«Jill y yo les deseamos a todos una feliz Kwanzaa». La pareja presidencial aparecía en el vídeo de felicitación hecho público junto a una mesa con las prescriptivas velas y frutos de la festividad. «Durante esta celebración, millones de personas se reunirán con familiares para reflexionar sobre las luchas y los triunfos del pasado y mirar hacia un futuro más brillante», agregó Jill Biden. «Con cada vela que enciendes, esperamos que tu hogar se caliente con las risas de tu familia y amigos, que tus manos se inspiren con la creatividad y que tu corazón se llene de determinación, fe y amor».
Por su parte la vicepresidente Kamala Harris, que pasa por afroamericana, fue aún más lírica en su felicitación: «Cada año, nuestra familia y nuestra familia extendida, nos reuníamos, a través de varias generaciones, y contábamos historias», dijo. «Encendíamos las velas y, por supuesto, después teníamos una hermosa comida».
Es todo tan fake que vale la pena reseñarlo, aunque la ‘fiesta’ sea absolutamente desconocida fuera de Estados Unidos y aunque la mayoría de los negros norteamericanos prefiera celebrar la Navidad como la mayoría de sus compatriotas. En este sentido Kwanza, y el empeño que tienen los progresistas de hacerla real, es un perfecto ejemplo a escala de la ingeniería social de la izquierda estadounidense. Porque se trata de una festividad fake inventada por un comunista, un pervertido violento y criminal convicto, Ronald McKinley Everett, también conocido por el nombre que eligió para sí, Maulana Ndabezitha Karenga.
Karenga fue uno de los fundadores de un movimiento separatista negro extremista llamado «Organización de EEUU», que el FBI financió como parte de sus esfuerzos para provocar conflictos entre los grupos políticos negros. En este caso, se logró el objetivo, y el grupo de Karenga se enfrentó con los Panteras Negras en un conflicto con víctimas mortales.
Más tarde, Karenga fue sentenciado a diez años de prisión por algo tan de moda como es la violencia de género, en su caso sobre mujeres a las que secuestraba, desnudaba y golpeaba con un cable eléctrico.
Karenga inventó Kwanzaa en 1966 para racializar a los estadounidenses y disolver todos los vínculos que pudieran unir a los negros de un fuerte vínculo con la cultura estadounidense general. Quería «dar a los negros una alternativa a los días de fiesta existentes… en lugar de limitarse a las costumbres de la sociedad dominante».
Curiosamente, para dar nombre a la fiesta «tradicional» y a sus Siete Principios (Unidad, Autodeterminación, Trabajo Colectivo, Economía Cooperativa, Propósito, Creatividad y Fe) eligió el swahili, el mismo idioma que da nombre a los personajes del Rey León, un idioma de la costa este africana, de la que no procede ningún esclavo que dejara descendencia en Estados Unidos.
Hoy Karenga disfruta de un carguito como presidente del Departamento de Estudios africanos de la Universidad Estatal de California en Long Beach, donde aprovecha la subvenciones federales para enseñar a los negros a odiar a su país y a los blancos a odiarse a sí mismos.
When I was growing up, Kwanzaa was a special time in our home. Today, my family and I are reflecting on the seven principles. Happy Kwanzaa! pic.twitter.com/w1pFOIUU9G
— Vice President Kamala Harris (@VP) December 26, 2022