunos lo hayan olvidado.

El Proyecto ID2020

Empresas como MasterCard están en este barco. A través de su fundación, promueven la digitalización de la economía africana. ¡Oh, la solidaridad! Según argumentan, los pobres no pueden acceder al sistema bancario tradicional, por eso quieren digitalizarlo. Sorprende que nadie se pregunte que si un pobre no es capaz de tener una cuenta corriente, cómo va a tener una tarjeta de crédito o un móvil para pagar. Quizás se lo hayan preguntado y les da igual, lo importante es colar el mensaje. Un mensaje que se lleva años promoviendo a través del Proyecto ID2020. Este proyecto es la identidad digital que todo el mundo debe tener. Bajo la misma línea argumental que la digitalización de la economía, la identidad digital permitirá una contabilidad verídica y en tiempo real de todos los seres humanos donde almacenaremos todos nuestros datos. Bienvenidos al campo de concentración digital llamado planeta Tierra.

Entre sus socios fundadores se encuentran la consultora Accenture, GAVI (la alianza provacunas internacional a la que Pedro Sánchez donó más de 100 millones de euros recientemente y que tiene a Bill Gates detrás), el estudio de diseño Ideo.org, Microsoft (Bill Gates de nuevo) y la Fundación Rockefeller. Entre los socios principales: Facebook, MasterCard y el Centro de Computación Internacional de Naciones Unidas (UNICC), entre otros. Como podemos ver, es un proyecto planificado y financiado desde hace tiempo con el objetivo de controlar a todos los seres humanos. La moneda digital es sólo un paso. Lo siguiente será un pasaporte digital. ¿Se acuerdan del pasaporte COVID? Era la prueba para ver cómo funcionaba el procedimiento a escala global y dio buenos resultados gracias al rebaño que aceptó y vio con buenos ojos un sistema de control estilo 1984.

Un juego distópico

Ahora, me gustaría hacer un juego de imaginación con ustedes. Quizás se haga real, quizás no, pero merece la pena hacerlo. Imaginen que se implanta la moneda digital y el pasaporte digital donde tendrá cabida toda nuestra información sanitaria, educativa, policial, laboral, económica, social, etc. Ahora imaginen que son disidentes de este sistema (en gran parte lo son si están leyendo este tipo de noticias).

Imaginen que un buen día acceden a su aplicación y ven que el dinero que tenía (unas cifras en una pantalla) es igual a cero. Llaman al servicio bancario y preguntan qué ha ocurrido, les responden que es un error informático y que lamentan las disculpas pero que por ahora no pueden hacer nada. Imaginen que salen a la calle y cogen uno de sus no-coches (no tendremos nada, todo lo compartiremos).

Imaginen que al introducir los datos, el vehículo automatizado no se mueve porque no tiene el pasaporte de vacunación en vigor o porque ya no tiene dinero en la cuenta. No solo el coche se bloquea, sino que llama a la policía. Imaginen que cuando venga la policía accede a toda su información personal sin ninguna protección.

Imaginen que aparece qué tipo de libros leen y con eso saben qué forma de pensar tienen. Imaginen que por eso les resten puntos por no ser buen ciudadano (homófobo, racista, etc.) siempre según el canon del poder de turno, no bajo argumentos objetivos. Lo que acaban de leer parece una película de ciencia ficción estilo ‘Minority Report’, ¿verdad?

Dejen de imaginar, eso ocurre en China actualmente gracias, en parte, a la tecnología de control diseñada por Microsoft desde 1998, año en que se instaló como empresa en China con el permiso del PCCh. Sí, ese mismo Bill Gates que promocionó la vacunación masiva global, que promovió el pasaporte COVID, que fue paseado por todos los medios de comunicación como el gran experto global en coronavirus, que nos avisa de que vendrán nuevas pandemias…

No hace falta que siga. Esto viene a Europa, esto viene a España, esto viene a nuestras ciudades pero no vendrá bajo la bandera de China, vendrá bajo la bandera de la UE, la multicolor, el respeto a las minorías, la educación sexual de menores y ese largo etcétera que sufrimos desde hace tiempo.

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