«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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5 de julio de 2022

El monstruo nicaragüense

El dictador Daniel Ortega recibe al dictador Nicolás Maduro entre banderas de su partido, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (Twitter - Nicolás Maduro)

Entre la indiferencia de Occidente, la dictadura nicaragüense del dúo Ortega-Murillo ha avanzado en las últimas horas a toda velocidad represiva hacia la conformación de un sistema de partido único. Venezuela como ejemplo, Cuba como sueño, la tiranía sandinista desalojó ayer por la fuerza a los regidores municipales de cinco localidades en las que gobernaba —por la fuerza de las urnas— Ciudadanos por la Libertad, uno de los partidos opositores ilegalizado el año pasado. Con este golpe, ya no queda en Nicaragua apenas un rastro de oposición democrática a la dictadura del abusador Daniel Ortega, violador de su propia hija, y de la santera Rosario Murillo, mujer del violador de su propia hija.

Desde el mismo nacimiento de la Carta de Madrid y del Foro Madrid, hemos alertado del propósito criminal de Ortega y Murillo de instaurar, aprovechando el asalto al Poder Judicial, esa dictadura soñada desde hace décadas por el sandinismo. Desde ese mismo momento, hemos observado la pasividad de las instituciones y organizaciones europeas y americanas que apenas, y con un mohín de disgusto, se limitan a resbalar de tarde en tarde un comunicado de repulsa sin tomar una sola medida efectiva que al menos demuestre un verdadero interés por la causa de la libertad.

Lo hicimos, pero quizá deberíamos haber insistido más, en que uno de los socios esenciales del dictador Ortega era, y lo sigue siendo, Vladimir Putin. Igual de esencial para Nicaragua que para la mayoría de las naciones iberoamericanas que ahora mismo están en poder del Foro de Sao Paulo del que Ortega es socio fundador. ¿Quiere decir esto que Putin es un castrochavista? No. Lo que quiere decir es que mientras Occidente se ponía exquisito y delicado con la justicia racial y los derechos trans, Putin trabajaba para asegurarse las simpatías y los mercados en América, África y Asia que apuntalaran sus imperialistas planes de futuro. Nunca tantos, en este caso la Unión Europea de Josep Borrell y los Estados Unidos del balbuceante Joe Biden, hicieron tan poco.

Nicaragua está hoy a un telediario, que no veremos, de enseñar al mundo cómo un criminal socialista convicto, después de hacerse con el poder aprovechando las debilidades del sistema democrático, lo destruye por dentro. Esta dolorosa lección, por desgracia, llega ya tarde para Colombia, presidida hoy por un terrorista no arrepentido como Gustavo Petro. Esperemos que llegue a tiempo para Brasil, donde otro criminal convicto, el fundador del Foro de Sao Paulo y gran amigo de Ortega, el corrupto Lula da Silva, prepara su regreso. Si es que el presidente Jair Bolsonaro, acorralado por el socialismo iberoamericano, el macronismo europeo y la anomia estadounidense, no lo consigue evitar. Que ojalá.

Ojalá Brasil resista por el bien de la Iberosfera y por el bien de las mismas organizaciones, medios e instituciones que dejaron hacer al neoviejo Socialismo del Siglo XXI iberoamericano y que hoy miran con cierto disgusto al monstruo que permitieron que otros crearan.

Y a los monstruos no hay que mirarlos con disgusto, sino con miedo.

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