Ha fallecido en Madrid, a la edad de ochenta y seis años, Amando de Miguel. Presente en la vida de los españoles desde aquellos tiempos de la televisión única y estatal en la cual su rostro aparecía con relativa frecuencia en tertulias cargadas de nicotina, le conocí en los actos organizados por DENAES, fundación de la cual fue patrono de honor y en cuyo vídeo promocional, grabado en 2007 por Iñaki Arteta, Amando de Miguel aparece afirmando que España es una realidad de escala milenaria.
El común interés por las cosas de España me llevó a entrevistarle hace poco más de diez años, en el tiempo en el que me encontraba preparando el libro Nuestro hombre en la CIA, cuyo título original —Guerra Fría, antifranquismo y federalismo— se convirtió en subtítulo. La entrevista se produjo en la cafetería de los antiguos estudios de Intereconomía. Bajo el estridente ruido de los platos, Amando, cuyo nombre aparecía en la documentación que Pablo Martí Zaro elaboró durante su desempeño como secretario del Comité español del Congreso por la Libertad de la Cultura, fue ofreciendo datos acerca de las diferentes instituciones sociológicas que comenzaron a operar bajo el franquismo. Elementos imprescindibles durante el periodo de acumulación capitalista que ofreció las condiciones necesarias para la cristalización de una democracia de mercado, los diversos institutos compitieron por la hegemonía de un campo en el cual Amando fue pionero, pues las encuestas que él comenzó a realizar son hoy un elemento imprescindible en el panorama partitocrático español, a menudo más como herramientas de orientación del voto que como trabajos de análisis social.
Durante la conversación, Amando de Miguel se adentró con la naturalidad en ese periodo demonizado por sus hijos llamado franquismo. De los polos de desarrollo se pasó al giro radical dado por los sobrerrepresentados nacionalistas que le obligaron a abandonar Cataluña, rompiendo su idilio con una Barcelona efervescente en la cual el idioma de Verdaguer era visto con simpatía antes de que su imposición provocara la fractura, ajena a lo filológico, que hoy es evidente. Firmante del Manifiesto de los 2.000, Amando de Miguel, como tantos otros, abandonó Cataluña ante la certeza del éxito de la inmersión lingüística obligatoria impulsada por Pujol.
Cuando Amando de Miguel se afinca en Madrid, el PSOE ya es el partido hegemónico. A su ascenso le dedicó don Amando unos jugosos comentarios. Al margen de su conocida financiación, el sociólogo afirmó, con gran lucidez, que el socialcatolicismo, es decir, un socialismo impulsado por determinados sectores católicos postconciliares, se abrió paso entre el marasmo de organizaciones que surgieron tras la muerte de Franco. El vencedor ideológico de aquella carrera fue el que denominó como ámbito socialcatólico que, protegido por los Estados Unidos, vino a sustituir a su precedente biológico: el nacionalcatólico.
De todo ello y de cosas más apegadas a nuestro presente, conversamos aquella tarde, en la cual, Amando de Miguel ofreció con su habitual generosidad, la experiencia de toda una vida dedicada al análisis de la sociedad española. D.E.P.