«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Las dos Sorayas

«Prefiero usar ese término en mis respuestas». Soraya Sáenz de Santamaría ha entrado en el juicio del «procés» dispuesta a imponer el ritmo. Y lo ha conseguido, en parte. Sonriente y seria a ratos, segura a veces, dubitativa otras, la que fuera mano derecha de Mariano Rajoy ha aprovechado su testimonio para contrarrestar las tesis independentistas y defender su gestión.

Ha sido la tercera en declarar este jueves, como parte de una curiosa mezcla política de testimonios que han comenzado con un Joan Tardá reivindicativo («este juicio es una venganza») y un Artur Mas aleccionador, que se han encontrado ante un implacable e incluso algo agresivo fiscal Javier Zaragoza.

Los tres fueron citados a petición de Vox, cuyos abogados se han estrenado hoy interrogando. A Soraya, entre otras cosas, por «el artículo de protección constitucional», es decir, el 155, que ella ha defendido a capa y espada para «descabezar» al Govern.

También por las imágenes que se vieron en la televisión el 20 de septiembre en la Conselleria, tachadas una y otra vez de «violentas» por la exvicepresidenta, y el 1 de octubre, que no son, ha dicho, «agradables a la vista».

A Zaragoza ha relatado las reuniones que tuvo con Oriol Junqueras en las que nunca trató el referéndum. «¿Lógicamente se negó a hablar de ese tema?», le ha preguntado el fiscal. «Lógicamente». El presidente del tribunal, Manuel Marchena, ha pedido entonces moderación a Zaragoza, en la jornada que seguramente ha motivado más intervenciones del magistrado.

Junqueras, impertérrito, miraba a Santamaría sentado detrás de su abogado y no en el banquillo, una posición más discreta que este jueves han elegido otros tres acusados, todos de ERC: Raül Romeva, Carme Forcadell y Dolors Bassa.

Pero no ha sido hasta las preguntas del abogado de Junqueras, de carácter más político que jurídico, cuando Santamaría ha empezado a lanzar dardos.

En su terreno, la veterana del PP ha pedido al letrado que dejara de usar la expresión «actuaciones policiales» el 1-O, en lo que para ella fueron «actuaciones judiciales o actuaciones policiales bajo mandado judicial». «Prefiero usar ese término», ha sentenciado.

Y ha seguido reprochando que los que no preservan la convivencia en Cataluña no son los gobiernos centrales sino «otras instituciones, especialmente la Generalitat», y negando que las manifestaciones contra la Policía y Guardia Civil tras el referéndum fueran, como decía el letrado, «escraches».

«Yo sé lo que es vivir un escrache y lo que se vivió en Cataluña no era un escrache, era un acoso violento». Ha sido su momento cumbre. Sonriente, consciente de que el interrogatorio jugaba a su favor, la exvicepresidenta manejaba las pausas a sorbos de agua e incluso ha hecho uso de esa técnica tan habitual en política de empezar las frases con la misma coletilla.

«Un gobierno democrático respeta la libertad de expresión, lo que no puede hacer es incumplir las decisiones judiciales, lo que no puede hacer es generar episodios violentos», ha dicho elevando su tono, en general inalterable e incluso mecánico.

Pero su tono y su actitud han flaqueado un poco en el interrogatorio del abogado de Joaquim Forn, Xavier Melero, que le ha cuestionado sobre el operativo policial.

Para Melero, el único que ha saludado a Santamaría cuando, acabado el interrogatorio, esperaba para salir, era una «testigo renuente» porque repetía como una «cláusula de estilo» que mandó a 6.000 policías y guardias civiles a Cataluña cumpliendo un mandato judicial.

A Santamaría se le ha empezado a borrar la sonrisa, ha titubeado cuando Marchena le ha instado a responder si los envió para apoyar a sustituir a los Mossos. «No le puedo decir…».

El siguiente abogado, Jordi Pina, ha empezado batallando: «Esto no es un debate político y usted hace de política». Marchena, una vez más, ha tenido que intervenir. «Debates no, ni cruce de reproches». Pero el debate siguió, y las opiniones también.

«La televisión de usted no tiene nada que ver con la que veo yo», le ha dicho Pina después de que ella reconociera que «dos o cuatro» personas fueron heridas el 1-O, entre murmullos del público.

Marchena ha cortado una vez más, tachando preguntas de «manifiestamente improcedentes» y destacando la «generosidad» que tiene el tribunal con las preguntas.

Pero ha sido la abogada de Carme Forcadell la que ha puesto a Santamaría en un mayor aprieto. «No lo sé», ha reconocido justo antes de acabar sus dos horas de interrogatorio cuando la letrada le ha preguntado por la publicación de la DUI y sus efectos jurídicos.

«¡Ja!», se ha escuchado entonces entre las últimas filas del público, reservadas a familiares y curiosos, un reproche que ha vuelto a cortar Marchena y puesto fin al interrogatorio.

TEMAS |
+ en
.
Fondo newsletter