«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
No afecta a la soberanía del peñón

El Gobierno de Sánchez firma un acuerdo con Gibraltar que constituye otra traición a los españoles

El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares; el comisario de Comercio y negociador de la UE con Reino Unido, Maros Sefcovic; el ministro de Exteriores británico, David Lammy, y el ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo. Europa Press

Cada anuncio del Gobierno de Pedro Sánchez es un insulto a los españoles. Ahora nos presenta un acuerdo con el Reino Unido sobre el estatus de la colonia de Gibraltar que se lleva negociando desde el Brexit, aprobado por los británicos en el referéndum de 2016. El Gobierno español, primero con Mariano Rajoy (PP) y luego con Pedro Sánchez (PSOE), ha desaprovechado una ocasión irrepetible para avanzar en la recuperación del Peñón.

En la presentación del acuerdo ha estado presente Fabián Picardo, ministro principal de la colonia y miembro de la Internacional Socialista que preside Sánchez. Cuando gobernaba Zapatero, su ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, cometió el «error» de introducir en las negociaciones al gobierno local, hecho que no ha sucedido en ningún proceso de descolonización.

El Gobierno del laborista Starmer ha enumerado los beneficios del acuerdo para el Reino Unido: no afecta a la soberanía británica sobre Gibraltar, elimina los retrasos en la frontera (que muy ocasionalmente aplicaba la Policía Nacional española), blinda la base militar y ahorra unos 100 millones de libras esterlinas que costaría a los contribuyentes británicos seguir financiando la economía del Peñón.

En cambio, el ministro José Manuel Albares ha asegurado que, a partir de ahora, se creará una «zona de prosperidad compartida entre Gibraltar y el Campo de Gibraltar». ¡La misma promesa que hizo el también socialista Felipe González cuando procedió a abrir en 1982 la Verja que había cerrado el régimen franquista en 1969, en reacción a los incumplimientos por Londres de las reiteradas exigencias de la ONU para que negociase la reintegración de la colonia a España!

Albares añadió que «con este acuerdo desaparece la Verja y queda garantizada la libre circulación de personas y mercancías». Y este factor es el motivo de la alegría de Picardo y los «llanitos». Por él, los gibraltareños pasan a incorporarse al Espacio Schengen, del que su metrópoli sigue excluida.

Con el desmantelamiento del Puesto de Control Fronterizo en la Verja (instalada ésta por los británicos en territorio español en 1908), los habitantes de la colonia podrán penetrar en España sin ningún tipo de vigilancia que, entre otras cosas, pudiera servir a la Hacienda española para conocer su residencia fiscal y cobrarles impuestos. ¡La vida en Gibraltar es tan aburrida que los «llanitos» adinerados se marchan en cuanto pueden a sus residencias en Sotogrande, Marbella y otros municipios españoles!

La molestia de enseñar los pasaportes a los funcionarios españoles se limita a los viajeros que lleguen a la colonia a través del aeropuerto, propiedad de la Royal Air Force y construido contra las disposiciones del Tratado de Utrecht en la Segunda Guerra Mundial. De nuevo, el Gobierno del socialista Zapatero zanjó las disputas con Londres sobre esta infraestructura vital para la economía de los colonos por el curioso método de ceder prácticamente en todas sus exigencias. Cuando los aviones no pueden aterrizar en Gibraltar, se desvían al aeropuerto de Málaga o algún otro cercano de los que opera AENA.

Los españoles conservan su estatus de ciudadanos discriminados en Gibraltar. No pueden pernoctar en la colonia, sino que deben abandonarla cuando termina su jornada laboral o su visita turística. Así los colonos impiden que los «nativos» se asienten en su territorio.

Lo más importante de la colonia para Gran Bretaña, Estados Unidos y la OTAN es la base militar. Y ésta se mantiene, sin que el Gobierno y las Fuerzas Armadas españolas puedan siquiera echar un vistazo. La reciente entrega del archipiélago de las Chagos (salvo la isla de Diego García) a la república de Mauricio por parte de Londres fue aprobada por la alianza de los Cinco Ojos, que incluye, junto al Reino Unido, a las demás potencias anglosajonas: EEUU, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. ¿Ha ocurrido algo parecido en este caso? Los habitantes españoles de la bahía de Algeciras, sobre todo de La Línea (63.000 vecinos), siguen estando en peligro debido al almacenamiento de armamento en las instalaciones militares opacas y a la reparación de submarinos atómicos británicos.

¿Cuál puede ser la razón de que Moncloa haya aceptado este acuerdo tan celebrado por la potencia colonial y la población ocupante y, en sencilla lógica, perjudicial para España?

Cuando la casa real marroquí anunció en marzo de 2022 que el Gobierno de Sánchez pasaba de defender la autodeterminación del Sáhara Occidental a aceptar la autonomía del territorio integrado bajo la soberanía del ocupante, una de las explicaciones que se dieron a semejante ruptura con la política tradicional española y la línea del PSOE consistió en el espionaje por parte del régimen de Rabat al teléfono de Sánchez mediante el programa Pegasus. Es decir, simple chantaje. Mohamed VI consentiría que Sánchez se mantuviera en el poder a cambio de entregar a Marruecos cientos de millones de euros en subvenciones, de promover la agenda marroquí en la Unión Europea, de favorecer a su agricultura en perjuicio de la española, de dar la nacionalidad española a docenas de miles de marroquíes (algunos de los cuales ya forman parte de los Parlamentos autonómicos, como los de Melilla y Cataluña).

Ahora, Sánchez, que ha demostrado que está más pendiente de su persona («yo estoy bien») que del bienestar y el futuro de los españoles, puede estar apañándose un puesto de ringorrango, con pasaporte diplomático e inmunidad, como algún otro socialista español en agencias de la ONU o similares. ¿Sabe usted, querido lector, que el diplomático Miguel Ángel Moratinos ocupa, desde 2019, el puesto de Alto Comisionado de la Alianza de Civilizaciones?

Quizás una de las últimas piezas para la comprensión de esta nueva puñalada al pueblo español sea la publicación por diarios británicos como The Times y The Telegraph de los casos de corrupción que cercan a Sánchez, su familia y su camarilla del PSOE. El mensaje se podía traducir como «Sabemos cómo eres y qué quieres».

Dos de los últimos conflictos coloniales que existen en el mundo afectan a España: Gibraltar y el Sáhara Occidental. En ambos, Sánchez se ha movido para favorecer a las potencias ocupantes. El siguiente paso del Régimen del 78, lo dé el socialista u otro político, bien puede ser la soberanía compartida con Marruecos sobre Ceuta, Melilla y las islas del Estrecho, o una consulta de autodeterminación en Cataluña. Preparémonos para soportar más infamias. Yo empiezo a echar de menos una diplomacia como la marroquí.

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