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destituido días después de ganar el mundial

Jorge Vilda: el turbio y triste adiós del último exponente del ‘rubialismo’

El exseleccionador femenino Jorge Vilda besa la copa del mundo. Europa Press
El exseleccionador femenino Jorge Vilda besa la copa del mundo. Europa Press

Apenas dos semanas después de hacer historia y llevar a España a ganar su primer Mundial, Jorge Vilda es destituido como seleccionador femenino de fútbol. Un caso único en la historia del deporte rey, donde un entrenador es despedido pocos días después de ganar un título tan importante como es la Copa del Mundo.

A pesar de su innegable, a la par que inesperado, éxito con la selección, el técnico madrileño cae como consecuencia del caso Rubiales. Vilda, que ha estado ocho años en el cargo, fue uno de los muchos que aplaudió el discurso de Luis Rubiales en la Asamblea de la Federación Española de Fútbol (RFEF). Allí, el dirigente se negó a dimitir de su cargo de presidente, aunque al día siguiente fue suspendido por la FIFA durante tres meses por las polémicas que protagonizó en la final del Mundial contra Inglaterra: además de besar en la boca a Jenni Hermoso —la futbolista lo acaba de denunciar ante la Fiscalía—, se llevó las manos a los genitales en el palco que compartía con la reina Letizia y la infanta Sofía y cargó al hombro a Athenea del Castillo como si de un saco se tratara.

Vilda aplaudió el discurso de Rubiales y ha sido despedido; también lo hicieron Luis de la Fuente, que sigue en el cargo de seleccionador masculino absoluto, y Marta Tomé, la segunda de Jorge Vilda en el Mundial de Australia y Nueva Zelanda, a quien la RFEF ha designado como nueva entrenadora principal de la selección femenina de fútbol. Tanto el hasta ahora seleccionador femenino como De la Fuente se desmarcaron al día siguiente, emitiendo sendos comunicados en el que se distanciaban de las actitudes de Rubiales en los últimos días y pedían disculpas por sus ovaciones en la Asamblea. A De la Fuente le ha servido, a Jorge Vilda no.

Pero no ha sido el episodio de los aplausos lo que ha matado a Vilda, uno de los últimos exponentes del rubialismo cuya situación en la Federación se había vuelto insostenible desde hace varios meses. El ya exseleccionador, que tenía contrato con la RFEF hasta 2024, llegó a la selección femenina absoluta en verano de 2015, después de la dimisión de Ignacio Quereda y tras haber pasado por distintas categorías inferiores, y tristemente va a acabar siendo más noticia por su enfrentamiento con gran parte del vestuario que por haber ganado el Mundial.

Las 15 rebeldes

Un cisma que se inició en julio de 2022 durante la Eurocopa de Inglaterra. Tras caer en cuartos de final contra las anfitrionas, quince jugadoras decidieron dar un paso adelante, mostrándole tanto a él como Rubiales su descontento por lo que consideraban una «mala gestión» del equipo, entendiendo que no había ni una preparación ni una ambición dignas de una selección como España. Pero la cosa fue a más y estas futbolistas enviaron un demoledor mail a la Federación, exigiendo que Vilda no las llamara a la selección so pena de sanción pues, con la ley en la mano, no pueden negarse a ir con el equipo nacional.

Fue el turbio episodio de las 15 rebeldes, que empezó a sacudir los cimientos del fútbol femenino español, y por primera vez Jorge Vilda se encontró entre la espada y la pared. Pero el técnico no dio su brazo a torcer y acabó conformando un equipo campeón, como se pudo comprobar el pasado 20 de agosto en Sydney. Las aguas parecían haberse calmado y finalmente las 15 rebeldes se quedaron en 12, pues Aitana Bonmatí, Mariona Caldentey y Ona Batlle —más Irene Paredes, Jenni Hermoso y Alexia Putellas, que no enviaron aquel mail— regresaron el equipo nacional para acabar ganando la Copa del Mundo.

La de Jorge Vilda es la primera cabeza que cae en el caso Rubiales, aunque pronto van a caer algunas más, con nombres como los del secretario general de la RFEF, Andreu Camps; el director de Integridad, Miguel García Caba; y el asesor jurídico externo, Tomás González Cueto, en el punto de mira de la nueva Federación que preside de forma interina Pedro Rocha. Una vendetta en toda regla por parte de las jugadoras hacia el entrenador que las ha llevado a ganar el Mundial pero que, al mismo tiempo, las tiene bajo un control y unos métodos que, a tenor de los hechos, muchas de esas futbolistas no parecen querer soportar.

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