Al comienzo de su mandato, el presidente Biden puso fin a la prohibición del expresidente Trump de que las personas que se identifican como transgénero sirvan en el ejército. Aquí ya hemos hablado de lo desastroso que ha sido para la moral de las tropas y para los esfuerzos de reclutamiento la conversión woke del primer ejército del mundo, el estadounidense. Pero un nuevo documento interno al que ha tenido acceso el Dossier, del periodista Jordan Schachtel, indica a las claras que el Pentágono no se limita a respetar a los transgénero en sus filas, sino que les ofrece condiciones privilegiadas sobre el resto del personal militar.
El documento de 34 páginas, que no está clasificado pero no ha estado disponible durante mucho tiempo para los estadounidenses, detalla los enormes beneficios otorgados a los miembros del servicio que se identifican como transgénero.
Algunos de los «puntos destacados» del documento incluyen los servicios que el Ejército ofrece de forma gratuita, cortesía del contribuyente gringo, a esta casta especial de guerreros trans, como terapia del habla y la voz, incluyendo cirugía de cuerdas vocales, hormonas del sexo contrario al natural, depilación láser, cirujía de contorno facial y corporal, operaciones de senos/tórax, mutilación genital y consulta psicológica.
Además, los miembros del servicio que se identifiquen como transgénero pueden recibir una exención de los estándares de aseo y uniforme. También pueden recibir una exención indefinida de los criterios de aptitud física. Esta exención a menudo se convierte en una situación permanente, y el miembro del servicio que se identifica como transgénero solo tiene que renovar la solicitud de exención cada seis meses.
Más: los militares que se identifiquen como transgénero serán considerados «no aptos para misiones» durante al menos trescientos días mientras dura el tratamiento hormonal de transición. Pero esta hormonación a menudo se administra durante toda la vida, lo que significa que el agraciado o la agraciada puede pasarse la vida en filas sin pisar un escenario de guerra o maniobras.
Como hemos contado ya aquí en varias ocasiones, el ejército de Estados Unidos atraviesa su peor momento para cubrir sus filas desde 1973, cuando terminó la era del servicio militar obligatorio y se formó la fuerza actual de voluntarios. Como deja en claro el memorando del Departamento de Defensa, el ejército de Estados Unidos hoy se parece más a un programa de ingeniería social furiosamente progresista que a un cuerpo cuyo propósito es derrotar a un ejército agresor.
