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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

‘Fomentar el odio hacia el que se siente español es pecado’

Bandera de España colocada por el sacerdote Salvador Biarnés en Santa María Reina de Pedralbes

Sacerdotes censuran en La Gaceta a la Conferencia Episcopal por pedir solo diálogo con los golpistas, algunos profundamente cristianófobos. 

El obispo de Solsona ha sido el último cargo de la Iglesia catalana en manifestar su apoyo al referéndum ilegal que el separatismo prevé celebrar este domingo. Xavier Novell aseguró el pasado jueves que la autodeterminación es «un derecho inalienable de toda nación» y que en Cataluña «una gran mayoría social lo quiere ejercer». Antes, más de 300 curas y diáconos de las diez diócesis de la Comunidad Autónoma exigieron que «las legítimas aspiraciones del pueblo catalán sean escuchadas», y otros tantos enviaron una carta al Papa Francisco para que instara al Gobierno a «recapacitar su visceral oposición al 1-O».

Arzobispos como el de Toledo, Jesús Sanz Montes, han reiterado que «defender la secesión no es pecado pero hacerlo con mentiras, insidias, violencia y corrupción sí lo es, además de inmoral». Aunque no son muchos los que levantan la voz, algunos sacerdotes -en este caso en Cataluña- han denunciado que «hay presiones» desde la Generalitat para aislar a los disidentes.

Salvador Biarnés, religioso en la parroquia de Santa María Reina de Pedralbes, ha manifestado que aunque es cierto que «la mayoría de sacerdotes y obispos son secesionistas, la comunidad católica no respalda el procés». «Forma parte de la España silenciosa, los que van a misa los domingos son castellanohablantes», ha dicho a La Gaceta.

Biarnés, que se define como «catalán por los cuatro costados y, por tanto, español» y asegura que el «procés» «falsea la historia y fomenta el odio a España», ha reiterado que los obispos son autoridades y «no se pueden manifestarse de esa manera». «En Cataluña el ambiente se está caldeando y un obispo no puede contribuir a ello», afirma. En este sentido, se pregunta si Novell actuaría también fuera de la ley y de la Constitución Catalana, y recuerda que «mentir y fomentar el odio es un pecado».

Asimismo, no ha dudado que habrá sacerdotes que pongan el domingo urnas en las iglesias, y se ha mostrado contrario a la petición de sólo diálogo de la Conferencia Episcopal Española. «No hay que dialogar con golpistas, cómo es posible que se pida diálogo con los impresentables de la CUP, un partido antisistema y cristianófobo«.

La misma línea ha seguido otro sacerdote -nos pide no revelar su identidad-, ahora en año de estudios precisamente por manifestarse a favor de la unidad de España. «A algunos les sale gratis proclamarse separatistas, a mí me han mandado de año sabático por oponerme al procés».

Él cree que «el clero en Barcelona está en contra» de la deriva liderada por Carles Puigdemont, pero que «visto lo caro que sale hacerlo público nadie dice nada». «Hay una presión máxima para que no se oponga resistencia ni siquiera moral, un anhelo totalitario de reprimir cualquier discrepancia», señala a este medio.

Tras criticar que «Madrid» haya dejado durante décadas la educación en manos del nacionalismo, «se ve que en las manifestaciones la mayoría son adolescentes adoctrinados», reitera, censura que en su comunicado la Conferencia Episcopal no tenga en cuenta el «meollo» de la República Catalana dado que «nacería de la mano de la CUP, una partido anticlerical, y de la ideología de género, el abortismo y el lobby gay». Y sentencia: «Es inaudito que solo hablen de diálogo».

Por otra parte, Ramón Mor, párroco en Santa Eulalia de Provençana (Hospitalet de Llobregat) ha asegurado que los sacerdotes no deben meterse en política, ni meter la política en las iglesias. «Tengo una opinión, pero no la manifiesto. Los sacerdotes tenemos que incidir en el cómo, acorde siempre con la moral cristiana, pero no en el qué». Cuestionado por los llamamientos a apoyar el «derecho de decidir» de Cataluña en numerosas iglesias, reitera que «no se puede y no se debe decir a los feligreses qué deben hacer sino que hagan lo que hagan, siempre en paz para que no haya enfrentamientos entre hermanos».

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